Belo: “La música es una verdad con la que contar las mentiras que nos pasan”

Noviembre de 2019. Por Rubén Rozas. Fotos de Iván García

Después de diez años en el rock, cuatro discos y diferentes premios y giras con grupos como Marea, Belo inicia un nuevo proyecto en solitario presentando La verdadera historia de todas mis mentiras. Un disco de diez canciones con el que el rockautor (así es como él se define) afirma estar encontrando el lenguaje musical que tanto tiempo llevaba buscando.

El ex vocalista de Los Susodichos “se desnuda” en una entrevista en la que, con menciones especiales a Extremoduro y Joaquín Sabina, nos habla acerca de su relación con Los Susodichos y nos cuenta cuáles son sus objetivos en esta nueva etapa, menos reivindicativa y más personal que nace, dice, de una necesidad consigo mismo.

¿Quién es Belo?

Belo es una persona que hace canciones, que llevaba diez años dedicándose a la música, con Los Susodichos, con quienes saco cuatro discos y que ahora ha comenzado un proyecto en solitario.

¿Cuándo y por qué empieza esta historia?

Esta historia empieza en 2003-2004, cuando decido ponerme a currar en Ibiza y con el dinero que saque irme a Madrid, donde me instalo en 2006 y ahí empiezo con Los Susodichos.

¿El grupo os conocíais de antes?

No, de hecho, pasaron varios músicos por la formación desde que lo creamos en Madrid.

¿Cuáles eran tus influencias de niño?

Las más marcadas son bandas de rock nacional. Extremoduro ha sido uno de los grandísimos grupos que me ha ayudado a entender la música y a apostar por esto. Después otros como Platero, Los Suaves... Sabina me ayudó mucho a la hora de escribir. Luego ya te vas abriendo a la música y coges influencias de todo tipo, pero el germen fueron esos grupos.

“Extremoduro ha sido uno de los grandísimos grupos que me ha ayudado a entender la música y a apostar por esto”

Los Susodichos ganan premios, hacen gira con grupos que habíais admirado siempre… ¿por qué lo dejáis?

Lo decido yo, principalmente. Al no ser un grupo que se consagra como uno era más difícil. Quiero decir, era yo quien iba recabando músicos de aquí y de allí, todo recaía en mí: la composición, el pago a los músicos, la búsqueda de conciertos… hemos hecho cosas bien, otras como el culo pero bueno, yo creo que me vi superado por la responsabilidad.

Tú mismo señalabas que este disco nace de una necesidad propia de sacar tus problemas. ¿Cuáles son esos problemas que aparecen aquí?

Imagino que los de cualquiera… Con la pareja, de relaciones con el resto de las personas, con la profesión, contigo mismo… Los problemas siempre son los mismos, la diferencia reside en la manera de afrontarlos.

¿Vas, en solitario, a dejar un poco de lado esa faceta reivindicativa?

Al menos en este primer disco sí. Son diez canciones que hablan de mí y de mis mierdas. La idea era eso, hacer un ejercicio un poco más de análisis, escarbando en mí mimo y abrir puertas que, de otra manera, no habría podido abrir.

¿Cuál es tu objetivo ahora?

Después de mi experiencia intento vivir más el día a día, sin ponerme metas ni listones demasiado altos. De momento pretendo seguir tocando, que a la gente le gusta y ser fiel a mi filosofía de que hay que currar mucho y echar muchas horas para poder contar a la gente lo que quiero.

¿Cuan alta es la diferencia entre tocar solo y hacerlo en grupo?

Mi caso es diferente. Además de que es mi forma natural de actuar porque soy una persona muy solitaria. Me considero un cantautor que, en su momento, adquiere una banda. Aún con ella tengo una época en la que doy conciertos yo solo, en acústico. Entonces para mí solo ha cambiado que ahora estoy haciendo conciertos en solitario al cien por cien porque, como te digo, ese cantautor/rockautor ha estado siempre ahí.

“Los problemas siempre son los mismos, la diferencia reside en la manera de afrontarlos”

Antes mencionabas a Sabina, ahora te autodefines como cantautor… Percibo que das más importancia a lo que es la letra que a la música.

Pongo mi fuerza en los textos porque no soy un gran músico. Mi cabeza no está pensando en arreglos, sino que invierto más tiempo y, seguramente más pasión y más fuerza en la letra, pero mi función es que esa letra vaya acompañada de un ritmo y una música. Al final, esas son las tres cosas que hacen que una canción mole o no. Hay que tener mucho cuidado y tomarse también muy en serio el ritmo y la melodía.

¿Qué canción pones por encima de los demás?

La verdadera historia de todas mis mentiras, porque creo que es la que mejor define al disco, por eso le titulé así.

Aunque no es la primera.

No, la primera es Breve descripción de mí, porque también define muy bien lo que es el disco y como introducción está de puta madre.

¿Sabes ya algo de la gira?

A partir enero haré una presentación de gira con acústicos y luego estaré de gira todo el año porque los músicos como yo no podemos permitirnos dejar de tocar seis meses y vivir del caché.

“Los músicos como yo no podemos permitirnos dejar de tocar seis meses y vivir del caché”

Eres relativamente joven en la música, ¿Qué te gustaría hacer que no hayas hecho todavía?

Lo más inmediato es encontrar el lenguaje musical que busco y creo que con este disco lo estoy consiguiendo y, aunque ahora no es el momento porque quiero exprimir al cien por cien este proyecto sí me gustaría tener algún otro más adelante. La música tiene muchas producciones. Una misma canción puede ser diferente si la haces a quintas, si la haces a 6x8. A veces pienso como sonaría una canción con violines, con guitarra eléctrica, por lo que me gustaría empezar otro proyecto con el que hacer cosas más locas a partir de mis canciones.

¿Es la música una verdad con la que contar mentiras o una mentira con la que ocultar las verdades que nos pasan?

Para mí la música y el arte en general es verdad. Es un espejo en el que la gente ha de verse reflejada, es la que tiene que destapar y representar lo que sucede en la sociedad. Por eso a mí la sinceridad me parece algo básico, no me gusta inventarme historias, por lo que yo diría que la música es una verdad con la que contar las mentiras que nos pasan.

Noviembre de 2019. Por Rubén Rozas. Fotos de Iván García