30 de mayo de 2023 | Publica tus noticias | Somos amigos de Teófilo Garrido |
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La M.O.D.A. Parar en lo más alto22 de octubre de 2016. Sala Joy Eslava (Madrid)Texto de Luis González. Fotos de Patricia González Sold out de tres días. Esa era la carta de presentación en la capital del fin de la gira La primavera del invierno, de La M.O.D.A. Una banda que pese a su juventud (apenas cuentan con 5 años a sus espaldas), ha conseguido abrirse su hueco dentro de la escena folk rock nacional. ¡Y no les quitemos méritos! No estamos en Dublín, en este país es un género complicado de batallar y de hacer llegar al gran público. Unos minutos antes del comienzo del concierto del tercer fin, la Joy Eslava se encontraba pletórica. Un marco único, un público expectante. Un lleno hasta la bandera. ¡Había que estar a la altura! Pocos minutos después de que Iseo, ganadora del TalentoSOS 2016, inundara la sala con su soul cargado de frescura, saltaba al escenario la banda, muy puntuales. Una puesta en escena en su línea, sencilla, con su estética habitual, las camisetas blancas de hombreras de las que han hecho su símbolo de identidad. Un set list sin novedades, el habitual de la gira, manteniéndolo prácticamente inalterado. Arrancaron el bolo con Nubes negras, la intro del trabajo que presentaban, continuando centrados en temas de éste segundo disco. Enérgicos, motivados, metiéndose a un público en el bolsillo que ya se había desgañitado la garganta cantando Miles David. Un portento de batería en Disolutos lanzaba al público hacia Suelo gris, para continuar con temas de su primer trabajo, hasta la llegada de uno de los momentazos de la noche: la irrupción en el escenario de Gorka Urbizu, alma de Berri Txarrak, para colaborar con el tema PRMVR, en el que hasta el público se atrevió con el euskera. Se hizo corto. El concierto continuó con Catedrales, Los lobos y Flores del mal, en un ritmo menos frenético, más íntimo, tal y como requerían estos temas. Y llegó La cuerda floja, de la mano de Quique González, quien después también acompañó a la banda con 1932. ¿Qué se puede decir que no se haya dicho ya de este maestro? Todo un lujo verlo sobre las tablas. Y tras ¿Quién nos va a salvar?, apareció sobre el escenario Leire (Iseo), quien acompañó al grupo en Vasos vacíos y unos temas más tarde en Hay fuego. El toque femenino nos dejó un poco indiferentes, quizás por aportar un tono de voz con un difícil encaje con la de David. Hubo hueco para las versiones. Un Ojalá de Silvio Rodriguez, en un acústico cargado de sentimiento, hizo saltar las lágrimas a más de uno. Más tarde sonó Historia triste, de Eskorbuto, un guiño al punk más radical, que nos llevó directamente a los bises. Una versión que no terminó de funcionar especialmente bien, desde nuestra impresión, quizás por el tipo de público que abarrotaba la sala. Y en los bises dos himnos: Nómadas y Gasoline, para el deleite de un público totalmente entregado, que no tenía ganas de marcharse. El sonido, a la altura del acontecimiento. De especial mención el trabajo del equipo de iluminación. Y en una sala-teatro como ésta es algo que se disfruta. Unas luces muy cuidadas en toda la actuación, envolvían los temas de una atmosfera especial, emotiva. De esta manera, con frescura, humildad y trabajo, La M.O.D.A. culmina gira en Madrid, consagrándose, aún más si cabe, como una de las bandas referentes del folk rock nacional. Un parón que se nos va a hacer largo. Texto de Luis González de Paula. Fotos de Patricia González |
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