Me conducen a la sala. Nunca hubiese imaginado que todo fuese a acabar de este modo. Nunca.
Me sientan. Creo que por primera vez en mi vida siento algo, que pena que ese algo sea miedo ¿me lo notarán en la mirada?. Los observo, y siento desprecio. Yo los miro, con ganas de decirles que me suelten, que ya lo he comprendido todo, que por fin soy un hombre, pero no puedo, ellos son sordos a los gritos de mi alma.
Me ata la vida un cura ¿Para qué quiero un cura si no creí nunca en nada? Solo para representar ante mi muerte todas las imposicones de esta mierda de sociedad.
Ya estoy atado, ya no hay vuelta atrás. Ahora sé lo que sintió aquel hombre cuando le disparé. <<Abre>> le dije <<para>> Ahora los abro yo para ver a mi parca. ¿Por qué todo ha tenido que llegar a esto? Yo quería ser bombero, un sueño estúpido como el de cualquier otro niño sin futuro coronado con el nombre de chusma desde que nació.
Ya me siento atado. Mi alma quiere volar pero la presiona la angustia y el miedo contra la silla. Ella quiere salir pero yo cierro los ojos y la boca para que no escape, su inconconsciencia es la que me ha llevado a esto. Ella es la que tiene la culpa de todo. Fui tan estúpido, y ya no puedo cambiar, moriré con la estupidez manchando mi sangre y mi nombre.
Ahora me arrepiento tanto. Siento compasión por aquel hombre. Siento pena y lo quiero.
Miro a mi alrededor. Veo odio aunque no me conozcan. Odian a todo el mundo, se odian a sí mismos como yo me odio a mí. Esta, mi muerte, les hará sentirse bien consigo mismos en un primer momento al ver que ellos siguen vivos. Al pensar que hacen lo correcto. No obstante, luego se les escapará la voz de la conciencia. Aquella que dejaron atada en lo más profundo de su ser, al amparo de los buitres. Ésta le preguntará si son asesinos o si esto lo hacen para desahogar sus problemas.
Míralos, serios, hablando consigo mismos. Quien sea culpable que tire la primera piedra ¿No, cura? ¿Soy más culpable que usted Peter por matar en vida a su mujer cada noche cuando vuelve a casa? Yo acabé con él en un tiro y usted acaba con ella cada noche desde hace 34 años ¿Verdad? Sí, y seguirá así, ciego a su sufrimiento, y pensando que se lo merece por ser tan puta hasta que su pobre esposa se suicide. Irá al infierno, donde se merece ¿No? Mientras, puede confesarse a su Dios de pacotilla que todo se lo perdona porque es usted y no ella quien tiene la razón. Goza con su llanto y sonríe cuando le ve un eccema nuevo, recordandole que eso lo tiene por haber sido mala.
¿Y tú, Jack? ¿Fue con esa cara de tipo duro con la que tu madre te dio vida? Tú y yo sabemos que no. Pero te gusta actuar y hacer creer a todo el mundo lo que no es, lo que le gustaría ser. Te gusta que la gente piense que eres lo suficiente mujeriego y libre para no casarte. Sexo y drogas que se transforman en prostitutas y drogas mezclado con la soledad de una casa sombría. Mala convinación. ¿Por qué crees que pasas tanto tiempo en la cárcel con los presos? ¿Porque es tu trabajo? No. Porque te gusta tener la compañía al menos de aquellos desgraciados, notar como alguien te teme, respeta y hace caso. ¿Y si no es así? Puedes pegarles hasta que lo sea. Puedes incluso violarlos hasta que veas como rompes su alma y destrozas tanto su vida como tú te la has destrozado.
Tal vez el único que no lo entiende seas tú Anthony. Tú, que retiras la mirada sobre mí, sobre la máquina y el interruptor que acabará con mis ilusiones, voz y pensamiento. Intentando comprender el tipo de oportunidades y de reconstruciones sociales que se les dan a los malditos presos. Pero pronto acabará, pedirás que te transalden o que te cambien de puesto y así poder darle ese amor que ahora eres incapaz de darle a ese bebé recien nacido que tienes en casa. No puedes acariciarlo, ni a él ni a Mary tras haber estado desatando los grilletes de un muerto andante que se sienta y que te mira queriendo que seas un sueño. Es la misma mirada o parecida a la que pone tu primer hijo cuando te ve agacharte para cojerlo de los brazos de tu joven amor. Es imposible, llora, no te crees un hombre sino un monstruo.
- ¿Lo tienes bien atado Thony? parece que se mueve, asgúrate... ¡Vamos! - Jack vuelve a mirar a su reloj y pones expresión de aburrido mientras tus ojos delatan la emoción que te da verme aquí, así. Que asco me das.
Sin embargo, pobre Anthony, siento su respirar nervioso, veo como le caen gotas de sudor y al mismo tiempo tiene el aliento helado. Cree estar tan muerto como yo. Me mira, le miro. Era lo que estabas temiendo, y otra vez ves que vuelves a caer. Noto como me traspasa con la mirada. Siento como ahora yo soy él y él es yo. Me doy cuenta de que él ahora sabe todo lo que he estado pensando y percibiendo desde que me senté en esta, mi tumba... y sabe que ahora yo también noto todos sus pesares, miedos y gritos internos. Gritos que calla... como yo. Le brillan los ojos, y... sin quererlo, me brillan a mi también.
¡Maldito seas! Se ha ido, se ha apartado a una esquina, se ha encogido en sí mismo y ha dicho que ya no me puedo mover, él tampoco. Me ha dejado aquí, tirado, indefenso, con miedo y pena. Recordando, al mismo tiempo que me cae mi primera lágrima (mi primera en años) las otras tantas veces que lloré de niño. Creo que nunca he sido feliz, pero tampoco la eché de menos. Tal vez porque no puedes echar de menos algo que nunca has tenido.
Miro al frente, evito pensar, no quiero recordar más, no quiero sufrir más. Me doy cuenta de que, delante mío, hay una especie de ventana con una cortina roja aterciopelada. Imagino, habrán querido reunir a la gente que se supone son mi trocito de mundo. El problema es que yo nunca he tenido de eso.
El cura me bendice en la frente. Yo le miro con odio, él me responde la mirada y me escupe a los pies.
- No le hagas caso Peter. Éste está mas muerto que vivo, ya tendrás tiempo de reirte de él cuando lo veas frito. - ríe. Ríen. Miro al suelo y me cae otra lagrima. Creo que por eso elegí el camino de la frialdad, porque no tenía calor al que acogerme, de esta forma nunca notaría nada. O eso pensaba. Quiero que esto acabe, al menos dejaré de sentir. Nunca me he entristecido desde que dejé de ser niño a los siete años, nunca había vuelto a llorar ¿Por qué ahora? TENGO QUE SER FUERTE. Concéntrate.
- Tú, abre la persiana. Quiero acabar con esto ya, tengo hambre y me apetece tomarme un café. - Anthony, como buen chico obedece a ese capullo. Jack, no te olvidaré.
Las telas se dejan arrastrar hasta desaparecer por el extremo derecho de la ventana. Miro al frente. ¿Qué?
Papá. Te has dignado a venir. Nunca quisiste reconocer que era tu hijo. Supongo que te habrán obligado. Es más, ese gesto de prepotente y de desprecio lo dice todo, por tanto no puedes engañarme, no puedes hacerme sentir que ahora importo en tu universo. ¿Un error? ¿Y por eso me criaste así, no? me castigaste para vengar tus penas, primero por haber estropeado tu vida y haberte tenido que casar cuando aun querías divertirte, y segundo por, según tú, haber matado a mi madre. Y, aunque pasen los años, aunque los médicos dijeran que era un cáncer, tú sigues cargandome a mí las culpas.
Jon. Es increible, mis ojos se abren, ahora siento incredulidad, no puede ser que lo hayan dejado. Preso, como yo. Él ha estado más tiempo que yo aquí metido, pero él no tiene la muerte como castigo... a él le dan otra oportunidad. Le enseñan a ser persona... yo, por lo que se ve ya no valgo. Jon fue mi guía, mi amigo, mi ayuda en mi tiempo en prisión. Durante los primeros meses fue el que me enseñó a vivir en esta selva. Aquel que me cuidó. Él me intentó comprender y compartió sus miedos conmigo al igual que yo vertí mis penas en sus oidos siempre atentos. Eran ojos en mi oscuridad, era la mano que espantaba a aquellos que intentaban aprovecharse de mi inocencia allí. Era todo mientras no tenía nada. Y yo lo era para él. <<Aqu>>. Fue lo que me dijo el primer día. Lo recuerdo, como si fuera ayer... pero ha llovido demasiado desde ese primer día... y ahora me veo sentado en esta silla... para terminar con el último, de esta prisión de ladrillo, de esta prisión carnal. Liberaré mis penas, y por fin encontraré el perdón. Lo necesito.
Necesito el perdón de aquel hombre. Necesito el perdón de esos ojos llenos de miedo mirando a mi gesto de hombre fuerte. Pura fachada, pues soy blando.... como él, como cualquier otro ser viviente. Necesito morir para encontrar la paz... si así es como puedo descansar mi mente y mi conciencia. Hacerla callar...
Pero... mi más grata sorpresa; Leely. Tal vez fueses lo más parecido a un amor en mi vida. La pena es... que solo hoy he aprendido a sentir. Y hasta hoy no he comprendido lo que significa el perdón, lo que significa sufrir, lo que significa sentirme atado y haber acabado con la vida de alguien que no había hecho nada... y lo que significa quererte. ¿Qué es eso? ¿Es una lágrima? No por favor. No me hagas ahora esto... siempre habías llorado porque nunca te había dicho las cosas con el amor que necesitabas. Ahora podría.
- Te quiero. - se me escapa.
- Calla. - me corrigen.
Dios Leely. Tan bella, nunca me había fijado en lo bonito de tus ojos. En lo precioso del perfil de tu boca. Nunca.... hasta hoy. No quiero que esto acabe así. Quiero pedir perdón a mi víctima, quiero poder ver como Jon sale de prisión, quiero hablar con mi padre, quiero besarte como nunca había hecho. Porque en realidad nunca te he besado... Por favor Leely, mírame. Lo haces... y se te escapa otra lágrima... y mi mano invisible te la seca... y me sonríes... y te sonrío... y se me escapa otra lágrima. <<Te>> te repito en mi mente <<Nunca>> concluyo. Te vuelves... y ya nunca volveré a ver esos ojos... aquellos, los que hoy, por primera vez, he sabido contemplar su belleza. Y de los que, por primera vez también... me he enamorado.
- Se te acaba el tiempo. - me señala Jack. - Espero que esto sea suficiente para despedirte de ellos.
Me colocan una esponja sobre la cabeza. Una esponja mojada que alivia mis pensamientos para sumirme en el miedo y en la profunda tristeza. Me doy cuenta de que ya no estoy viviendo, de que ya estoy muerto.
- Venga, cura, dese prisa.- Jack exige.
- Señor, santísimo Padre, perdona a este preso... - Peter comienza el sermón. Mis ojos se nublan. ¿Qué estoy haciendo? Vuelvo a mirar a la ventana. Mi padre... Jon... Leely... mi padre... Jon... mi niñita... mi amor... mi... <<Cierra>> ...mi cariño... mi tesoro...
- ¡Uno!
...nunca te olvidaré.
- ¡Dos!
...te lo prometo, nunca te olvidaré.
- ¡Tres!
... nunca...
...perdóname...
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