06 de octubre de 2024 | Publica tus noticias | El Rock and Roll es la Única Fe Verdadera Arrodillaos Perros Infieles |
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¿Qué es el Rap Kinki? ¿Y el Trap?Crónica de Jarfaiter en el ShikilloPor Javi Agradecido. Crónica por Drogoteca Hace tiempo nos llegó una noticia con el vídeo de un tal El Coleta, lo vi y pensé que se trataba de un youtuber simpático, sin más, no lo publicamos. Luego, a través de un colega que lleva una famosa web especializada en drogas, descubrí que El Coleta es uno de los máximos exponentes del Rap Kinki y que salpica sus letras de referencias a Extremoduro, Los Suaves, Burning y unos cuantos totems más del rock urbano. Jarfaiter escucha a Arpaviejas y Cicatriz y dice que hace rap porque no sabe cantar flamenco, sin bromear. Investigué un poco y vi la que tiene montada esta gente. ¿Y qué coño es el Rap Kinki? Escuché decir a Rosendo que en el rap está la mala leche que antes era patrimonio del rock, se me quedó grabado, pero a la peña del Hip Hop de por aquí les veía más en la recreación del Bronx de un parque temático que en Carabanchel, hasta que llegó el Rap Kinki. Para ellos los rapers típicos son unos faranduleros, en el rap kinki son macarras pero no delincuentes, el que la lía bien no puede llevar pintas, dice el Jarfaiter. También se le conoce como trap, aunque no estoy seguro de que sea lo mismo. Soy incapaz de escucharles de seguido, mis oídos no toleran bien sus bases, pero me ha parecido una corriente digna de mención, entre otras cosas por lo sorpresivo que me ha resultado su irrupción de esta manera y en este momento. Aprovechamos para su presentación esta crónica del concierto de Jarfaiter en el pasado Shikillo que nos cede amablemente su autor, Drogoteca sí, el de la famosa web y Cannabis.es, donde fue publicada originalmente. 3 de julio de 2018: Actualizamos el reportaje con el último tema de El Coleta: Siempre Crónica del concierto de Jarfaiter en el Shikillo FestivalPor Drogoteca ¿Y quién coño es Jarfaiter? Para unos un artista y para otros, un ratero. Llevo media tarde pensando cómo plantear esto, porque es complicado hablar de alguien que hay mucha gente que no conoce y otra mucha gente que le conoce musicalmente demasiado bien (entre los que -por suerte- me incluyo). Creo que lo mejor es aprovechar que él mismo sabe presentarse solito -y ya lo ha hecho- para dar una clara idea de quién es, para quien no le conozca, aún. ¡¡Jarfaiter!! El sonido que te aplasta... No es su último trabajo (tiene ya un tiempo) pero sigue teniendo la vigencia del carácter que exhibe: el de un kinki. Seguramente todo el mundo ha escuchado la palabra y tenga una idea de la clase de personaje a quien se refiere, pero es posible que no imagine el origen -antiguo y curioso- del término. Proviene de la palabra quincalla que viene del francés antiguo y nace de la onomatopeya del ruido del metal: clincaille o en español, clin-clin. De ahí derivó -finales del siglo XVII- en quincallero o quinquillero para referirse a esas personas que andaban haciendo ruido con los metales y que ahora llamaríamos chatarerros y metaleros. Eso se terminó acortando en la voz quinqui (me lo llamaba mi abuela desde que hice 8 años) y que -ahora- actualiza su grafismo en kinki. Según mi abuela, los quinquis eran los que viajaban de forma nómada viviendo de la quincalla y los trapos, y que no eran casi nunca bien recibidos en los lugares por donde pasaban, dado su carácter pendenciero poco dado a respetar normas y convenciones sociales, como la propiedad privada. Muchas veces, por donde pasaban, eran como los hijos del caballo de Atila y arrasaban, con miseria y hambre como únicas banderas: su fama les precedía y la ruina les perseguía, pero uno no elige dónde nace. Los tiempos han cambiado, pero esas dos banderas no. Ahora, los quinquis o kinkis, no van en carro ni dependen de un caballo. O sí: van en carro -cabalgando la vida- y dependiendo de sus caballos. ¡Cómo ha cambiado todo para seguir todo tan igual! Sigamos pues. ¿Es Jarfaiter un kinki? Pues nos volvemos a echar un vistazo a su curro y tenemos una pieza -deliciosa, dentro de un trabajo llamado Malianteo Criminal en el que explora ritmos y sonidos, del otro lado del charco- que nos da unas cuantas pistas (y curiosamente hoy cumple 2 años desde su publicación): Rial Kinki. Déjate vendiendo flow, so julai... ¡Ay! Rial Kinki for life!! Una infancia complicada, que le forzó a ser más duro que la vida que le tocaba jugar para sobrevivirla con dignidad, y le dio contacto forzado con el lado más oscuro del sistema -el lado de la prisión y la eterna penitencia para los familiares del preso, incluidos sus hijos- y que también le mostró el lado más crudo de las drogas en su propia familia (recuerdo a mi tío pidiéndome 'chito' pa' bajar a Valde desde Embajadores) le hizo ser, usando sus palabras de nuevo, un experimento sociológico, el resultado de un conjunto de finales trágicos que han desarrollado, en mí, un problema psicológico. Y en su último vídeo y tema, se reafirma: Soy un puto buscavidas, para que te enteres. Las fuentes de las que bebe son las de aquellos que tenían que salir a buscarse la vida con el hambre de la mañana y el llanto de las tripas vacías en los niños, y que con el agua al cuello, le echaron dos cojones. Héroes de la supervivencia -con finales trágicos también en su inmensa mayoría- que pavimentaron la infancia y juventud de una generación, y que son la banda sonora de esas vidas realmente complicadas y oscilantes entre el talego o la tumba -Música taleguera, escucha ramera; oros, chándal y riñonera. Espera, fiera.... Que te damos cera!!- como las de El Torete, El Jaro, el Pirri, o el Pera. Este último es un poco la vergüenza del grupo: se vendió al enemigo y eso -en la calle- no se perdona nunca. El Pera fue el ejemplo de delincuente marginal famoso,-que sirvió de propaganda social ansiolítica- mostrando su sumisión a la policía, terminando sus días como profesor -pa' los picoletos- de conducción evasiva y bajo nómina y mando de la Guardia Civil: antes muertos que acabar como el Pera, dice el Jarfa y tiene toda la razón. Y con ese historial, más un montón de cosas que -lógicamente, al no ser un bocas- no cuenta, pues un buen día se dio cuenta que o se ponía a escribir, o iba a acabar reventándole la cara a alguien (o con ella reventada por alguien, esto va así y nunca se sabe). Se puso a contar lo que eran sus vivencias y lo tuvo muy claro desde el principio, sobre todo en este ANTIHÉROE -su primer trabajo ya a nivel totalmente profesional, que salió hace un año- en su primer tema: Si no has crecido entre robos y 'puñalás', normal que no te guste porque no lo entenderás. ¿Por qué no te vas a escuchar a los demás y me dejas a mí en paz? Hijoputa... ¡¡qué asco das!! Lo completa con su forma de plantear la lucha social -colisión para ser exactos- con la misma delicadeza que tendría con un madero en las manos. ¡Menos pulir estrofas y más ir a la manifa! A tirarle piedras a la puta policía y al perroflauta que te raya si la lías. ¿Desde cuándo dan órdenes los hippies? Vete con tus malabares a la guardería. Está a punto de estallar una carnicería y tú vas a acabar sin dientes en comisaría. Para el próximo día yo me lo pensaría... Se preguntará el buen ciudadano que por qué hay que tirarles piedras a la policía, y las respuestas las encontramos de nuevo en su música: ¿Quieres saber el motivo de mi ira? Tengo comprobado que la ley es mentira: no me detienen, me pegan y se piran!! ¿No les parece un motivo justo para odiar a la policía? Pues a mí sí, miren, tal vez porque yo también me he llevado algunas... de la que no me dieron copia en papel, sino en carne. Y me han requisado todo tipo de cosas, de las que no he recibido ni un documento por su retirada ni información alguna sobre su destino y situación legal. Y de los billetes no dan recibí, no (especialmente la policía local de mi ciudad, que ha limpiado mi coche 2 veces). He soportado a un polizía nazional de mi ciudad, que me robó -por la cara- un bate de béisbol del coche y, de paso, aprovechó para exigirle a uno de los pasajeros del coche la mitad del dinero robado el día anterior en ese asunto a pachas mientras el ladrón fumaba speedball (cocaína y heroína) en plata negociando -a la baja- la mordida con el terrorista armado (madero, a ti te espero, hijo de puta). La verdad es que para odiar a la policía, cada cual puede elegir entre la variopinta paleta de opciones que nos sirven y no hace falta extenderse: nos sobran los motivos. Seguramente el retrato robot del joven músico podría ser aplicado -sin cambios- a muchos jóvenes en nuestro país. Jarfaiter labró su suerte y encontró -dedicándose a plasmar su mundo en su música- la salida del laberinto. Pero para otros muchos -como él- la bifurcación del camino sólo tiene dos direcciones: talego o tanatorio. Con este currículum, el tipo se ha ganado el respeto. Sólo nos quedaba comprobar si en directo daba la talla o era sólo espejismo. Así que cuando nos enteramos de que tocaba el viernes 5 de agosto en el Shikillo Festival, en un escenario gratuito en la hermosa localidad de Candeleda (Ávila) que además es su tierra, no lo dudamos. Desayuné una anfetamina -con abuso, de precio por las farmacéutica- y con el Acelera (la Guardia Civil me la come entera) de Jarfaiter sonando en mi buga marronero (en serio, atrae a la pasma, no seais como yo) con 15 gramitos de yerba y conduciendo con ganas, nos plantamos en un par de horitas en Candeleda. ¿Dónde tocará este hombre? Así que aparqué en zona prohibida -a la puerta de la policía- saqué los porros y el grinder y nos fuimos a trabajar un rato a la zona de la barra, a por algo de riego que veníamos secos (el calor era la leche y eran las 12 de la mañana con un sol como pa' derretir cera. Siendo un tipo muy cívico como soy, y siendo las chicas de Protección Civil además de guapas, muy simpáticas, pues me acerqué a preguntarles si pasaría algo si me liaba un canuto allí mismo o si mejor me abstenía (nunca sabes de qué pie cojea la pasma en cada lado) y lo hacía de tapadillo. Me dijeron que ningún problema y allí nos pusimos. En 3 minutos había pasado ya un tipo a ofrecernos dinero a cambio de yerba. Respuesta: trinca este cogollo, pírate de aquí y no me molestes más. ¿No plantan allí o qué? No debían plantar mucho (o se habían fumado ya toda) porque a veces tenía la impresión de que sólo nosotros estábamos fumando porros como si no hubiera un mañana (como siempre, digo) y quedó confirmada cuando Denom, que también cantaba con Jarfaiter sobre el escenario, gritó: ¿pero qué pasa? ¿aquí no se fuma o qué? y le contesté: ¡¡eh!! toma... ¡Buen ojo! Denom trincó mi trompeta de Green Poison y no la soltó (tengo fotos de toda la secuencia, y el tipo sabe colocárselo de todas las formas para protegerlo y seguir fumando mientras canta) y cuando me había olvidado del canuto, apareció uno -creo que de la organización- y me pegó una voz para devolverme la chusta con un par de caladas aún. Todo un detalle que no olvidase que se lo habían rulado. Gracias por la vuelta, Denom. ;) FOTOS El concierto fue una fiesta, a la que ayudó un escenario que por su posición servía de corte a la luz de la justiciera solana y así su sombra empujaba al público hacia adelante. Pensé que era el escenario más agradecido posible de cara al músico pero no hay -por desgracia- muchas ocasiones en las que haya conciertos a las 12 del mediodía. Terminó -con la gente pidiendo más y más, porque nos lo estábamos pasando realmente bien- con algunos de los temas más revoltosos pero de revuelta y Jarfaiter acabó tirándose al mosh formado al ritmo criminal de Yomada - (no apto para bujarrillas sensibles) que es un tema con propiedades psicoactivas (singing!!everybody!!) para algunos... Fin de conciertazo con foto de recuerdo, de la que merece la pena destacar la belleza de la primera fila (y es que entre ver maromos o ver chonis en primera fila, me quedo con lo segundo sin pensarlo) y también cómo se comen al Jarfaiter con los ojos... cosa de la que tengo constancia en varias fotos. Seguro que este detalle le encanta a todas esas perras envidiosas que se dedican a ladrar (sólo en la red, a los conciertos no tienen pelotas para ir) en los comentarios que dejan cada vez que Jarfaiter saca un tema en Internet. Con el puto caloraco que soltaba Lorenzo tras el concierto, nos fuimos a refugiarnos a un lugar encantador llamado La Barranca. No sólo el precio era acorde a lo ofertado, el servicio aceptablemente bueno, el trato amable y la comida rica, sino que no se opusieron -con ninguna vehemencia, vamos- a que me liase un canutito allí mismo tras la comida, y me lo clavase a caraperro con un rico café antes de volvernos a casita en una cómoda tarde noche que terminó en el bar de Manolo Chinato, en Puerto de Béjar. En definitiva, no importa si no habéis escuchado hablar de él o si -como mi parienta- le odias con todo vuestro alma musical. Ni es pose ni va en broma; chuparéis Jarfaiter para largo, perras... ;D Más fotos del concierto en Cannabis.es Original Quinqui (más de 100.000 reprudcciones en dos días) ...Pepe Risi tocaba la guitarra... |
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