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Relatos :: Kike Babas

José frente a la embajada. pdf

Si vas en coche por la recta final de la calle Serrano dirección única hacia la Puerta de Alcalá y no es hora muy punta y se pilla el primer semáforo en verde y se mantiene una tranquila velocidad de crucero se puede atravesar el ajetreado tramo del tirón, empalmando un semáforo en verde con el siguiente. Sin necesidad de pisar el freno la calle se va abriendo para uno, verdeando el paso a cuatro carriles. Una calle muy agradecida para los conductores que la atraviesan, la Serrano. Una de las calles caras de Madrid, con escaparates finos y caros, con incesantes oficinistas picoteando por las caras tabernas aledañas, con habitantes indiferentes a las joyas en las joyerías y a los mendigos que mendigan.

Empezando esta recta final de la Serrano, un par de edificios a la derecha responden al nombre de Embassy of the United States of America. Así lo anuncian sendos rótulos desgastados dorados en las dos puertas, siempre protegidas por un numero incierto de policías y una solitaria y desubicada tanqueta que suele bostezar por pura desidia.

Cae la tarde y cae fría, y en la calle Serrano, frente mismo de la Embassy of the United States of America, delante del portal de viviendas que anuncia el numero 106, se ha instalado un pequeño entarimado y un minúsculo juego de voces. Un apañado chiringuito de trompeta y cabra.

Por la afluencia de gente la calle se ha estrechado frente a la embajada, se han cortado dos carriles, separadas las personas del tráfico por vayas de obra amarillas y varias furgonetas de policía con sus correspondientes moradores custodiando. No me imagino como diablos habrán conseguido el permiso de instalar el entarimado en medio de la Serrano ¡frente a la Embassy! La gente se arremolina en torno al pequeño escenario, un cantautor empuña su acústica y recuerda a José Couso en un oportuno estribillo. Pocos secundan la obviedad, pero agradecen el gesto con aplausos y silbidos.

El motivo de esta reunión es precisamente reclamar justicia para uno de los crímenes de guerra cometidos por el ejercito de Estados Unidos en la invasión de Irak: el asesinato de José Couso. A José Couso, cámara de televisión apostado en un hotel de Bagdad supuestamente a salvo de los disparos porque se sabía el hotel habitado por periodistas internacionales que cubrían la invasión, se lo llevó por delante un cañonazo desde un tanque del ejercito estadounidense. Por la cara, sin perdón y sin justificación, en clara coherencia con su política internacional, por la puta cara. Un crimen de guerra que la familia de José ha decidido no olvidar. Y luchan por amarrarse a la búsqueda de justicia y al recuerdo limpio. Hoy la lucha husmea delante mismo de la Embassy of the United States of America, que es lo mismo que decir en la frontera con los USA, en la calle Serrano, a tiro de bus. Entre los participantes del acto se anuncia la participación de Manu Chao. Mil veces se oyen rumores de este tipo y a veces son ciertos. Esta vez Manu mismo dejó un mensaje de meil a los colegas.

QUE PASA BICHOS?
TODO BIEN...???
..COMO VAN VACAS Y POLLITOS?
..QUE PA CABRAS YA ESTAIS VOSOTROS...
..YO ENFIN PASO POR MADRID ESTE FIN DE SEMANA
..EL VIERNES POSIBLEMENTE ME ACERCARE A LO DE JOSE COUSO
FRENTE A LA EMBAJADA GRINGA...NO SE A QUE HORA ES...
NOS VEMOS AHI?
..
SERIA UN GUSTAZO
MANU

Me bajo en la parada de autobús a cien metros de la protesta. Atravieso la calle, en el paso de cebra me cruzo con Gaspar Llamazares, coordinador general de Izquierda Unida, candidato a presidente de Gobierno por su partido. Ya se va, custodiado por dos tipos fuertes vestidos de sport, que hablan con Gaspar como si fuesen colegas, pero que dan el cante de ser guardaespaldas. Alguien me ofrece un panfleto que informa de una manifestación en la Plaza Mayor de Colmenar de Oreja bajo el lema “Térmicas no, por tu salud, aire limpio, ahorro eficiencia y energías renovables”.

Me acerco al cúmulo de gente, intentando situarme. Al otro lado del muro que protege la Embassy of the United States of America, -alambre de espino de cemento caro-, la bandera de barras y estrellas ondea a media asta. Será porque el Papa, Juan Pablo II, ha muerto, aventuro. De este lado, en la calle, una sola bandera flota entre los cientos de arremolinados, la multicolor arco iris, símbolo del orgullo gay. No más llego tropiezo con el Manu, que también acaba de llegar y tiene el mismo aire de despistado. Abrazos, besos y a buscar una esquinita a la vera del escenario para darnos un saludito y contarnos cosas, que va para dos años que no nos veíamos.

Debajo del entarimado Manu apalabra la guitarra acústica que le van a prestar. Su reconocible figura pequeña, calada en una visera, le obliga a tomarse fotos y a firmar a autógrafos a todo el que se acerca. Entre firma y foto va contando sus recientes aventuras. Mantener una conversación con Manu Chao en un sitio público es peculiar, intermitente. Se ha de estar preparado para las continuas interrupciones, ya que Manu suele dejarse hacer fotos con la gente, ya que suele dejarles su firma en cualquier papel apresurado, ya que responde a las preguntas... Le hago fotos con unos y otros, muchas cámaras de móvil y muchas cámaras digitales. “Es él”, “es él”, “es Manu Chao”, el rumor se pierde entre la gente y regresa en forma de dos o tres chavales más con sus flashes, sus bolígrafos y su agradecimiento.

Tajante y sonriente, Manu afirma que está mejor que nunca en lo de “tocar en los bares”. No me sorprende, siempre ha sido buen especialista en el chupito de orujo y el rasgado de cuerdas en la semi penumbra de las altas horas. Y muy persistente. Su vitalidad siempre resulta desbordante, contagiosa si te pones a tiro. Manu me cuenta que ha pasado sus últimos tiempos a caballo entre las cantinas de París, Barcelona y Río de Janeiro. Dice que en Río ya casi piensan que es de allá, y que habla el portuñol perfectamente, que es el jerga latina de ciertas zonas brasileñas, mezcla de español y portugués. Cuenta que tiene dos discos acabados, uno en portuñol y otro en francés, y otro pensado, y aún no grabado, de rumbas, y que un líder local gitano barcelonés le pidió que le acompañase a la guitarra en una rumbita. Una rumbita solamente, claro, que de otros palos no tiene puta idea. Muñeca, me dice, que ha hecho mucho muñeca, y que últimamente también dibujó mucho cómic. A mi vez le cuento de mis versos y mis sueños, y juntos recordamos algunos amigos comunes.

Entre charla y foto con Manu se ha sucedido en la concentración de protesta una tamborada a pie de calle y un par de chicas cantautoras en el improvisado escenario. La madre Pilar Manjón, como persona individual y como madre que le descerrajaron un hijo de violenta e injusta manera, lee un sentido y cuidadoso discurso. Manjón es la portavoz mediática de las asociación de víctimas del 11-M. Ha de ser meticulosa con sus palabras, el Partido Popular y afines, representantes del conservadurismo españolista y tradicionalista y a favor de la invasión de Irak por parte de USA & Friends, le busca a Pilar las cosquillas y el desprestigio, por no comulgar con su pensamiento, por no generar su tipo odio ante el horror. A ratos el silencio es solemne, Pilar habla con el corazón, le habla a la madre de José, a la que le une la pena y la búsqueda de justicia ante el hijo desaparecido. Entre puntos y apartes se corean consignas “Aznar canalla, te veremos en La Haya”, “José hermano, nosotros no olvidamos” y “Asesinos, asesinos, asesinos”.

Después llega el turno de las proyecciones, la más emotiva y transgresiva se ofrece cuando el proyector apunta hacia una de las paredes del edifico de varias plantas de la Embassy of the United States of America, al otro lado de la calle, en los impares, y el gepeto del hermano de José ocupa proyectado un lado entero del edificio denunciando el asesinato de su hermano... ¡Buenísimo! (El hermano de José es miembro del grupo Sin Dios, viejos corredores de fondo del hard-core anarquista. De hecho, otro miembro de Sin Dios se encarga hoy de la mesa de sonido). Cuando el proyector apunta a la pequeña pantalla de detrás del escenario se puede ver un video montaje con imágenes de la invasión de Irak y de fondo musical la versión de Joey Ramone “What a wonderful world” original de Louis Amstrong. Otro video montaje, con el “Himno de la alegría” de fondo musical, muestra al ex -presidente español José María Aznar en diferentes sonrisas. Se repiten las consignas “Aznar canalla, te veremos en La Haya”, “José hermano, nosotros no olvidamos” y “Asesinos, asesinos, asesinos”. Vibra y abuchea la bandera gay, se arruga y se achica la bandera yanqui. Cosa de trapos.

Un chaval sube al escenario, se disculpa por no saber tocar, y ejecuta el “Amor brujo” con la trompeta. Efectivamente el chaval está aprendiendo, pero es voluntarioso y aporta su grano de arena. Se le aplaude con cariño. La propia madre de José termina poniendo la piel de gallina cuando se sube al estrado a hablar de su hijo.

Le llega el turno a Manu, hilillo sordo por voz y guitarra no demasiado afinada, da igual, coro unísono de la peña para cantar “Wellcome to Tijuana” y “Clandestino”. Todos a una con lo de la “marihuana ilegal”. Por un instante se va el sonido, Manu sigue cantando a pelo, carismática menudencia la suya, la gente lo agradece con un aplauso rabioso. Después caen otros temas: una versión de Gato Pérez, una rumbita nueva llamada “La libertad”, una canción en portuñol y una adaptación de un tema tradicional gallego. El batiburrillo monocorde se solventa con un reprise de “Clandestino”. Chao. Me despido de Manu, a él le toca perderse entre el gentío en busca de Fernando León de Aranoa, director de cine con el colaborará en su próxima película y que ejerce de anfitrión en esta visita madrileña.

Hoy José Couso, de muchas maneras, ha estado frente a la embajada de sus asesinos, llamándoles precisamente eso: asesinos.

Kike Babas.
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