Ahora toca un personaje. No está clara su genealogía. Unos la datan en el siglo XII a.C., otros en el VIII a.C..., además de que no hay referencia alguna sobre él antes del siglo V, por lo que existe entre algunos historiadores la creencia de que se trata de un personaje mítico. De él Jenofonte dijo:
"no imitó a las otras ciudades, sino que concibió cosas incluso opuestas respecto a la mayoría de ellas: así hizo a su ciudad particularmente afortunada". Se trata de
Licurgo, arquitecto de una de las sociedades más guerreras de la historia, Esparta.
"El principal maestro de los hombres en las acciones de la vida es el infortunio"
Extracto de
la Aventura de la Historia, nº 136:
Pocas naciones han causado una fascinación tan poderosa a lo largo de la Historia como Esparta. La austeridad de todo un pueblo, la valentía de sus soldados, su capacidad de sufrimiento y abnegación han sugerido mil y una historias, siendo la más conocida de ellas la famosa batalla en la que Leónidas y sus trescientos hoplitas hicieron frente a un ejército persa de miles de combatientes. Sin embargo, para que Esparta llegara a adoptar una idiosincrasia tan extrema fue necesaria una auténtica revolución. Ésta tomó forma de metamorfosis política y social y, como en muchos otros pueblos, surgió la necesidad de aglutinar toda esa revolución en una sola figura, a la que se identificaría como aquella que dio forma al orden, a la ley, al modo de vida que hizo famosos a los espartanos entre todos los pueblos de su tiempo. Y esa figura fue la de Licurgo. Mucho se ha escrito sobre el legislador de la polis guerrera por excelencia, el creador de la Gran Retra, la ley que dominaba todo aspecto de la vida espartana. Pero¿realmente existió Licurgo? Plutarco, en su Vida de Licurgo, ofrece muchos datos sobre este personaje. Nos indica que fue uno de los hijos de Eunomo, rey espartano de la Casa Euripóntida, una de las dos casas reales que formaban la diarquía que regía Esparta. El heredero, Polidectes, recibió el poder real tras la muerte accidental, parece que en una riña, de Eunomo, pero tampoco él retuvo el poder mucho tiempo. El sucesor de Polidectes, Carilo, aún no había nacido, aunque la Reina ya estaba encinta, y este hecho convirtió a Licurgo en regente de Esparta a la muerte de su hermano.
Plutarco nos relata una curiosa historia familiar, según la cual, la cuñada de Licurgo le habría propuesto abortar y compartir el reinado con él. Licurgo fue demorando su decisión hasta el momento del nacimiento de su sobrino y entonces se lo anunció a los espartanos, indicándoles que el recién nacido era el legítimo rey de la ciudad. Esto no evitó que algunos, cercanos a la reina viuda, intentaran hacer ver que Licurgo pretendía convertirse en rey en lugar de vigilar el trono y tutelar a su sobrino hasta que alcanzara la mayoría de edad.Y aunque eran muchos los que reconocían las virtudes y el buen hacer de Licurgo, éste, al fin, decidió alejarse de la ciudad para evitar de ese modo enemistades y trifulcas. Licurgo comenzó entonces una serie de viajes, aunque no los llevó a cabo sin motivo. Se dice que visitó Creta, Asia, tal vez Egipto. Aristócrates incluso asegura que visitó Libia, Iberia y la India. En todos estos lugares, Licurgo fue asimilando, tomando nota de aquellas leyes y formas de vida que creía más apropiadas, comparando unas con otras. La polis espartana, en aquel tiempo, tenía un régimen de poder acaparado por la nobleza, similar al de cualquier otra ciudad griega de su época. Era un sistema en el que abundaban las intrigas, las envidias y los altercados. Todos los miembros de la nobleza ansiaban más autoridad de la que poseían. De hecho, según algunas crónicas, por aquel entonces Esparta vivía en continuo desgobierno y luchas intestinas. No es de extrañar que algunos echaran de menos en la ciudad a Licurgo, que había despreciado el poder absoluto respetando así la herencia de su sobrino.
Pasados los años, y con todo un mundo nuevo descubierto, Licurgo decidió regresar a Esparta, aunque antes de hacerlo visitó el Oráculo de Delfos.
Allí se le llamó ?amado por los dioses? e, incluso, se le recibió como dios, más que como hombre. Tras semejante bienvenida, la Pitia de Apolo le anunció que los dioses le revelarían un modo de gobierno que habría de superar a todos los de su tiempo.
Ese sistema consistió en supeditar los bienes personales al bien común de la ciudad. Para ello, Licurgo realizó profundos cambios sociales, comenzando por igualar a las clases nobles con el resto del pueblo. Aunque el gobierno seguía siendo ejercido por los reyes de las casas Agíada y Euripóntida, el mítico legislador creó una Asamblea constituida por la totalidad de los espartiatas, que se reuniría de forma asidua para atender los asuntos de gobierno traídos por la Gerusía, el órgano más importante de todos, que estaba formado por veintiocho ancianos y los dos reyes. Por último, estableció un grupo de cinco jueces, llamados éforos, que tenían por comisión controlar el trabajo de los reyes espartanos y verificar que no se excedieranen sus atribuciones.
Para llevar a cabo esa igualación entre nobles y pueblo llano, se distribuyó la tierra en partes iguales, entregando una porción a cada uno de los ciudadanos de Esparta. Los varones tuvieron desde entonces prohibido todo tipo de trabajo, que quedó en manos de los ilotas, esclavos dedicados a cultivar las tierras y hacer los trabajos más duros. Una clase intermedia, los periecos, ni esclavos ni ciudadanos de Esparta, se encargaría del comercio necesario para la polis.
Se incluyó en esos cambios el régimen militar que con los años haría famosa a la ciudad.
Los varones eran examinados al nacer y si tenían alguna deformidad se les arrojaba al vacío en un barranco del Taigeto, la cumbre que dominaba el valle del Eurotas. Al alcanzar los siete años, los niños eran arrancados de sus casas, a donde prácticamente no volvían, para ser concentrados en grupos de unos sesenta miembros. Su vida era tan agreste, el propósito de marcar sus pasos para el futuro tan poderoso, que a estos grupos se les llamaba agela, que literalmente significa ?rebaño?. Era entonces cuando comenzaba el proceso de aprendizaje que pasaban todos los varones: lectura, escritura, música y poesía. Pero, especialmente, se dedicaban a cultivar el cuerpo, disciplinarse en las artes de la guerra, soportar los castigos más crueles, las mayores privaciones y desarrollar un lenguaje parco y austero. Hubo otros cambios, como eliminar la moneda de plata y trocarla por moneda de hierro, cuyo valor era tan escaso y su peso tan grande que en la práctica no tenía sentido esforzarse por acumular riquezas. Todo esto, y otras muchas cuestiones, como la instauración de la Kripteia, la guerra declarada anualmente a sus propios esclavos, lo habría llevado a cabo Licurgo con su ley, la Gran Retra, como muy tarde hacia el siglo VIII o principios del VII a.C.