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Ciclonautas y Cero a la Izquierda en la We Rock de Madrid. 21 de mayo de 2015

Texto de Verónica Diez. Fotos de Mikel Masa

Como si del fenómeno meteorológico se tratara, Ciclón Tour ha sido una gira corta pero intensa que a pocos ha dejado indiferente. Para el fin de gira eligieron el 21 de mayo, jueves, a las 21.30 y el centro de bajas presiones generó vientos que atrajeron a las masas, en este caso de personas, a una zona de alta presión denominada Sala We Rock, y situada en el distrito centro de la capital. Siendo residente en Madrid, es probable que mereciera ser ahorcada en la Puerta del Sol por ser la primera vez que pisaba la sala. Sí, soy consciente. Partiendo entonces de este punto debo decir que, en mi opinión, el sonido hizo justicia y la acústica era tan buena que disfrutar de un concierto que tenía tantas ganas de vivir era un hecho.

Quedando unos cinco minutos para el comienzo y tras bajar los dos tramos de escaleras, la sala presentaba un aspecto oscuro y vacío, bastante desolador. Obviamente aquello era demasiado extraño, pero pronto descubrí que la pista tenía poca o nula cobertura y la gente estaba apurando los minutos en algún tramo de escalera o en la calle dando las últimas caladas a un cigarro pero en su mayoría en busca del 3G.

Esa sensación de vacío desapareció en el momento que nuestro compañero de los medios, Mariskal Romero, presentaba a los chicos de Cero a la izquierda con una historia llena de buenos deseos. Tirando de memoria, comparaba a los jóvenes navarros con aquellos desconocidos Marea, que algunos años atrás, se presentaban en la vallecana sala Hebe en una situación bastante similar. ¿Ha llegado el tan esperado relevo que el rock nacional necesitaba? Muchos opinan que entre ese relevo está Cero a la izquierda y yo, personalmente, así lo espero. Ellos parece como que reciben esas palabras entre vergüenza y gestos inocentes que se transforman en descaro y tablas en cuanto ponen el play a su setlist que al igual que “No ha dejado de llover”, arranca con su single presentación “Mis lamparones”.

Era más o menos de esperar que los asistentes hubieran ido en su mayoría a ver el directo de Ciclonautas, por lo que si era normal que en la primera canción, en un primer vistazo al panorama se veían caras de sorpresa positiva, la verdadera sorpresa fue que tan solo tardaron dos temas en meterse al público en el bolsillo, que se arrancó en sonoros aplausos en los característicos cortes secos del tema “Bajo la piel”.

Los pamplonicas estaban cómodos y se les notaba en la sonrisa. “Somos Cero a la izquierda, venimos desde Pamplona y esto es ‘La raíz’ ” fueron las palabras en su primer respiro, que no llegaron hasta el tercer tema. Cada vez se acentuaban más los gestos cómplices entre ellos y el público y, la interpretación instrumental, esencialmente en el solo de guitarra de Sergio secundaba una buena interpretación vocal de Javi que caía de rodillas en los momentos claves de la canción.

Por sacarles un pero, en “Se refugia”, que volvía a la intensidad rockera tras el respiro del medio tiempo anterior, se echaron de menos los coros que caracterizan el inicio del tema. Por otra parte, el momento de gloria fue para Lucas y Dani, que dieron la contundencia que identifica este tema.

En uno de esos instantes para las dedicatorias, justo antes de comenzar con “Otra luz”, recordaban la primera vez que tocaron en Madrid, Torrejón para más señas, cuando todavía eran unos niños y ese tema fue para sus compañeros de escenario de aquella ocasión, que no quisieron faltar en una cita como esta. No quisieron olvidarse tampoco de lo especial de esta canción por la colaboración de un referente para ellos como es Enrique Villarreal. Con 5 temas sobre las tablas se podía observar que la gente se había arrancado a bailar y alentaba al grupo con palmas y silbidos.

En el ecuador, un vistazo a su primer álbum, “La vela muda” para recuperar “Contra viento y marea” justo antes de volver con “Sobrevivir”, tema que fue especialmente bien acogido y con un momentazo instrumental con el grupo en cuchillas frente a la batería que fue secundado por una ovación e incluso algún guitar air por el público al más puro estilo Angus Young. Sobradísimos estaban ya en este momento y las prisas apenas les hacían decir unas palabras entre temas para seguir descargando. “Vamos con una canción bastante alegre y divertida” fue el corto preludio de “Latitudes” justo antes de llegar el que para mi fue mejor tema de la noche. Seguramente aquí la objetividad brille por su ausencia, pero especial debilidad tengo por “Mano a mano” y desde el escenario consiguieron que fuera más especial todavía. El tema a nivel musical fue impecable pero es de justicia destacar la enormérrima interpretación de Javi en este corte que, exhausto, quedó colgado del micrófono como reverenciando al público.

Bajada de ritmo para recibir el tema que cierra su segundo disco, donde ahora destacan batería y bajo consiguiendo una lograda imitación de latido cardiaco entremezclado con distorsión en la guitarra. Esto era “Caminos”, que sin corte y sin respiro, empalmaron con “Malas noticias” otro de los temas mejor acogidos por el público que se había implicado ya 100% en el directo de Cero a la izquierda.

Es el momento de presentar a la banda e ir dejando paso a Ciclonautas. Para ello eligen volver a “La vela muda” y cerrar con “Libertad”. Directazo y merecida ovación. Se despiden con un sencillo agur y en la cara la felicidad del que deja las cosas bien hechas.

Rápido cambio de tercio y a la voz de “Arriba pueblo. Vamos Madrid querido” Ciclonautas se dispone a arrasar en una sala donde su grupo invitado había subido la presión varios terapascales. La arrancada corrió de la mano de “Tristes corazones” que sufrió un par de acoples sin importancia que se solucionaron rápidamente, de forma que el sonido, la voz, los coros y esos pequeños detalles se solucionaron y quedaron asentados ya con “Demencio Lacruz”.

“Ahora viene el becario” y entre risas, por el lateral del escenario, Uoho toma los mandos del teclado. Como viene siendo habitual en la gira, entra y sale del escenario cada pocos temas y sus apariciones y desapariciones, como si fuera el Guadiana, son notables sobre el escenario. Primera prueba de ello es que, si en el tercer tema no se puede sacar pega alguna sobre la interpretación de “Arde Babylon”, algunos en la pista se han quedado paralizados, mientras otros saltan ya enloquecidos.

La de hoy es una gran noche por distintos motivos y que habría sorpresas era algo anunciado. Al fin de gira se sumaban otros factores y por ello Mai pedía un favorcito por el micrófono. “Tráiganme una cervecita que me da apuro brindar con esta gente con agua. Y como dice el tango, loca ella”. Y como si de un reclamo publicitario se tratara, “Loca” fue vagamente escuchada desde el escenario porque la voz cantante ahora la llevaban desde el público, destacando además una serie de voces femeninas que estaban dejándose el resto.

Unos segundos para afinar la guitarra y comenzar “El mostrador de Dios” con una dosis importante de distorsión. A los brindis tras los micros se suman las cervezas alzadas debajo del escenario. Ahora sí que se ha vuelto a caldear el ambiente y la fórmula guitarra, bajo y batería se desenvuelve entre punteos, riffs y redobles en “La baba del saurio”.

Por las reacciones generales y cómo se está desarrollando la noche el comentario de “estuvimos más finos otras veces, lo reconozco, pero hoy vengo a dejarme la garganta y la tráquea” muy cierto no era. Lo cierto es que hacía calor, quedaba mucho por delante y el sudor que caía por las mejillas de muchos delataba cierto agotamiento, disimulado por las ganas de más. Es el turno de “Demasiado estuche”.

Desde mi punto de vista, para el setlist de Ciclonautas hay que destacar “Cocodrilo dado la vuelta”, donde el pronunciado inicio de bajo, la voz más ronca y la acentuada presencia de la batería dejan patente la potencia, maestría y buen hacer del power trío formado por Mai, Txo y Alén.

Entre coros del público y en un respiro para Txo y Alén, comienza Mai con “Las vaquitas ajenas”. Poco a poco incorporándose la base y fundiéndose con ese momento de intimidad, la pista se viene arriba y acaban enloquecidos saltando. Mucho sudor, sí, pero las fuerzas parece que no se han agotado. Y como respirar es de cobardes, a golpe de batería y algunos “eh, eh, eh”, acompañados de bailes desatados, solo de guitarra, teclado y caída de ritmo, entra de nuevo la voz de Mai. Es “La alegría” y desde el público el contoneo, sobre todo en las primeras filas, viene marcado por los golpes de bombo y charles y aire de rodeo norteamericano. Esta, por cierto, una genialidad.

Y Ciclonautas abandona el escenario. Wait. Miro el reloj, miro mis notas y pienso “No puede ser”. Y no, no era. Con celeridad van apareciendo sobre el escenario una mesita redonda baja de bar, un cajón con la imagen de Marea, en el que se acomodaría Alén y comienzan a reubicar los micros. La mesa al final fue utilizada como taburete por Mai. “De la Pampa húmeda se puede pasar por el Paraguay. Vamos un rato al Paraguay”. Simulando con la maraca el sonido del cascabel de la serpiente, comienza un set acústico compuesto por “El cuento de nadie”, “Veneno” y “En el Paraguay”.

“Como dijo el gran Enrique Villarreal, que corra el aire”. Y fue precisamente “Que corre el aire” el momento previo al instante especial de la noche. “¿Saben qué? Que es el cumpleaños de Alén”. Entre gritos de “Rubio, te queremos” y un desafinado cumpleaños feliz (como mandan los cánones por otra parte, porque un cumpleaños feliz afinado no es un cumpleaños feliz), caen las luces para hacerle soplar las velas, entregarle un tarjetón con supongo algunas dedicatorias destacables a juzgar por su sonrisa y, ya de paso un sujetador.

Volviendo con lo que estábamos “La virtud del caos” y “Kamikaze del nido” justo antes del parón para los bises. En esta última además, Uoho cambia el teclado por la guitarra y viendo que el final se va acercando, una gran ovación les acompaña cuando abandonan el escenario mientras Mai dice “Qué linda noche, ¿no? Otra vez gracias. Ya dije que me iba a poner pesado, pero otra vez gracias.”

El corte dura apenas cinco minutos y los bises corren a cargo de “Los hermanos”, “Qué tal?” y “El dromedario”.

Ahora sí, acaba el concierto y acaba la gira, pero para completar las sorpresas prometidas todavía quedaba un cartucho por quemar. Colofón de órdago para lo que muchos en la sala calificaron como el mejor final y más divertido de muchos conciertos vividos. Dos guitarras, la de Sergio y la de Uoho, dos bajos, el de Txo y el de Dani, Alén a la batería, aro de sonajas para Lucas, Mai a los coros y Javi a la voz para volver a dar vida al “Hay poco rock’n’roll” de los Platero. Mucho desenfreno y pies de micro por los suelos. El tema acaba con todos vueltos hacia Alén y un nuevo cumpleaños feliz.

Mucho más que un planazo para un juernes. Resumen de la noche: Categoría 5 en la escala Saffir-Simpson y daños catastróficos cuando suena el despertador y te acuerdas de que el viernes es laborable. Aun así, y por seguir la tónica general de la noche, como diría Enrique Villarreal “A gusto”.

Ciclonautas

Cero a la Izquierda

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