La escena muestra a la Virgen tumbada sobre una mesa prepara como lecho provisional para colocar el cuerpo sin vida. Vestida con un llamativo vestido rojo, María tiene la cabeza ladeada hacia la derecha, el pelo alborotado y la mano izquierda posada sobre el vientre, ligeramente abultado, mientras el brazo izquierdo cae inerte. Aunque los apóstoles han intentado cubrir el cuerpo de la madre de Cristo, los pies sobresalen desnudos. Tan sólo un casi imperceptible nimbo corona la cabeza de María, único elemento que nos indica la trascendencia del acontecimiento representado. A su lado, sentada sobre un taburete bajo, María Magdalena llora de manera desconsolada, dejando caer la cabeza sobre sus rodillas. Delante de ella observamos una palangana posiblemente usada para lavar el cadáver. Detrás del lecho mortuorio un grupo compacto de apóstoles velan el cuerpo de María. Vestidos con pesados mantos, en primer término podemos identificar a Pedro, situado a los pies, Pablo, con barba larga que observa meditabundo y Juan, el más joven, vestido de verde, situado junto a la cabeza de la Virgen. El resto de apóstoles asisten al velatorio mostrando distintas actitudes desde la mirada ausente hasta los que entablan conversación.
La escena aparece en penumbra, iluminada de manera lateral por un foco de luz situado en el lado superior izquierdo que ilumina de manera directa a la Virgen así como a los personajes más próximos a ella mientras el resto queda en semipenumbra, creando efectos de claroscuro tan del gusto del pintor más relevante de la técnica tenebrista. Predominan colores oscuros y cálidos como marrones, ocres, naranjas y verdes oscuros, destacando el rojo intenso del vestido de la Virgen así como de la cortina suspendida en la parte superior que cae a manera de telón teatral.
El rumor de que Caravaggio había usado a una prostituta ahogada en el río Tíber como modelo para la Virgen fue motivo de escándalo y, posiblemente, una de las causas que llevó al rechazo de la obra por parte de los comitentes. Igualmente, a pesar de que el tema de la muerte o dormición de la Virgen ya había sido representado en numerosas ocasiones, nunca un artista lo había hecho de esta manera. A pesar de que, según el dogma de la Iglesia Católica, María no sufrió la muerte terrenal sino que entro en un estado de dormición que la elevó a los Cielos en cuerpo y alma, Caravaggio muestra la muerte en toda su crudeza. La postura que adopta el cuerpo de María, el vientre abultado así como la lividez del rostro nos descubren que nos encontramos ante un auténtico cadáver. Caravaggio nos muestra el dolor, la desesperación y la soledad ante la muerte y nada aparece en el cuadro que nos insinúe la Asunción del cuerpo y el alma al cielo.
