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Marea: Gira Latinohambrienta

Santiago de Chile, jueves 9 de febrero de 2012

Por Manuel Rodríguez

Tuvieron que pasar exactamente 46 meses para poder disfrutar nuevamente de los Marea en Chile después de aquellas inolvidables dos presentaciones en La Batuta (si, la misma que cita E.U.K.Z en su tema ‘Vuelvo a Santiago’), ocasión en la cual quedó demostrado que la banda tiene a su público bien ganado en estas recónditas zonas del planeta.

Transcurrían cerca de las 20h. en el centro de eventos Blondie y, como era de esperar, más de un centenar de personas trataban de conseguir alguna entrada de reventa en las afueras del recinto, luego de que éstas se agotaran cinco días antes del show. El rock comenzaba con los locales Ázido, quienes tuvieron poco más de 30 minutos para calentar el ambiente. Una ejecución sólida y un público respetuoso fue lo que marcó la presentación de la banda que se hizo merecedora de abrir un concierto tan esperado por los seguidores de Marea.

Luego de ello todo quedó a oscuras, comenzaba a sonar una intro que pareció haber sido sacada de alguna película de terror, a ratos tétrica y a ratos cósmica. Un ensordecedor silbido y griterío unísono se apoderaron del lugar cuando hizo su aparición para instalarse tras los tambores el Sr. Alén Ayerdi, iluminado con cientos de flashes de cámaras que intentaban capturarle en imagen, y uno a uno fueron saliendo los que componen la sesión de cuerdas: César, Kolibrí y el Piñas.

Unos cortes y redobles de batería acompañados por acordes al aire y protagonizados por solos del Sr. Kolibrí, como si simplemente quisieran decirnos “Si, estamos aquí”, fueron lo primero que se escuchó de Marea en el escenario antes de que la sugerente armonía de guitarras nos indicara que la batalla para presentarnos su nueva criatura, En mi hambre mando yo, comenzaba con El Secadero. El local prácticamente se vieneo abajo cuando Kutxi se deja ver y comienza a cantar.

Como si dejáramos correr el CD, La Majada fue el segundo golpe asestado a la muchedumbre, quien repitió a todo pulmón cada verso que el Sr. Romero plasmó en esta composición. Algo más antiguo para los que aún no habían logrado digerir muy bien este último disco: Duerme Conmigo y En tu agujero.

El calor tempranamente ya era insoportable y a nadie parecía importarle que el día siguiente fuera un día laboral cualquiera, que habría que dormir unas horas menos, algunos viajaban desde lejos de Santiago, todo valió la pena por ver y oír a la banda que se ha mojado los pies atravesando el charco para regalarnos un puñado de canciones y emociones compactados en poco más de un par de horas.

Más de lo nuevo: Canaleros y sin pausa alguna cayeron Petenera, Que se joda el viento y Manuela canta saetas, marcando la tónica del repertorio que se venía, mezclando temas nuevos con otros que ya han alcanzado la categoría de clásicos.

Un receso pequeño para oir las palabras de Kutxi, dejar a los instrumentistas tomar un poco de aire y vamos por más: Las últimas habitaciones, Corazón de mimbre, Mierda y cuchara, Ojalá me quieras libre y El día que lluevan pianos.

En lo técnico; la acústica del centro de eventos Blondie nunca ha dado muchos dolores de cabeza a algún técnico en sonido y esta vez no fue diferente, un sonido sólido a la altura de uno de los grupos de rock urbano español más exitosos fuera de sus fronteras.

Cuando el cronómetro marcaba exactamente una hora de presentación, el Piñas asume el rol de voz solista y frontman para interpretar su tripleta típica: Con la camisa rota, Alfileres y Trasegando. El público entre cada una de ellas no paraba de demostrar su cariño por el Sr. Eduardo Beaumont vitoreando su apodo casi como un cántico de estadio: “¡Piñas, Piñas!”

Vuelta de Kutxi a escena tras unas merecidas bocanadas de aire y se retomaba el setlist con Ángeles del suelo, y luego se dio paso a los versos de Federico García Lorca musicalizados con una introducción simple, limpia y emotiva: Ciudad de los gitanos.

Desempolvando algo de material guardado en el baúl nos entregan un sorpresivo Barniz continuado por Plomo en los bolsillos, La Rueca y Pedimento. A esas alturas ya eran pasadas las 11 de la noche y la energía parecía no abandonar al quinteto, Alen dando baquetazos con la misma intensidad con la cual abrió, Piñas corriendo de un lado para otro provocando a los cientos de asistentes, César y su inconfundible cabeceo y pequeños brincos al ritmo de sus rasgueos, Kolibrí haciéndonos pensar que la guitarra es una extensión de su cuerpo y Kutxi canalizando sentimientos a través de su aguardentosa voz. No nos dimos ni cuenta cuando ya habíamos llegado a la canción número 24 (Los trileros) y tras la despedida los silbidos y aplausos no se hicieron esperar. Obviamente se trataba de la retirada en falso pero si que nos dio una bofetada para hacernos reaccionar y entender que esta maravillosa jornada de rock en algún minuto tenía que acabar.

Luego de algunos instantes con cánticos para alentar la reaparición de los navarros, hacen caso al clamor popular, el Sr. Romero presenta a la “familia” (incluyendo el cuerpo técnico que les acompaña), cogen sus instrumentos y vamos a por el bis en el cual nos azotaron las últimas cuatro olas de esta marea: El romance de José Etxailarena, El perro verde, Como el viento de poniente y la siempre ultracoreada y reventón final: Marea.

En resumen, un show de 2 horas con 10 minutos, extenso (28 canciones), en el que se repasó En mi hambre mando yo de forma íntegra, sin dejar ni un sólo minuto del CD fuera del repertorio intercalándolo con lo que todos esperábamos oír del material antiguo (quizás faltaron más temas de Las aceras están llenas de piojos), enérgico al máximo y con la promesa de no dejar pasar nuevamente casi cuatro años para una tercera visita.

Lo negativo: la cantidad de fans que no pudieron entrar por la capacidad del local, muchos de ellos haciendo viajes de horas para intentar infructuosamente comprar un “ticket de ocasión”, pero por irónico que parezca eso nos hace sacar algo positivo como conclusión: Marea en Chile está para cosas más grandes.

Setlist
1- El secadero
2- La majada
3- Duerme conmigo
4- En tu agujero
5- Canaleros
6- Petenera
7- Que se joda el viento
8- Manuela canta saetas
9- Las ultimas habitaciones
10- Corazón de mimbre
11- Mierda y cuchara
12- Ojala me quieras libre
13- El día que lluevan pianos
14- Con la camisa rota
15- Alfileres
16- Trasegando
17- Ángeles del suelo
18- Ciudad de los gitanos
19- Barniz
20- Sobran bueyes
21- Plomo en los bolsillos
22- La rueca
23- Pedimento
24- Los trileros
25- El romance de José Etxailarena
26- El perro verde
27- Como viento de poniente
28- Marea

Buenos Aires, jueves 16 de febrero de 2012

Por Darío Cancela

Calurosa tarde en Buenos Aires y una tormenta formándose en el cielo. Ya se podía escuchar a pocas cuadras de Groove Palermo, el recinto donde Marea iba a tocar, "¡Eh flaco! ¿No te sobra una entrada? ¡Te la compro!" Sí, entradas agotadas. Llegando a la puerta se ven patrullas policiales y carreras, era la gente que se había quedado sin su entrada.

Son las 21h. cuando los primeros acordes empiezan a sonar. Son los Bandoleros y Piratas, banda invitada por Marea al mejor estilo del rock urbano español. Estos argentinos nos precalentaron con temas de su propia autoría como Volver a correr, Fui el suelo, Bandoleros y Piratas, y todo culmina con una antesala de lujo: Por verte sonreír, de La Fuga.

Ya a las 21:55h. la gente deliraba en los clásicos cántitos: “¡Pan y vino! ¡Pan y vino! ¿El que no grita Marea para qué carajo vino?”, "Ole ole ole, cada día te quiero más... ¡Soy Marea, es un sentimiento, no puedo parar!" Es en ese momento en el que Alen Ayerdi da comienzo a la estampida. Suena el Piñas, se une César y le sigue Kolibrí. Por último, el gran Kutxi Romero, regalándonos lo que todos esperábamos: Bienvenido al secadero, sin pausa La Majada, Duerme Conmigo, y ya no había control. La gente estaba sofocada, porque el lugar realmente se les quedó pequeño, y eso que Groove tiene dos pisos.

En fin, ¿detalles? Qué más decir, tocaron íntegramente su último disco, En mi hambre mando yo, y temas del siglo pasado, dando un repaso por toda la discografía. La gran sorpresa fue Barniz. Un grupo sin límites, un público generoso. Alguien tiró una remera (camiseta) de la selección argentina, el número 10, y Kutxi ni hizo la clásica de ponérsela, si no que dijo “Gracias por regalarme la de Messi, mi hijo no duerme sin Messi”. También voló por ahí un corazón echo de mimbre.

Un recital con más de 2 horas de duración. Fue inolvidable para las retinas que lo presenciaron, incomparable para los tímpanos que lo oyeron y sofocante para los cuerpos que los sufrimos. A destacar la energía inagotable del Piñas. Lo malo, que tardaron 4 años en volver, igual la culpa, como dice él mismo, la tiene Kutxi.

Intro + Bienvenido al secadero

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