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Reportaje del viaje a Estambul con Boikot

Una vez en Barajas facturo el equipaje y voy al encuentro de Lucía, que llega desde Bilbao con el tiempo justo para coger el avión después de trabajar hasta altas horas en la grabación del directo de Barón Rojo. Volvemos en metro hasta nuestra terminal y despegamos hacia Estambul.

El vuelo hace escala en Frankfurt, así que aprovechamos para tomar unas buenas pintas alemanas en el bar del aeropuerto, antes de embarcar rumbo a la única ciudad del mundo que se encuentra sobre dos continentes. Allí nos esperan dos personas de la organización del Festival (Alí de 18 años y otro turco curtido cerca de los 50, con nombre impronunciable). Al vernos con una coca cola, nos dijeron, entre risas, que con eso no entramos al Festival. El Barisarock nació hace 4 años en oposición al “Rock and Coke”, todas las personas involucradas tienen una fuerte conciencia anticapitalista, en el Festival nadie cobra más que los gastos mínimos y la entrada es gratuita.

Salimos del aeropuerto hacia el hotel. Durante el trayecto hablamos en un inglés precario sobre la ciudad y el festival. Un trayecto de casi dos horas, conduciendo “al roce” en un tráfico infernal.

Café en Barajas
Bandera de Turquía en Estambul
Mar Negro

Ducha rápida en el Yali Hotel del pueblo de Kilyos, muy cerca de Saliyer, a donde nos dirigimos inmediatamente después para tener el primer contacto con un festival de rock extranjero. Aquello parece un parque (en realidad es un parque) donde la gente va de un lado a otro tranquilamente, sin excesos ni sobresaltos. Las oficinas de la organización están situadas en el centro, sin ningún tipo de barrera o impedimento que las separe del público. No se ve nada de alcohol ni otras drogas, más tarde nos cuentan que fuman en las tiendas de campaña, nunca en público.

Nos presentan a buena parte de las personas involucradas en la organización del evento, todos ellos gente muy atenta y amable, un auténtico placer. Incluso una de ellos habla español perfectamente, se convertirá en nuestro enlace fundamental, nuestra amiga Muge.

Una vez establecidos los contactos y catado el ambiente del Festival, regresamos al hotel para descansar y coger el sábado con fuerza.

Barisarock
Caseta de telecomunicaciones

El sábado nos levantamos pronto y cogemos un autobús hasta Saliyer, con la intención de embarcar en uno de los barcos rápidos que hacen el trayecto hasta el centro de Estambul, pero ya ha zarpado y hasta la seis de la tarde no sale el siguiente. Así que nos toca coger un taxi y volver a sufrir el tráfico hasta la ciudad.

El primer contacto con el cetro de Estambul de día es impresionante, las mezquitas se levantan imponentes al otro lado del Bósforo, hace un buen día y todo tiene un color especial. Nada más bajar del taxi vamos a por la ineludible cerveza, se pasea mucho mejor con un toque de lúpulo en el cuerpo. A la birra la acompañamos de las famosas mazorcas de maíz a la parrilla, riquísimas.

Buscamos emplazamientos para las fotos que Lucía tiene que hacer a Boikot el lunes, vemos los lugares más emblemáticos de la ciudad: la Mezquita Azul, la Basílica de Santa Sofía, el mercado de especias, el Gran Bazar… Las calles está llenas de detalles que hace que Lucía se quede tranquila, segura de que no va a haber problemas para hacer unas buenas fotos. Así nos pasamos toda la mañana y parte de la tarde.

Mezquita Nueva de Estambul
Mercado de las especias
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Sobre las siete regresamos al Festival, para preparar los asuntos técnicos. Nuestra intención es retransmitir vídeo y audio en directo del concierto de Boikot, así que comprobamos la conexión a Internet y el alcance del punto de acceso WIFI: negativo, no llega a la zona donde tenemos que situar nuestro equipo. Ni de lejos.

Llamamos a Juankar y compañía (“equipo BKT” de ahora en adelante), les explicamos la situación y se ofrecen a traernos un repetidor de señal. Puede ser una solución, pero hasta que no lo probemos sobre el terreno no sabremos si realmente funcionará.

Es sábado por la noche y estamos en un festival de rock turco a 3.000 km de casa. Empezamos a darnos cuenta y flipamos bastante. Todo va sobre ruedas, vamos conociendo a mucha gente, incluso nos encontramos con un Uruguayo que vive en Barcelona y anda de vacaciones en solitario por allí. Vemos varios conciertos, grupos de todo tipo, nos llama la atención bastante uno egipcio que hace una especie de rock progresivo con toques de música tradicional, y sobre todo un artista al que llamamos “el Rosendo turco”, que toca un rock bastante parecido a algunos grupos de rock urbano de por aquí.

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El domingo nos levantamos con resaca, comemos en Kilyos y directos al Festival. La comida turca es muy sabrosa, carne de pollo o cordero cocinada de infinidad de maneras, acompañada siempre de ensaladas. Un placer sentarse a comer en Estambul.

Una vez en el Barisarock esperamos la llegada de Alberto, que viene el primero, ya que por problemas de plazas tuvo que coger un vuelo anterior al del resto del equipo BKT. Su llegada al festival se retrasa, la persona que le fue a buscar no logra encontrarle en el aeropuerto. Mientras tanto Alberto está viendo el gran premio de F1, que casualmente se celebra ese fin de semana en Estambul. Finalmente damos con él y se viene para el Festival con el repetidor WIFI. Me pongo a trastear con él, pero no hay forma de hacer que se entienda con el punto de acceso local y desisto.

Hablando del problema con otra de las personas de la organización, me dice que el trabaja para Duezguen TV, una televisión alemana creada por emigrantes turcos que ha venido al festival y lo está grabando todo con varias cámaras y una unidad móvil de montaje. Se ofrece a darnos un DVD a la finalización del concierto de Boikot, de manera que podamos subirlo a Internet con sólo unas horas de retraso. Finalmente esto no pudo ser y nos pasaron el DVD el martes. Eternamente agradecidos a esta gente y a toda la organización, porque nos trataron de una manera excelente y se mostraron siempre muy atentos y dispuestos a ayudarnos en todo.

Damos por perdida la posibilidad de retransmitirlo en directo, recogemos los trastos y nos relajamos un poco. Alberto no para de grabar con la nueva cámara de vídeo del grupo y va conociendo a toda la gente. Muchos de ellos son seguidores de Boikot, como constataremos unas horas más tarde, cuando los de Vallekas se suban al escenario.

Sobre las nueve llega el resto del equipo, saludos correspondientes, más cervezas, de esas turcas que no emborrachan aunque ponga que tienen 5 grados de alcohol. Grabamos un “video saludo” que inmediatamente subimos a Youtube y lo enlazamos desde Manerasdevivir y desde la página de Boikot.

El concierto se retrasa debido a un fallo en el suministro eléctrico; un camión que pisó el cable lleva la energía desde el generador. Termina su actuación un grupo turco y los Boikot se preparan para subir al escenario, el momento es emocionante, más cuando buena parte del público se pone a gritar “No pasarán, no pasarán”. Comienzan con “Llorarás”, Juankar lanza un “Welcome to the world, welcome to destroy” y la gente se vuelve loca. Entre canción y canción lo intentan con algunas frases memorizadas en turco y otras universales, como el “Fucking Bush”. Ambientazo durante todo el concierto, más tarde supimos, sorprendidos, que Boikot era el plato fuerte para la mayoría de la gente.

Los turcos corean algunos temas. Seguro que no saben nada de Piperrak, pero allí todo el mundo canta lo de “Kualkier día”. No sólo hay turcos, en las primeras filas vemos camisetas de S.A. y se oyen cánticos como “¿Dónde están? No se ven, los niñatos de PP”. Todo es muy emocionante, sin duda es el concierto de Boikot en el que mejor lo he pasado.

Tras el bolo el grupo atendió algunas entrevistas y nos tomamos las anteúltimas cervezas del día. Volvemos al hotel y nos sentamos un rato en la terraza para intercambiar sensaciones. A la cama “pronto”, que el lunes toca sesión de fotos y turisteo.

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Nos levantamos temprano y a través de la organización conseguimos una furgoneta con su chófer “fitipaldi” que nos lleva al centro y más tarde nos devolverá al hotel. Bajamos a Estambul a velocidad de vértigo, con muchas risas nerviosas a cuenta de las trazadas de nuestro conductor particular.

En Estambul se puede fumar en cualquier lado, la gente habla por teléfono mientras conduce a toda hostia sin cinturón, y con una naturalidad pasmosa. Estos detalles y otras muchas cosas, hacen que todos coincidamos en que es como España hace veinte años.

Una vez en el centro vamos a la plaza que se encuentra flanqueada por dos de los monumentos más importantes de la ciudad: la Basílica de Santa Sofía y la Mezquita Azul. La primera data del año 537, y la segunda es la única mezquita de Estambul con seis alminares. De ahí vamos caminando al Gran Bazar, un mercado donde se puede comprar casi de todo y donde es obligatorio regatear con el mercader de turno. Comemos unos kebaps sin sentarnos y nos subimos a un crucero que nos lleva a conocer todo el Bósforo, incluyendo una parada en la otra orilla, en la parte asiática de la ciudad.

Muchas risas, como siempre con esta gente.

Ya de vuelta probamos el bocadillo de pescado frito que nos sirven en la ribera del "Cuerno de oro", mientras esquivamos a un buen número de niños que nos quieren vender chicles o clínex. El bocadillo de pescado triunfa poco y nos vamos a buscar un Restaurante para cenar. Aquí viene “lo de la Langosta”, preguntad a los BKT por esta cena.

Regresamos al hotel, más birras y nos vamos retirando poco a poco. Yo de los primeros, reventado de tantos días haciendo el turco. Dormí a pierna suelta y el martes estaba otra vez a pleno rendimiento. Lucía, Juankar, Rafa y Jaime van a por más cervezas al centro del pueblo y continúan la velada hasta las tantas.

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Qué la estaría contando...
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Grass y Kosta madrugan y van al aeropuerto, a ellos les toca volver. El resto amanecemos sobre las 11 de la mañana, con las maletas hechas, ya que decidimos cambiar de hotel y coger unas habitaciones en el centro, para ahorrarnos el largo trayecto en coche y tener más independencia. Nos recoge la furgoneta misil y volvemos a la ciudad descojonándonos con la manera de conducir del tipo. “Manolo por dió, pázale un trapo a eze hombre” decía Jaime con su acento andaluz. Llovía a saco y el cristal estaba completamente empañado, algo que no importaba al conductor, que seguía a su ritmo. Manolo, que iba de copiloto, daba el aire para intentar mejorar la cosa, pero el tío (turco perdido que no hablaba inglés) lo apagaba.

Dedicamos todo el día a hacer turismo, y por fin nos tomamos unas cervezas como dios manda, en una comida cojonuda que nos pegamos en el “Restaurante Medusa”.

Por la noche quedamos con la gente del Festival, que nos llevan a cenar a Taksim, la zona de bares más conocida de la parte moderna de Estambul. Nos entregan el DVD prometido con la actuación de Boikot, y nos cuentan que lo van a emitir en plataformas digitales de toda Europa.

La noche coge carrerilla. Los bares de última hora están todos en las plantas altas de los edificios, se entra por el portal y se sube en ascensor, allí escuchamos el “Legalización” de Ska-p, canturreado por soltura por todos los turcos. Seguimos percibiendo que Boikot es un grupo conocido en la ciudad, los bares están encantados con nuestra presencia.

Un buen punto fue lo que nos encontramos en el último bar. Estamos los cuatro últimos: Carles (manager del grupo en las salidas al extranjero), Juankar, Lucía y yo, además de varias personas de la organización. Subimos cuatro plantas en ascensor más dos por las escaleras, atravesamos un pasillo, y nada más abrir la puerta del bar un grupo comienza a tocar el “Dani California” de RHCP. Pedazo bienvenida. El trío no lo hacía nada mal. Allí nos tomamos las últimas cervezas, que no fueron pocas.

Llegamos al hotel a las cinco de la mañana y a las seis y media Lucía y yo cogemos un taxi para el aeropuerto, el trayecto, pese a la resaca, es precioso. La luz de esas horas sobre el Bósforo, la tranquilidad que se respira, y todos los recuerdos que nos llevamos forman un ambiente mágico.

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