Ganas de embromar
Me leà un libro de relatos de Mario Benedetti y este fue el que más me impresiono. Se te quitan las ganas de hacer esas bromas por telefono por una temporada.
Ganas de embromar - Mario Benedetti
Subo este post, por si alguién se quedo sin leer el primer cuento y pongo otro más. Uno de los más conocidos de Benedetti
Su amor no era sencillo
Los detuvieron por atentado al pudor. Y nadie les creyó cuando el hombre y la mujer trataron de explicarse. En realidad, su amor no era sencillo. Él padecÃa claustrofobia, y ella, agorafobia. Era sólo por eso que fornicaban en los umbrales.
Mario Benedetti
Su amor no era sencillo
Los detuvieron por atentado al pudor. Y nadie les creyó cuando el hombre y la mujer trataron de explicarse. En realidad, su amor no era sencillo. Él padecÃa claustrofobia, y ella, agorafobia. Era sólo por eso que fornicaban en los umbrales.
Mario Benedetti
Eso
Al preso lo interrogaban tres veces por semana para averiguar "quién le había enseñado eso". Él siempre respondía con un digno silencio y entonces el teniente de turno arrimaba a sus testículos la horrenda picana.
Un día el preso tuvo la súbita inspiración de contestar "Marx. Sí, ahora lo recuerdo, fue Marx". El teniente asombrado pero alerta atinó a preguntar "Ajá. Y a ese Marx ¿quién se lo enseñó?" El preso, ya en disposición de hacer concesiones agregó: "no estoy seguro, pero creo que fue Hegel."
El teniente sonrió, satisfecho, y el preso, tal vez por deformación profesional, alcanzó a pensar: "Ojalá que el viejo no se haya movido de Alemania."
MB
Al preso lo interrogaban tres veces por semana para averiguar "quién le había enseñado eso". Él siempre respondía con un digno silencio y entonces el teniente de turno arrimaba a sus testículos la horrenda picana.
Un día el preso tuvo la súbita inspiración de contestar "Marx. Sí, ahora lo recuerdo, fue Marx". El teniente asombrado pero alerta atinó a preguntar "Ajá. Y a ese Marx ¿quién se lo enseñó?" El preso, ya en disposición de hacer concesiones agregó: "no estoy seguro, pero creo que fue Hegel."
El teniente sonrió, satisfecho, y el preso, tal vez por deformación profesional, alcanzó a pensar: "Ojalá que el viejo no se haya movido de Alemania."
MB
Traducciones
Siempre le pasaba lo mismo. Cuando alguien traducía uno de sus poemas a una lengua extranjera (al menos, de las que él conocía), sus propios versos le sonaban mejor que el original. Por eso no le sorprendió que la versión francesa de su poema "El tiempo y la campana" le pareciera estupenda, grácil, sustancioas.
Dos años más tarde, un traductor italiano, que no sabía español, tradujo aquella versión francesa, y aunque él nunca había sido partidario de las versiones indirectas (no olvidaba, sin embargo, que muchos años atrás había conocido a través de ellas a Tolstoi, Dostoievski y también a Confucio), disfrutó grandemente de su poema "in italico modo".
Transcurrieron otros tres años y un traductor inglés, que, como la mayoría de los traductores ingleses, no sabía español, se basó en la versión italiana, basada a su vez en la versión francesa. Pese a tan lejano origen, fue la que mayor placer le produjo al primigenio autor hispanoparlante. Sólo le asombró un poco (en realidad, lo atribuyó a una errata de tantas) que esta nueva versión indirecta se titulara "Burnt Norton" y que el nombre del presunto autor fuera un tal T.S. Elliot. Sin embargo, le gustó tanto que decidió encargarse personalmente de traducirla al español.
MB
Siempre le pasaba lo mismo. Cuando alguien traducía uno de sus poemas a una lengua extranjera (al menos, de las que él conocía), sus propios versos le sonaban mejor que el original. Por eso no le sorprendió que la versión francesa de su poema "El tiempo y la campana" le pareciera estupenda, grácil, sustancioas.
Dos años más tarde, un traductor italiano, que no sabía español, tradujo aquella versión francesa, y aunque él nunca había sido partidario de las versiones indirectas (no olvidaba, sin embargo, que muchos años atrás había conocido a través de ellas a Tolstoi, Dostoievski y también a Confucio), disfrutó grandemente de su poema "in italico modo".
Transcurrieron otros tres años y un traductor inglés, que, como la mayoría de los traductores ingleses, no sabía español, se basó en la versión italiana, basada a su vez en la versión francesa. Pese a tan lejano origen, fue la que mayor placer le produjo al primigenio autor hispanoparlante. Sólo le asombró un poco (en realidad, lo atribuyó a una errata de tantas) que esta nueva versión indirecta se titulara "Burnt Norton" y que el nombre del presunto autor fuera un tal T.S. Elliot. Sin embargo, le gustó tanto que decidió encargarse personalmente de traducirla al español.
MB
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