Isabel Marco: “La extrema derecha nos está devolviendo a un rojos contra azules que no podemos permitir”

Por Rubén Rozas

Feminista y defensora del medio rural. Seguramente estos sean las dos cualidades que mejor definen a Isabel Marco. “No estoy acostumbrada al ruido de la ciudad”-confiesa entre risas antes de empezar la entrevista-. “Aunque siempre me gustan las promos y hablar con vosotros”.

Puede que ‘Sin domesticar’ sea su trabajo más especial hasta la fecha, al menos de su proyecto en solitario -antes ponía voz y guitarra a Insolenzia-, ya que viene marcado por una pandemia mundial y el pequeño Dani, su hijo. Ella define sus canciones como poéticas, pero también involucradas con (o contra) “la que está cayendo”.

No pierde la esperanza de poder revertir ciertas situaciones a través de la música y cree férreamente en la cultura como herramienta de contrapoder, especialmente contra los discursos que nos separan entre “rojos y azules” y que suenan demasiado a pasado y a favor de un cambio generacional que llama a la puerta, cada vez más fuerte.

¿Qué cambios experimentas entre Insolenzia e Isabel Marco?

El principal es que para Insolenzia componíamos entre seis personas y ahora solo compongo yo. Creo que eso es lo básico, pero en lo musical también hay diferencias muy palpables. Antes eran seis gustos distintos, y aunque teníamos a su vez gustos muy similares, todos ellos confluían. Ahora esas confluencias son solo mías. Es un proyecto más personal y más mío en ese sentido.

¿Y entre tus anteriores discos en solitario y este?

Cada vez me voy sintiendo más cómoda en el papel de componer para mí. Creo que es un proceso en el que he ido aprendiendo por el camino. Y luego hay una diferencia grande en cuanto a letras; ahora hay temas más narrativos en lugar de descriptivos. Hay un poco más de literatura, unas historias con su principio y su final.

Dices que para el devenir de este álbum han sucedido “acontecimientos importantes que van a marcar un antes y un después. Algunos de carácter general y otros que pertenecen solo a mi pequeño universo”. ¿A qué acontecimientos te refieres?

Básicamente a esta etapa tan extraña que hemos pasado. Esta etapa pandémica que nos hizo confinarnos y vivir de una manera tan particular. Ver que cada día el número de muertos crecía… yo creo que eso nos ha marcado un antes y un después, no solo a mí, sino a todos. A todos nos ha hecho ser más miedosos, o no, pero todos hemos salidos tocados de esta experiencia.

El disco empieza a fraguarse ahí. Para mí supuso un punto de inflexión porque estaba en un momento apático, no tenía ganas de hacer nada y dije: “Tengo que hacer algo para no hundirme demasiado”. De hecho, había dejado de tocar y dije: “No puede ser”.

Y a nivel personal hay varias experiencias, pero la más evidente en mi caso ha sido tener un hijo. Mi anterior trabajo lo compuse estando embarazada pero “parecía” que nada había cambiado, pero ya con un niño la vida se transforma totalmente.

Te defines y te definen como defensora del medio rural. ¿Se vuelve a ver esa faceta en este trabajo?

Claro. De hecho, es algo tan intrínseco que no puedo separarlo de mí como persona. Vivo en el medio rural, me gusta vivir allí y he elegido que mi carrera tiene que empezar y desarrollarse allí, con sus pros y sus contras.

Se refleja en muchas canciones de este disco, por ejemplo, Trampas al reloj está dedicada a las mujeres del norte de nuestro país, de Asturias más en concreto, porque tengo mucha conexión con esta tierra. En algunas áreas rurales de allí las mujeres han tenido que ser poderosas a fuerza, porque no les ha quedado otra: trabajar en el campo, criar a los hijos… Yo creo que es la canción que más habla de la vida rural como una seña de identidad que no debemos perder, aunque estemos muy globalizados.

“La vida rural es una seña de identidad que no debemos perder”

¿Qué va a pasar con Insolenzia? Nunca lo habéis dado por disuelto, pero estáis muy volcados en este proyecto.

En un principio se intentó que ambos proyectos fuesen dos proyectos que se compaginaran, pero al final la historia de la vida de seis personas hace que las prioridades de cada uno cambien y es un proyecto que no solo depende de mí que se vuelva a poner en marcha. Ahora mismo está parado.

Has sido criticada por las imágenes “sensuales” o “provocativas” de tus discos o portadas. ¿Qué opinión te merecen estas apreciaciones?

No hace mucho me han vuelto a criticar y creo que me hace más fuerte. A mí me dan más ganas de mostrarme de la manera que quiero y nadie nos puede decir cómo tenemos que vestirnos, que actuar… mientras respetemos a los demás.

Creo que en pleno siglo XXI tenemos que sentirnos plenamente libres para mostrarnos como nos guste, si no vamos más hacia atrás. Y es cierto que la sociedad a veces da esta última sensación, pero tenemos que ser valientes y no dejarnos amedrentar por voces ajenas que, además, lo dicen y luego se olvidan, pero a ti te calan. No merece la pena darle más importancia a esos comentarios y yo voy a seguir haciendo lo que me apetezca. Si hay gente a la que le apetece criticar porque su vida está tan vacía que lo haga.

“En pleno siglo XXI tenemos que sentirnos libres para mostrarnos como nos guste (…) Si hay gente a la que le apetece criticar porque su vida está tan vacía que lo haga”

Hay datos que evidencian que en el rock, y por sorpresivo que pueda llegar a sonar, también hay machismo. ¿Tú has sentido esa lacra o lo has tenido más difícil por ser mujer?

Yo la he notado igual que se puede notar en cualquier aspecto de la sociedad, porque todavía tenemos ese regustillo machista socialmente aprendido, que ha ido de generación en generación; y ese regustillo está en el rock, en la literatura… en cualquier ámbito.

Que te critiquen por cómo vas vestida y a un hombre no ya es machismo. Desde ese punto a que te pregunten si te ayudan a enchufar el amplificador. Esto lo he (hemos) vivido, ¿eh? O ir a tocar a un sitio y que haya una cuadrilla que te dicen cosas que no debe… o encontrarte las puertas de un festival cerradas porque se ha “cubierto el cupo de mujeres”.

También se nos juzga más en los escenarios. No se nos permite ser amateur. Quiero decir, hay un montón de grupos amateur masculinos y pueden hacerlo fatal y que digan: “Es que están empezando”. Pero si es un grupo formado por chicas ya oyes: “Estas tías que mal lo hacen”. Parece que no te dan tiempo a tener ese proceso de aprendizaje que todos necesitamos.

“A las mujeres se nos juzga más en los escenarios”

Algunas formaciones políticas niegan los temas que estamos tratando, también el cambio climático… ¿La música debe servir de nuevo –respetando el registro de cada uno- como herramienta de contrapoder?

Es muy necesario. La música y la cultura en general son armas muy poderosas. Stefan Bollmann escribíó Las mujeres que leen son peligrosas, pero en nuestra sociedad todo aquel que lee es peligroso, porque eso te da una amplitud de miras que no es la que te dicen desde arriba que tienes que tener. Te puede llevar a sitios donde ellos no quieren que vayas.

Si hay esa libertad, la sociedad es más difícil de manejar. La música tiene ahí muchísimo que decir, desde el punk más contestatario hasta un rock más suave, que puede ser igual de mordiente, y yo creo que debemos serlo.

“La música y la cultura en general son armas muy poderosas. Han de ser mordientes”

Sin embargo, hay mucha gente, sobre todo joven, que se moviliza. Más incluso de la que parece. No se si tú observas ese ‘cambio generacional’ en tus conciertos

Sin duda, y no solo en los conciertos. Es algo que se huele a nivel social, no solo en nuestro país, si no también internacionalmente. Se me viene a la cabeza el movimiento Fridays for Future, que está formado por gente súper joven que está todos los viernes al pie del cañón.

Hay gente muy joven que se está movilizando por causas sociales y eso es muy importante, porque mientras se ve ese aumento de gente contestataria también crece una extrema derecha que nos está devolviendo a un rojos contra azules que no podemos permitir. Tiene que haber una respuesta a eso. No puede ser que los grupos de ultraderecha estén entrando en la vida política y tengan voz en nuestras vidas. Yo todavía me hago cruces…

Tenemos que ser fuertes y evitar que sigan subiendo, porque ahora que han metido la cabeza va a ser más difícil. Pero tenemos que estar ahí, sobre todo la juventud.

Ya has comenzado la gira. ¿Qué tal las primeras impresiones?

Súper buenas, la verdad. Hemos tocado en Santander, en Almazán (Soria), en Barcelona… y la verdad es que muy contenta. Además, parece que sale hierba por donde piso (risas), porque se dio la casualidad que cuando toqué en Barcelona y en Santander coincidió con que era la primera vez que la gente podía estar de pie.

A ver si va siendo así en todos los sitios, porque se nota. Es muy diferente a tener al público sentado.

Estamos todos con muchas ganas de conciertos y la gente que trabaja en el mundo de la cultura y el espectáculo tiene muchas ganas de ver a la gente de pie y gozando. Necesitamos ese feedback.

Resume esta entrevista en una frase, con un alegato final

Lo que más me ha gustado ha sido ese llamamiento a la juventud, a que sea contestataria y a que ame la cultura y la abrace.

Por Rubén Rozas