Las letras de En mi hambre mando yo de Marea
12.09.11 | Por agradecido
Los Marea acaban de publicar las letras de 5 canciones de En mi hambre mando yo, la semana que viene harán lo mismo con el resto del disco, otras 5. Las elegidas en esta primera entrega son: Bienvenido al secadero, La majada, Sobran bueyes, El dÃa que lluevan pianos y Canaleros. Aquà están:
Bienvenido al secadero
Agua que reconcome, desgasta y taladra,
no mojará mi posada sin luz,
que aquà me atrevo a enjaularla y decirle de todo
y se me enamora,
vuelve cuando me encuentro salvando los muebles
para apilarlos y darles de arder,
para que rÃa y se haga de dÃa sin amanecer,
sabe que la convido a comerse las llaves
del purgatorio de mi naufragar,
que no conozco yesaire tan fino que luzca mi carraspera
y temple mi torpe envite de acero caliente
para joder con las patas de atrás,
y dar la vuelta y buscar la reyerta en otro trashumar,
bienvenido al secadero, ven a ver el desconcierto,
que tocan a muerto los kinkis besando con saña, los poligoneros,
los fakires que se acuestan junto a mÃ
y apuntalan, escupiendo al viento, mis entrañas de viejo,
saca pa los mosquitos el clavo y la albahaca,
que una ambrosÃa por fin sacaré
de mis recuerdos infectos en donde no flotan las carabelas
llenas de redileo, trasquile y cadenas,
pero este sauce quiere sonreÃr,
y en adelante le queda el desplante para resistir.
La majada
Recuerdo cuando te hablaba de las nogueras,
golpeando con los nudillos en la encimera,
con mi grito quejumbroso de arroyo turbio,
traje mal bajÃo, me llevé infortunio,
allá donde el vino mana en la sementera
y ondean las comadronas sábanas secas,
donde se abate sin prisa a las nocheviejas
con los tiros mudos de penas añejas,
aventando silencio le quito el precio a mi soledad,
la desato y tirito, que no está escrito, pero estará,
en todos los soportales, como quien mancha el ajuar,
que he querido a dentelladas y ya no hay nada que desatar,
y ahora que una majada son mis adentros,
y el cuenco medio vacÃo me da sustento,
sostengo sobre los hombros otro derrumbe,
no será su estruendo el que me deslumbre,
los sinsabores son las flores que perdÃ
mientras la orquesta no dejaba de tocar
y yo tiraba por la borda el pedigrÃ
que me hizo hombre que en las nubes quiere hozar.
Sobran bueyes
Bailo como baila la Tarara para los muchachos,
cuando se vayan lloraré para que beban los gusanos
de la savia que no han querido los gatos
y el establo encharcaré,
ando igual que un toro sin resuello que enseña la frente,
que lleva en cada cicatriz luciérnagas resplandecientes,
y levanto polvareda en las tabernas
si la luz no deja ver,
renqueando, los jamelgos,
vienen raudos a mi encuentro,
en esta casa sin leyes,
no me pesan los aperos,
ni quién llegará primero:
en mi yunta sobran bueyes,
los visillos descorridos van a pronunciar mi nombre
y la mierda lamerán de la cresta que me sobre,
sin replicar,
renqueando, los jamelgos,
vienen raudos a mi encuentro,
en esta casa sin leyes,
no me pesan los aperos,
ni quién llegará primero:
en mi yunta sobran bueyes,
las cloacas no sollozan si no las toca el calor,
ensombrecidas,
la penumbra está risueña y se empapa del color
que yo le pida,
y cuando digan que en este remanso
el dolor no se durmió,
será mentira.
El dÃa que lluevan pianos
Adiós, decÃa el estampido y yo
detrás de su reflejo fui,
sujétame un rato este sol, te dije, y ya jamás volvÃ,
y con tanto rumiar las briznas me olvidé
de echarle más pelusa al ombligo y, tal vez
debà mirar atrás y preguntar si ayer
la lontananza era limpia y la senda también,
será que mi cansino caminar
no ronda por la puerta de
aquello que llaman amor,
y en el alféizar me quedé,
mirándote al pasar, queriéndote ofrecer
el pienso de tan lejos que no pudo ser,
y te quiero contar que nada me amparó,
asà que mal y tarde te pido,
quédate hasta el dÃa que lluevan pianos,
quédate hasta que yo dé mi brazo a retorcer,
y fóllame, como si esta noche me fuera a comer
las estrellas una a una,
quédate, jugará tu corazón al esconder, con el mÃo,
en la basura,
contar las puntadas sin hilo es
lo que me queda por hacer,
que dicen que tan necio soy
que no he sabido enloquecer,
pero juré enlutar los tumbos que bordé
y levantarme cabal y maldito por ti,
y, al decirle al papel que sigo estando aquÃ,
el eco me devuelva el gemido.
Canaleros
Déjame que descuelgue las campanas,
de tanto redoblar se me han quitado las ganas
de alante y atrás, de amargo tañir,
y sangre me sudan los pies,
qué mierda de don Juan, que se harta de reÃr
cuando se tropieza frente a la platea
y se esfuma feliz perdido en la zorrera
mientras se despluman pollos de pelea,
los cisnes me embarazarán la cama
y a la hora de parir se me volverán ranas
y yo segador queriendo arrancar vigilias,
ya sabes por qué,
que para pisar Cristos me basto y me escondo,
guardé entre las muelas rosarios a miles
que anego con ron como si no doliera
y sigo vadeando mis Guadalquivires,
no se cegarán los claros nunca más,
brillarán las alcayatas, canaleros cantarán,
desperdiciando lingotes voy al trote
y sé que no voy a llegar, perdiguero, ¿adónde vas?,
y mañana no será lo que Dios quiera,
que será el mismo balar, aburrido y con ceguera,
desencanto, seguro que truena y que no es para tanto,
la vida se desbordará del cubo, se me encabritará,
me tirará el embudo, ¿pa qué quieres más?, dejémoslo asÃ,
tú ladra, que yo roncaré,
no se cegarán los claros nunca más,
brillarán las alcayatas, canaleros cantarán,
desperdiciando lingotes voy al trote
y sé que no voy a llegar, perdiguero, ¿adónde vas?,
Busca a mi dueño, te cansarás.