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Inconscientes y Cero a la Izquierda en Madrid

31 de marzo de 2017. Sala Penélope

Texto de Verónica Diez. Fotos de Mikel Masa

Hace unos días leí que Brian May declaraba a los medios que como guitarrista se puede llegar muy lejos pero que “las guitarras no son tan importantes como las partes vocales”. Cierto o no, hay guitarristas que adquieren tal relevancia mediática por su virtuosismo que nombres como Richie Sambora, Carlos Santana, Slash o el mismo May no son desconocidos para el gran público. A nivel nacional este fenómeno también existe y entre sus máximos exponentes se encuentra Iñaki Antón, Uoho para más señas, que después de casi una década encontró un huequito para lanzarse a la carretera con Inconscientes. La programación de la madrileña Sala Penélope cerraba el mes de marzo con la presentación de Quimeras y otras realidades y abriendo fuego el Campo de minas de Cero a la Izquierda, donde si de guitarristas hay que hablar, Sergio Pérez de Ugarte sitio se ha hecho ya en el clan de los virtuosos nacionales.

Pero con todos mis respetos, señor May, comparto su opinión solo en parte y aclaro que como frase aislada y, por tanto, fuera de contexto. Tanto Inconscientes como Cero a la Izquierda, y respectivamente en su duelo vocal con Jon Calvo y Javier Robles, a los bajos con Miguel Colino y Daniel Lafuente y llevando los tiempos José Ignacio Cantera y Lucas Nicolay, sin olvidar los teclados de Aiert Erkoreka son máquinas tan bien engrasadas, que como conjunto superan las muchas virtudes de cada uno de ellos por separado… ¡Y no son pocas!

Cero a la Izquierda llegaban a la capital con la noticia del cartel de todo vendido colgado en la puerta y tras haber reventado el Zentral. Y por qué no añadirlo… de hacer temblar la tierra. Culpables o no del terremoto que sacudió Pamplona la misma mañana que presentaban el disco en casa, venían dispuestos a que se produjeran al menos un par de réplicas y así fue.

Con el primer cañonazo a las 20.30, puntuales y con la sala todavía llenándose, pero a media entrada, cayeron las cuatro primeras sin tregua alguna. Desde Crupier Fortuna a la citada Va a temblar la tierra, pasando por Huellas y Vale la pena, las ganas de dejarse la piel en las tablas de los navarros sorprendía a un público que, poco a poco iba tomando posiciones en la sala. Con mucho descaro y muchas tablas, los Cero sacaban un sonido increíble, en la difícil sala Penélope, a pesar de la ausencia de Iñaki Llarena a los mandos, que los hace sonar como nadie. Un encantador equilibrio si se le suma la humildad de estos cuatro jóvenes que pueden tener un detalle tan bonito como el que tuvo Javi con esta que escribe estas líneas, acercándose en medio del cuarto tema a darme un beso e interesarse por mi salud tras la reciente operación que casi me impide acudir a esta cita.

Cero a la Izquierda
Foto: Mikel Masa

Cuando finalizaba el concierto, apoyadas en el escenario mis 12 grapas en la tripa yo, y ya con la sala repleta me preguntaban compañeros de prensa que cómo los había visto. Mi respuesta tan concisa como “Han gustado. Seguro. La gente aplaude y sonríe. Se ve”… Pero hasta llegar a esto, todavía queda un rato.

Y previo a la quinta, llegaron las primeras palabras que presentaban a la banda, de la mano de un Javi Robles que se deshace en elogios hacia sus compañeros y que aprovecharía hasta el último rincón del escenario para dar lo mejor de sí, ya sea por encima de los amplificadores o cantando desplomado sobre el suelo por logrado agotamiento. Y sin quitarle razón, hasta aquí los cuatros primeros temas fueron cuatro de los más contundentes de la banda y con mucha presencia de la base rítmica, donde brillaron especialmente Dani y Lucas. No sería el último momento de la noche donde es de justicia mencionar su actuación. A eso ya llegaré.

Pero Solo un espejo es una de las canciones donde más se aprecia la capacidad vocal del intérprete pamplonica y así llegaron sus primeros momentos destacados, terminando por cantar sentado en el borde del escenario entre merecidos aplausos. Así, esta y Banda sonora conformaron unos minutos de esos donde una voz te pone la piel de gallina.

Con Agosto llegó uno de los momentos más especiales del concierto de Cero a la Izquierda, con la habitual dedicatoria al fallecido tío de Javi y con el recuerdo de todos aquellos que ya no están, pero están vivos mientras se les recuerda. Este momento tan íntimo pareció marcar un punto de inflexión en la actuación de los navarros que en adelante se sentían más conjunto que nunca.

Apremiando el tiempo otro combo de cuatro que puso en movimiento a la pista de nuevo. De mis favoritos Hasta que duela y

Sobrevivir, seguidos de Telón de acero y No te van a perseguir.

Breve presentación de la banda para cerrar con Mis lamparones, tema presentación de su segundo álbum y que se ha hecho con un lugar especial en los directos. Pero ojo, quedaba pendiente hablar de otro brillante momento de los instrumentistas de Cero a la Izquierda y es que en medio del tema de cierre, Robles cede el protagonismo a sus compañeros que, con una facilidad pasmosa, cuelan el Raining blood de Slayer. Unos sufrimos para pasarla en el Guitar Hero y otros la interpretan con instrumentos de verdad y sin despeinarse. Y tienen pelazo… Como chascarrillo de moda, había que colarlo…

Con la sala llena y las sensaciones que transmite el trabajo bien hecho, se retiran los Cero y Madrid recibe a Inconscientes entre una sonora ovación. Diez años es mucho tiempo en general, pero como decían los Desorden “la espera se hace eterna cuando no sabes qué esperas” y mucha expectación había generado la vuelta de Inconscientes y lo que depararía su segundo álbum… O segundo y tercero más bien…

Iñaki Uoho
Foto: Mikel Masa

Analizando un poco las opciones que tenía Inconscientes para conformar el directo te das cuenta de que con dos discos para presentar, uno para recordar y otros temas que no podían faltar, prepararon un setlist muy equilibrado con cuatro temas de La Inconsciencia de Uoho, 6 de Otras realidades, 3 de Quimeras, 4 de Platero y tú y 1 de Extrechinato y tú. Una fórmula exitosa que seguro no llevó un par de minutos decidir.

Y mientras hacían sonar sus instrumentos a ritmo de Otra realidad, tema que abre Otras realidades, Jon, Iñaki, Miguel, Aiert y Cantera tomaban posiciones para hacer vibrar la sala, literalmente. Un show trabajado y deslumbrante al que trataron de deslucir, sin éxito, algunos acoples en el sonido. Y sin mediar palabra hasta después de Arden las sábanas y Tendrá que ser otra vez, Uoho nos daba las buenas noches. “Hemos venido a pasarlo bien y lo vamos a pasar bien. Nosotros por lo menos sí”.

De aquí en adelante, descarga de temas en los que descansar era una cosa de cobardes. Hace unos meses tuve la oportunidad de charlar un rato con Iñaki y Jon y prometían un concierto de rock, de los que crearían un viaje por ambientes, de los de 100% sudor y 0% sofá. Y tras Detrás del universo llegó el primer gran viaje, el que iba más allá de La inconciencia de Uoho y remontaba a los tiempos de Platero con ¿Cómo has perdido tú?. No sería el último viaje a este pasado o paralelo a él. Con el público al completo metido en ambiente, cayeron Mi desierto, Luna y No te detengas, antes del combo “plateril” que acabó de reventar el show alcanzando la mitad del repertorio. Las elegidas, dos tan célebres como Alucinante y Voy a acabar borracho. Uno de los momentos más especiales de la noche, solo precedido de Una vez más, llegaba con la interpretación de Óscar Beorlegui, jefe de prensa de El Dromedario Records que, en ausencia de Manolillo Chinato ponía voz a Eterno viajero. El único descanso de la noche llegó tras Polvo eres y Dentro de una botella. Un descanso corto, muy corto, en el que apenas dio tiempo a que se arrancasen a pedir bises, cuando Inconscientes se disponía a seguir con la tralla.

El silencio se rompió con Cacareo y alcanzó su punto de máximo esplendor con El último hombre libre. Tras escuchar el álbum por primera vez, y así lo manifesté, creí que El último hombre libre estaba llamado a ser un imprescindible en la discografía de Inconscientes y a juzgar por la respuesta de la Penélope, no soy la única que ha pensado así. Si bien Inconscientes cuenta con músicos de grandísimo nivel, comandados por la personalidad, virtuosismo y en ocasiones eclipsante presencia de Uoho, es la voz de Jon la que hace de este tema un algo especial. Siempre he tenido predilección por la voz de Jon, desde aquel “siento el tiempo arañando mi piel si la locura me da de comer cucharadas del tarro de miel donde guardo tus besos” y este tema me ha recordado aquellas sensaciones.

Cierre a una gran noche de rocanrol con Empieza la función y Hay poco rock & roll, con fin de fiesta en una espectacular batalla musical donde los instrumentos hablaron tanto como las palabras.

Y yo me lo quería perder…

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