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Día 7
Vuelta a Tokio, llenazo en Gig-Antic y más cerveza
Nos levantamos de nuevo temprano para aprovechar las últimas horas en nuestro hotelazo y bajamos al spa. Recordáis, ¿verdad? Bandera azul: hombres. Bandera roja: mujeres. Nadie dijo que de un día para otro no pudieran cambiar de posición. Ahí dejo eso. Al grito de ¡Ahora ya sé cómo vive Alejandro Sanz! dejamos Kira y hacemos las 5 horas de viaje a Tokio.
La sala Gig-Antic es pequeñísima, y hoy Boikot forman parte de una free punk party junto a Nine Ideas, que han apoyado muchísimo este concierto y han corrido la voz de que vienen los de Madrid. Stackers, Triple Shotgun, The Autocratics, Fake Stan-Backs y otro grupo, me disculpen, ilegible a mis entender, completan el cartel. Aquí vemos por primera vez algo que nos encanta, al terminar la prueba los grupos hacen un corro, y el dueño de la sala o algún cabecilla presenta a todos entre aplausos y risas. Qué buen rollo. La pena es que claro, no entendemos ni jota.
Vamos a Shibuya a hacer unas fotos en el supercruce, que hace un frío del carajo, y allí encontramos a un grupo del movimiento mundial de Abrazos Gratis. Y lo gratis no cuesta nada, así que hay tanda de achuchones. Seguimos flipando con las pantallas gigantes, ¡¡que tienen sonido!! Es una locura, pero no agobia nada. Una pasada.
Vamos a cenar a un sitio en el que en el centro de la mesa es una plancha para hacer la comida. El camarero, muy majo y paciente, nos ayuda con todo, porque no tenemos ni idea de cómo se hace cada cosa. Estos guiris
Le prometimos que cuando él venga por aquí le ayudaremos nosotros. Y no olvidamos la promesa. Siguiendo con la norma de aprovechar el máximo espacio, los asientos son baúles para meter las mochilas, chaquetas y demás.
Volvemos a la sala y nos encontramos con que no cabe un alfiler. No se puede poner un pie en el suelo. Shogo nos dijo que este iba a ser el mejor, la prueba de fuego. Y vaya si lo es. Ambientazo, la gente salta por los aires, corea el nombre del grupo al acabar cada canción y arrasan con el merchandising. Hace un calor increíble, pero me lo paso como los indios. Al terminar nos hacen salir fuera y pagar 1.500 ¥, unos 10 , por volver a entrar. Pero ahora hay barra libre.
Tras esto cogemos un taxi a Sangenjaya, la zona del hotel, Juankar, Grass, Kosta y yo, y una vez allí no tenemos ni idea de dónde hemos quedado, porque a dormir no nos vamos. Y allí estamos, cuatro guiris inventándonos el bar de destino: el Bar de Pomme. Más tarde aparecen Davo, Carles, y Raquel, la chica española que estuvo en el primer concierto, echándonos la bronca porque no sabéis lo que os van a cobrar aquí, dónde cojones os habíais metido. Jeje. A Juankar le entra un rollo narcoléptico: está hablando contigo tranquilamente, y como mires para otro lao se ha quedado traspuesto en un sillón. Y a los 10 minutos te empieza a contar otra historia. Y otra vez a sobar. Impresionante. Nos pillamos una guapa, cantamos un poco de flamenquito y hacemos el gamba un buen rato. Y a dormir 3 horas.
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