Crónica y fotos del sábado madrileño con Doctor Deseo y Kike Suárez y la Desbandada
La cara más golfa, la más, del rock, se fue de concierto el sábado por la noche en Madrid. Tenía dos citas. A poca distancia una de otra, segura por tanto de que llegaría a tiempo a ambas. Se lo montó bien. Los golfos, las golfas, es lo que tienen. Una primera dosis, a las 9, en la Sala Heineken, con Doctor Deseo, que presentaba Cartografía imposible. Dos horas más tarde, la cita era en la Sala Sol, con Kike Suarez y la Desbandada, que daban la bienvenida a su nuevo trabajo, Carta Blanca.
Cartografía imposible sigue la línea de lo que ha sido el trabajo de Doctor Deseo los últimos años. Más bien, lo que viene siendo toda su trayectoria. Tardó poco Francis en desnudarse ante el público madrileño, metafórica y literalmente. Al segundo tema ya estaba deambulando entre el público, subiéndose al borde de la mesa de sonido y besándose con aquellos conocidos que habían venido desde Bilbao para verlo. Dos horas, en las que fueron destripando canciones de ayer y de hoy, todas acompañadas por unas videoproyecciones muy sugerentes. Como sugerentes son los bailes que se marcó con la gente que subió al escenario y que salió del mismo. Como sugerente es Francis, un tipo capaz de empezar a tocar con camisa y chaleco y terminar prácticamente sin nada, sin que ello resulte tosco. Más bien algo erótico, sensual, que provoque entre el público más de una mirada, un acercamiento, un disparo de la líbido y los pensamientos más salvajes. Después de Fugitivos del paraíso o Corazón de tango, fue un gustazo escuchar De nuevo en tus brazos, con Francis suspirando: “¡Ay, morirse en… Madrid, no hay nada mejor!
Sólo había que recorrer la centenaria Gran Vía para llegar a la Sala Sol. Allí, Kike Suárez ya preguntaba: “¿Quiénes habéis ido a ver a Doctor Deseo? Qué envidia me dais, joder”. Es devoción, respeto, complicidad, lo que siente por Francis. No hace falta habérselo oído o leído; sólo con escuchar las letras de Suárez se ve que maman de Doctor Deseo, igual que guiñan a La Cabra Mecánica. O quizás fue al revés. Qué más da, la eterna lucha de la gallina y el huevo. Lo que al principio parecía una reunión entre amigos, en la que Kike Suárez recitaba alguno de sus microrrelatos de Días de Speed a falta de rosas como prólogo de sus nuevos temas, acabó siendo una fiesta con amigos. Le acompañaron la acordeonista Begoña Larrañaga, Aurora Beltrán –a quien dejó que interpretase en solitario la versión en castellano del Five years, de David Bowie, que ya cantaba con Tahures Zurdos- o del Lichis, pronto Miguelito, que se había dejado la letra que le tocaba cantar en algún lugar de la memoria, lo que, sin embargo, no le impedía ser un perfecto acompañante. El Babas, el alter ego de Suárez, ha tomado un poquito de aquí y de allá, de Bukowski, de Keruac, incluso llega a retorcerse en el escenario como lo hacía John Lydon hace más de 30 años. Una mezcla corrosiva, estimulante.
Envuelto en una falda, ya sin chaqueta, andaba Kike Suárez, bailando esa genuina mezcla de punk, chotis, tangos, mientras él, el rock and roll, sonreía en algún lugar de la sala con la satisfacción del deber cumplido, cuatro horas después de haber sacado a pasear por Madrid su cara más golfa.
Fotos: Chin
Kike Suarez y la DesbandadaDoctor Deseo
Enviado por Javi Chivo el 11.05.10