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El Toubab. «Al igual que la felicidad es una decisión, las canciones deben ser un bálsamo curativo que no esperan nada de nadie mientras se abrazan a la esperanza»

Abril de 2015. Por Fernando F. Garayoa

Cuando las canciones vienen cargadas de verdad se nota a la legua, con la primera palabra o el primer acorde. El Toubab es uno de esos músicos a los que solo cabe admirar por su forma de forjar, sufrir, sentir y, al fin y al cabo, vivir la música. Le supura por los poros, cae por sus lagrimales y rasga sus vestiduras. Su nuevo disco, 'El sonido de las monedas', podrá gustar más o menos, pero nadie podrá decir que no es de verdad, que cada canción está forjada en libertad y que cada mísera coma y cada pequeña nota están sentidas como si fuera la vida en ello. Solo cabe dejarse acariciar, o arañar, al gusto.

El espíritu de estas canciones se forjó a miles de kilómetros de donde ahora se encuentra El Toubab, ¿cómo han vivido, sin utilizar términos como 'ganar' o 'perder', su particular odisea hasta 'nacionalizarse' sin que nos resulten ajenas?

Nací en el Mediterráneo, entre canciones de Serrat, pero también entre rolas de José Alfredo Jiménez, Peret o Janis Joplin. Crecí con Leño, me interesa el cancionero popular, pero mis canciones no creen en nacionalismos, tampoco les molesta que las llamen extranjeras porque, seguramente, así se sientan. Nacen en el lugar dónde me encuentro en el momento de escribirlas, y luego viajan conmigo o acompañadas del oyente. Estas últimas, las grabé con el músico y productor Cubano ‘Papa Orbe’ Ortíz, y los músicos colombianos y ecuatorianos, Fidel Antonio Minda, Juana Gaitán y Juan Pablo Balcázar, precisamente para conseguir un sonido peculiar, y distinto al nacional.

La calle, el metro, los trenes, las aceras, ¿qué impronta han dejado en el disco?

Indudablemente, la alegría de estar en contacto directo con la gente. El calor humano, eso se percibe en cada una de las canciones de este disco. Es frescura en estado puro.

El Toubab, ¿viajó para crear, creó mientras viajaba como quién necesita comer, o el viaje y la música son dos partes indisolubles como Jaume y su guitarra?

Fito Páez canta en una de sus canciones, 'La Rueda mágica', “recuerdo un día como hoy, me fui de casa a tocar rock & roll y no volví nunca más”. Nunca volverías a casa cuándo sales por ahí a girar, pero al fin, todos volvemos al hogar con ganas de descansar; eso sí, a los dos días deseas irte de nuevo. Soy un adicto a los viajes, a la carretera, necesito ver y descubrir constantemente cosas nuevas. Siempre aprovecho los viajes para componer, la verdad no me veo en casa, con un ordenador haciendo canciones en un home studio. Ni lo tengo ni lo quiero. Eso a mí no me interesa. Viajar y escribir canciones en movimiento, con una guitarra, papel y bolígrafo, eso es lo que me agrada.

Nos encontramos ante canciones anárquicas, que saltan de un estilo a otro (reggae, blues, rock...) como quien le da una calada a un cigarro, luego bebe un trago de cerveza, fuma de nuevo y entonces se aplica un lingotazo de whisky; canciones que huyen de estructuras cerradas, al uso, y se dejan querer por el sentido de las palabras. Todo ello, ¿es resultado de un músico también anárquico, de un espíritu libre, de un viajero rebelde...?

Soy un humilde creador que escribe con el corazón, sin reglas ni pautas a seguir. Me entusiasma no tener que darle muchas explicaciones a nadie, hago canciones que me gusten, como decían los Leño: “Yo sólo hago rock and roll y no voy más lejos”.

“Guitarras que suenan mal pero traen esperanza, que abrazan sin pedir nada”, al fin y al cabo... ¿así debiera ser la música si consiguiéramos aislarla en estado puro?

La música, para muchos, acaba siendo una frustación. Yo entiendo la música como algo mágico, algo que me sirva para compartir sin tener que competir con nada ni nadie, evito decepciones, tengo claro eso, al igual que la felicidad es una decisión, las canciones deben ser un balsamo curativo que no esperan nada de nadie mientras se abrazan con lo último que se pierde: la esperanza.

Cuando uno rinde homenaje, o simplemente recuerda a un amigo a través de una canción, pasa por encima del riesgo de dejar miles de recuerdos y vivencias en el cajón para centrarse en la huella profunda, quizá en la cicatriz que deja la pérdida. ¿La música era el tatuaje que te unía a Toni Urbano, el que principalmente has querido reflejar en 'Cita en Madrid'?

Conocer y convivir con Toni Urbano fue una de las cosas más bonitas que me han sucedido en la vida, estar a su lado durante tantos años es algo impagable. Era silencioso, humilde y poseía el don de no juzgar nunca ni hablar mal de nadie, era buen consejero y un hermano mayor del que aprender. Su pérdida me dejó huérfano y un buen puñado de recuerdos bañados en amor, podíamos estar juntos durante horas y horas, hablando sólo de cosas relacionadas con música. Podría hacer miles de canciones para él, pero todas hablarían de lo mismo: de música.

'Mi debilidad', al margen de su cariz metafórico, es una apuesta por la vida, por la batalla necesaria para conseguir las metas... ¿Tiene definidos sus sueños El Toubab? ¿En qué parte o modo se han cumplido con este disco?

Suelo marcarme pequeños objetivos sustituyendo la palabra problema por solución. En un cuaderno dibujo mis sueños y los pinto a lápiz, y debo decirte que, al final, los termino a colores y siempre son más bonitos que los imaginados y deseados.

La grabación del disco se realizó sin que los músicos apenas conocieran las canciones, tal y como si fuera artistas callejeros que se sumaban a cualquier actuación callejera de El Toubab. Un juego que a primera vista puede resultar divertido pero que discurre por el camino que marca el equilibrista por el alambre: un paso en falso y todo se precipita al vacío. ¿Cómo hizo El Toubab para mantener a todos los músicos tras su senda?

Pensando que todo es posible, entregándome a las ganas y venciendo con una sonrisa a la adversidad. Irse a un estudio, totalmente desconocido para mí, con unos músicos con los que jamás nos habíamos visto ni escuchado es una locura muy grande pero de esas locuras nacen las grandes experiencias.

El hecho de contar con Rosendo y El Drogas en este álbum, para un músico casi místico y fetichista, ¿qué tipo de círculo cerraba?

Sin duda, fue algo más que un guiño a la banda sonora de mi vida, era invitar a dos de mis ídolos, pero también a dos amigos de mi amigo a los que un día conocí, y que debían, si podían, sellar una etapa importante entre nosotros, aquella que sin quererlo terminó.

¿Los poetas sin documentación son los que escriben las verdaderas canciones de amor?

Para descubrir si es verdadero el amor, hay que alejarse de él. Para querer volver a tu tierra debes abandonarla. Los poetas con documentación deberían hacerlo alguna vez.

En estos tiempos es imposible aislarse y evadirse del todo, aunque tus pasos discurran por la lejana Canadá... ¿Han conseguido que atemos nuestra vida a esa 'Ciudad de la depresión' hasta el punto de que casi nos sintamos culpables?

Nos quieren engañar e implantar el miedo con su falsa democracia, que no es más, que la máscara del fascismo que nunca desapareció. Censuran conciertos a Fermín Muguruza o S.A. y nos omiten que las cunetas están llenas de cadáveres, pero, somos muchos, cada vez más, los que sabemos quienes són los verdaderos culpables: Los que quieren terminar con la cultura, los mismos que mataron a García Lorca o Salvador Puig Antich.

¿El camino que nos queda es despertar al león dormido que habita en el pueblo, a golpe de rock and roll si es preciso y hasta la saciedad?

Woody Guthrie cantaba para los pobres y los oprimidos, compartió vagones de tren con ellos. No hay otra alternativa, nada ha cambiado, por lo tanto, no deberíamos desviar la mirada ni bajarnos del tren.

Cuando 'El sonido de las monedas' se manifiesta como resultado de una canción, ¿qué le sucede al corazón del artista que la interpreta, y al alma que la creó?

Que dibuja sonrisas en su corazón cada vez que la canta. Es pensar en tantas caras anónimas que desaparecieron tras depositar continuidad en la funda de la guitarra y darle cosquillas al alma. Algo muy satisfactorio y que no se paga con dinero.

Por Fernando F. Garayoa

Web oficial El Toubab

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