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16 de abril de 2024 | Publica tus noticias El Rock and Roll es la Única Fe Verdadera Arrodillaos Perros Infieles

Entrevista a El Gran Wyoming. "La música era el lenguaje de una generación, ahora es un objeto de consumo."

Abril de 2014. Por Fernando F. Garayoa. Fotos de La Caja de Imágenes

Presentador televisivo, cantante, escritor... El polifacético Jose Miguel Monzón, más conocido como El Gran Wyoming, junto a la banda Los Insolventes da rienda suelta al rockero que lleva dentro. Una excusa perfecta para dejarle hablar de música, de la vida e incluso de política.

Wyoming y los Insolventes, ¿es su particular forma de escapar de la televisión, la política, la crítica social y dar con ese espacio necesario para la diversión por la diversión?

Sí, así es, no tengo nada más que añadir, está perfectamente definido. Es rock and roll y rock de los 60, 70... y hasta ahora, de lo que se ha hecho toda la vida.

¿Cómo vive la transformación de Jekyll televisivo a Hyde musical?

Totalmente normal. La televisión es mi trabajo, y cuando salgo de mi trabajo hago otras cosas. Es algo que he hecho siempre, solo que no tiene repercusión porque un programa de televisión lo ven tres millones de personas y a un concierto nuestro van 300; así que habría que estar todos los días llenando durante 50 años para tener la misma repercusión que un solo programa.

¿Dónde quedan los famosos “Tramperos de Connecticut” o el "con la manos entre las piernas cuando monto en bicicleta”? ¿No tienen espacio ni cabida?

No, lo estuve haciendo durante 30 años, así que no está nada mal. Iba con el maestro Reverendo, que se murió, y ahora hago esto... Aunque esto de un grupo de rock and roll cantando por los bares y salas de conciertos también lo he hecho durante toda mi vida, lo que pasa es que actualmente lo hago con más periodicidad porque llevamos cuatro años tocando un fin de semana sí y otro no, más algún concierto en Madrid.

¿Cómo ha conseguido reconvertir el grupo La última experiencia en una banda de Insolventes?

Les vi tocar en un bar, me gustaba lo que hacían, estuvimos hablando, quedamos para tocar, el bar donde actuamos la primera vez nos dio una fecha fija, eso nos llevó a montar un repertorio y así llevamos cuatro años.

Esto de repasar los clásicos de décadas pasadas tiene bastante de mirada al pasado para comprender el presente musical, algo que también ha hecho en su libro ‘No estamos locos’.

Sí, pero en realidad no tiene un punto nostálgico porque a mí también me gusta la música de los años 30; es decir, no paso página tan rápido de las cosas, eso es algo muy de ahora. Me pasa lo mismo con el cine. Recuerdo que en una tertulia apunté que echaba de menos las películas que no eran puramente de evasión... Porque antes había otro tipo de cine que contaba historias normales de gente normal, que no eran todo cromas y efectos digitales. Y es que me di cuenta de que había un gran porcentaje de los jóvenes que aspiraba a eso, pero yo hablaba de otro cine, como el de Billy Wilder, que era de la época de mis padres, que es cuando, para mí, se hizo el mejor cine. Pero es que la gente ahora vive mucho el presente y no existe lo demás; esto me sorprende, es nuevo en la historia de la humanidad. Cuando yo empezaba a hacer música, para nosotros, los Rolling, los Beatles, los Zepellin o Eric Clapton eran dioses, pero no era gente de nuestro tiempo, eran anteriores. Sin embargo, esto no pasa ahora... Los hiphoperos están por un lado, la música electrónica por otro y lo demás les importa un carajo.

“Nos lo comemos con patatas” reza vuestro lema-título en Myspace. Pero, ¿realmente queda algo que comer en el jodido mundo de la música?

Desde el punto de vista de la profesión ha sido un desastre... La era de Internet, que no sé en qué terminará, ha sido una debacle total. Toda mi vida he estado rodeado de muchísimos músicos, que además son una gente muy recomendable porque suelen estar de buen humor; bueno, mejor dicho, estaban de buen humor. Es una profesión que ha desaparecido totalmente. El 90% ha reducido sus ingresos en un 80%, más o menos. Además, la gente que empieza prácticamente no tiene ninguna posibilidad de vivir de esto. Y antes había como cinco o seis niveles: estaban los famosos, que ganaban muchísimo dinero con la música, y eso sigue existiendo; pero luego estaba el segundo nivel, el tercero, el cuarto, el quinto y así hasta llegar al músico de batalla que vivía de su trabajo sin más, de tocar, y eso era perfectamente posible. Ahora ya han desaparecido, y lo ha hecho, curiosamente, en la era en la que más se consume y se escucha música; una época en la que, precisamente, la gente que consume y escucha aboga por el paso de la música al directo. ¡Pero si el directo se ha reducido también en un 90%!

¿La música ha desaparecido o la han hecho desaparecer?

La han hecho desaparecer fundamentalmente. Y esto es algo frente a lo que el personal no se rebela y yo no sé por qué... Todo el mundo de Internet, donde la gente usa la música, genera miles y miles de millones de euros de los que no revierte ni un solo céntimo a la gente que la hace. Y no estoy hablando de los que piratean, estoy hablando de que ahí hay un dinero: en la red, en la nube, donde quiera que sea. Uno de los tíos más ricos del mundo es el de Megaupload; bien, ni un solo céntimo de lo que gana, de sus colecciones de coches de lujo ni de las carreras que organiza revierte ni en la música ni en la gente que hace cine. Y es que esto empezó con la música, siguió con el cine y ahora está atacando también a la literatura... De tal forma que los cineastas no pueden vivir de su trabajo, lo músicos no pueden vivir de su trabajo y ahora tampoco los escritores... Esto es un desastre. Pero no porque su trabajo no rinda beneficios sino porque alguien coge y vende cosas que no son suyas. Estoy hablando de Google, de YouTube... todos estos señores no dan ni un duro ni a la música ni al cine, y eso es completamente ridículo. Pero, por otra parte, también es verdad, al margen de todo esto, que la música antes era el lenguaje de una generación que quería romper con lo que había y ahora es más un objeto de consumo.

¿Y no tendrá también algo que ver el hecho de que somos unos hachas en esto de la piratería...?

Si la gente lo puede pillar gratis, lo va a hacer. Es decir, si la gente va al supermercado y en la puerta tienes cajas de 12 latas de cerveza de la que tú bebes, la coges y dentro comprarás salsa de tomate y mayonesa, pero no cerveza. La cosa es quién la deja ahí y qué obtiene. Si el que lo deja lo ha robado del súper de al lado, puesto que no se le puede meter mano al dinero que gana, que dé algo a los que hacen cerveza, joder.

¿Nos encontramos con que han disfrazado la música de verdad con trajes de fama, televisión y éxito para tratar de esconder lo que en ocasiones se denuncia o se cuenta a través del micro?

Esto es otra cosa más a sumar. Cuando me toca viajar por ahí, resulta que en todos los países pones la tele y la música está presente todo el rato. La televisión se entiende como algo audiovisual y, por lo tanto, la música tiene muchísima importancia. España creo que es el único país del mundo en el que no hay ni un solo programa de música, quitando los concursos... Pero éstos son espacios en los que la música es la excusa para montar un reality con la emoción de un chaval que empieza, que puede ser famoso, le sacan llorando, le sacan con su madre, que también llora... Pero pueden hacerlo con música, con baile o saltando desde un trampolín; en estos casos la música es la coartada. Eso sí, programas de música, donde salgan los músicos y se genere una afición, no existe ni uno. Y, por otra parte, para entender por qué los músicos no pueden vivir de lo suyo la clave está en que estamos integrados en una sociedad de mercado, y si tú haces un producto cuyo valor de mercado es cero, pues tú vales cero. Digo esto porque cuando yo empecé a hacer música con un grupo que se llamaba Paracelso, nosotros no éramos conocidos, pero trabajábamos y nos pagaban. Es decir, había tíos que llevaban una discoteca y entendían que el grupo que llamaba para tocar estaba trabajando y cobraba. Esto ahora es insólito. En estos días, como no seas conocido, vas a tocar a un sitio y te dicen que no pagan, que si quieres ahí tienes el escenario.

Cuando no tienen que pagar por tocar...

Esa es la nueva moda, que me parece delirante, y se llama alquiler de escenario. Pagas 600 euros, te dan la entrada, si no eres famoso, tus colegas van a verte, y si juntas los 600, que realmente te los han dado tus colegas, eres un afortunado. Y al acabar se los das al dueño que se queda con eso, con la barra y con un grupo que ha tocado gratis. Estupendo, en fin... Esta es una época que ha tocado vivir y que se tendrá que arreglar de alguna manera porque el señor que toca la guitarra o el violín tiene el mismo derecho a ganarse la vida que cualquier otro.

Tras haber seguido de manera constante e incisiva la actualidad política de Navarra, centrada en la polémica gestión del Gobierno de UPN, justo ahora viene a tocar a Tudela; pelotas no le faltan... [la entrevista fue realizada antes de su concierto en Tudela]

Siempre nos pasa. El fin de semana famoso de Gamonal estábamos en Burgos tocando. Siempre coincide, somos nosotros el revulsivo. De todas formas, lo que ha pasado en Navarra es una mínima expresión de lo que ha pasado en todos lados. Por ejemplo, Navarra comparada con la Comunidad Valenciana es un paraíso, ya que allí, lejos de cuestionar la ética de lo que está pasando, el 80% de los diputados del Parlamento valenciano firmaron para que a los condenados no les pasara nada. Es muy fuerte que desde la misma institución se intente sacar adelante una ley de impunidad, es algo que clama al cielo, pero bueno, qué le vamos a hacer, al final la gente es la que decide. Aquí ha habido un tsunami, un saqueo... Por desgracia, nosotros tenemos que dar todos los días este tipo de noticias y no nos caben, así que se dejan para el día siguiente, pero es que tampoco caben porque aparecen más. Y, además, ves que no hay voluntad de arreglarlo, no hay nadie que se ponga serio y dé un puñetazo encima de la mesa... porque el que tiene que darlo resulta que su puñetazo no suena porque tiene 50 sobres debajo que amortiguan el golpe.

De nuevo enlazamos con su libro, ‘No estamos locos’. ¿Nos hace falta mirar al pasado, reciente o no, para comprender lo que está sucediendo?

Evidentemente es así. Esto no sería posible sin un desprecio hacia la ciudadanía cuyos bienes administra. Esto no tiene ni pies ni cabeza y no ocurre en ningún lado. Hace poco dimitió un primer ministro porque había invitado a comer a una persona, y había pagado 60 euros, que era un amigo. En Suecia, por poner un ejemplo, jamás en toda su historia ha habido un solo caso de corrupción. ¿Qué te parece? ¿Cómo te quedas, amigo? Así que cuando nos comparan con ellos, con las medidas que llevan a cabo... ¡No!, compárense ustedes primero, así entenderemos mejor la realidad, al margen de que son medidas que no pueden llevar a cabo porque moralmente no están legitimados.

Ni siquiera me atrevo a definir o describir el cambio que necesitaríamos para cambiar todo esto...

Es que los partidos se han institucionalizado. Pasa como con los abogados, que necesitas uno cada vez que tienes que ir a juicio. Estos señores han hecho de eso una carrera, jerarquizando los partidos, con sus trienios, su antigüedad... De ahí todo este problema de las primarias. Claro, desde fuera no se entiende, porque ¿cómo van a administrar estos señores la democracia si no admiten la democracia en el seno de su partido? La gente lo que no entiende desde fuera es que un señor que lleva 20 años para alcanzar un puesto no se puede permitir someterse a unas elecciones para que llegue un chaval de 25 años y le quite el puesto. De esta forma se pierde la vocación de servicio.

Supongo que será consciente del factor mediático que genera Wyoming y que, quieras que no, llevará gente a los conciertos ¿No hay mal que por bien no venga?

No es que sea consciente, esa es la única razón por la que vienen a vernos, porque nadie me ha visto tocar antes. Lo que pasa es que como lo que hacemos es una especie de fiesta del rock, a los que les gusta esa música, lo pasan muy bien. De hecho, normalmente repetimos en los sitios a los que vamos. Esto nos da mucha moral.

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