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Marzo de 2013. Por Lucía de Andrés Cuando Penadas por la Ley me ofrecieron la posibilidad de acompañarlas en su gira mexicana no me lo pensé ni media vez. ¿Quién demonios iba a dudar sobre algo así? Después, llegaron las preguntas y comentarios de los colegas: ¿Estás segura? Ten mucho cuidado. Si pasa algo, ¡tú CORRE!, etc... No es que las Penadas sean peligrosas, al menos no si estás en su bando, pero a todos nos han llegado historias de México dignas de películas, puede que no de terror, pero sí de mucha, demasiada acción. Después de pedir algunos consejos, decidí no llevar mi cámara. Vosotros lo notaréis, yo me arrepentiré toda la vida. No hubo problemas (más allá de la burocracia aeroportuaria), no hubo violencia (más allá de los tremendos pogos), no hubo zumbaos (más allá de aquellos que dan color a la noche) y no hubo miedo. Bam Bam Records nos recibió con y para todo lo contrario. El gustazo padre. Para entrar en materia, bueno sería darle al play: Penadas por la Ley son algo excepcional. No me centraré en que se trata de una formación femenina, ya que, aunque eso haya podido suponer mil y una trabas en su camino, no debería ser algo extraño ni sobrenatural en lo que nos ocupa: una verdadera banda de punk rock. Nacen en 1.993 en Argentina, cuando Naty (guitarra) no era más que una fan que se hacía cientos de kilómetros para verlas en directo, y acabó haciéndolos para ensayar con ellas. En en 96 grabaron Sexo Débil?, que fue editado también en Japón, Francia, Portugal, España y Brasil, por donde además girarían. En 2.001 Fabi y Naty cruzaron el atlántico y se instalaron en Bilbao, Euskadi. Estuvieron tocando por todo el estado español hasta que en 2004 grabaron 4 temas nuevos bajo la producción de Fernando Madina. Después de eso, habría un largo parón de 6 años. En 2010 Maider da su primer concierto como baterista en el Txinbito y así se inicia su nueva etapa, en la que publican Sueña, Vive y Peka (2012), siguen girando sin parar por la península y visitan México por primera vez en su historia. Bueno, esto son 20 años, dos únicos discos, un salto geográfico tremendo, algunas maternidades, un nombre que se conoce en, me atrevo a decir, todos los países de habla hispana, y una banda que pasará a la historia con el sobrenombre de mítica. Y esto, amigos, no puede conseguirse sin una lucha, como decía, excepcional. Dicho esto, pasemos de largo las interminables horas de andenes, autobuses, aduanas y aviones, vayamos a lo guapo. Hemos estado en México once días con sus once noches. Esto son, aproximadamente, 264 horas de convivencia a tiempo completo, en un país completamente nuevo, con su comida nueva, sus garitos nuevos, su música nueva, su público nuevo, sus ciudades y caminos nuevos, y los nuevos que algún día serán viejos amigos. Diseccionemos: Penadas por la Ley en MéxicoLas semanas previas al viaje leía en las redes sociales la expectación que causaba la visita de las Penadas en México: mucha. Era como si una marea de gente treméndamente enérgica fuera a demoler cada uno de los 7 lugares en los que Penadas por la Ley iban a dar sus conciertos. Veía fotos de muros pintados anunciando sus conciertos, lonas de dos metros, su nombre como cabeza de cartel de muchísimos grupos locales y cientos de comentarios hipermotivados. Ellas creo que hacían como que no, pero les debía de correr la sangre a 1.000 por hora. Nada más llegar, recién subidas a la furgoneta y después de las presentaciones, Bam Bam y Lagarto (más adelante os hablaré de ellos) nos fueron ilustrando, sin medias tintas, en el noble arte del concierto punk mexicano: ...y acá si una banda no gusta, la bajan. Silban, abuchean... orinan en los vasos y los tiran al escenario. Silencio, miradas, comunicación visual entre Penadas: ¡¡¡La repppuuuuta!!! ¿Hemos ensayado lo suficiente? ¡Que nos tiran katxis de meao! Aaahhh... ¡joder! Y creo que fue exactamente ahí donde se dieron cuenta de que todo había empezado. El primer concierto era en El Candestino de D.F. , cerca del campamento base. Habíamos dedicado el tiempo a descansar, así que aún no nos habíamos relacionado con casi nadie y seguíamos sin saber muy bien de qué palo iba todo. Llegamos tranquilas, aún había poca gente, era tiempo de prueba. Se acercaron los de otro grupo a regalar un CD. Fue llegando más llegando gente... ¿Una foto? ¡Bienvenidas a México! ¿Una foto? Penadas por la Ley ¡Qué chido wey, es mi sueño! Me encantan sus rolas. ¿Una foto? Eh, ¡¡¡Penadas por la Ley!!! Hicimos estas camisetas especiales para vuestra gira. ¡Yo hice esta para mí! ¿Me regalas una foto? Tengo aquí su disco, ¿me lo firmarían? ¡¡¡Waaaw, aún no me creo que Penadas por la Ley estén en mi ciudad!!! Aaaaaaahhh, ¡¡¡Penadas, Penadas!!! ¡¡¡Diosas!!! Y así fue cada día, continuamente, desde que llegaban a un garito y hasta que salían de él. Impresionante. Sería imposible contar cada firma, cada disco, cada pancarta, cada camiseta, cada cartel enmarcado, cada buena palabra y, sobre todo y exageradamente, cada foto. Madre del amor hermoso, la de fotos que se hicieron con ellas. Conmigo también, pero yo soy una impostora. A veces se lo decía pero creo que les daba igual. Los conciertos fueron tremendos. En el escenario, ellas se dieron cuenta de que lo que pedía la gente era tralla, y tralla dieron, recortaron algún medio tiempo y sacaron su arsenal más fuerte con toda seguridad. Lo disfrutaron todo. Si alguien se embrutecía de más y se salía de madre, Fabi no se cortaba en sacar las garras, Naty se volvía aún más salvaje y Maider no paraba con el tu-tu-tu-tu-pá. Palante, sin freno, sin miedo. El público, como os podréis imaginar, a saco. Pogos demenciales, ¡qué locura!, ¡qué santas hostias! Eso sí, si un compañero de baile caía, lo esencial era levantarle y devolverle al lío. ¿Violentos? Sí, pero cordiales. En un principio pensé, y me desilusioné por ello, que semejante alienación no era compatible con lo que para mí es ver un concierto, escuchar las canciones y ver un directo. Pero me fui dando cuenta de que cantaban las canciones, pedían las que querían escuchar y refunfuñaban cuando en el set-list faltaba alguna favorita. Incluso en alguna ocasión se quejaron por la falta de alguna que acababan de tocar, pero bueno, esos están en todos lados. Vamos, que el fenómeno fan que precedía a los conciertos no era apariencia. Penadas por la Ley fueron queridas, homenajeadas, apoyadas, respetadas y fuertes. Grandes. Bam Bam RecordsBam Bam fue el responsable de todo. Un tipo peculiar dentro de lo peculiar, una joya. Desde muy joven ha tenido varios grupos, en 2003 comenzó a organizar conciertos y llegó el día en que, movido por la necesidad de apoyo al punk más underground, creó su propio sello discográfico en 2.006, Bam Bam Records, con la autogestión y la honestidad como banderas. Ha editado a algunas bandas de por aquí, como IV Reich, Los Carniceros del Norte, Muñecas Putas o las mismas Penadas por la Ley. Funciona además como productora de conciertos y, aun siendo un sello pequeño, tiene gran presencia con giras, conciertos y festivales de música tanto local como internacional. Apuesta, arriesga y trabaja de una manera que impresiona. Creo que no le vimos parar en ningún momento. Si no estaba guiándonos, estaba cargando, descargando, de portero, de regidor, ajustando amplis, probando la guitarra, trayendo cerveza, hablando por teléfono, repartiendo flyers, en su puesto de merchan, solucionando mil cosas más o hasta en concierto a la batería con su banda, Garrobos. Y todo esto sin perder la cabeza, ni el camino, ni las formas. En mi vida había visto algo así. Bravo. Muy serio papel también el de Lagarto y Dani, conductor incasable y voz de Garrobos uno, apoyo constante y fina creadora de crestas otra, fieles escuderos ambos. Y en fin, supongo que ellos son los responsables de mantener a Bam Bam con vida mientras él consume la energía que le dan litros y litros de café. Garrobos es una banda de nivel en México. Su metal-punk-hardcore comienza en 1.996, y desde entonces han tenido múltiples reconocimientos tanto en su país como en Estados Unidos. Tienen 5 discos y un doble directo en camino. Además, se está grabando el Tribu To-Garrobos con la participación de multitud de bandas del entorno. La escenaMusicalmente, la mayoría de las bandas con las que compartieron cartel y pudimos ver eran de punk-hardcore. Poca melodía, estructura simple, grito salvaje, primitivo y acelerado. Indomesticados todos. Viejas glorias cayendo al suelo hasta 10 veces, llevándose amplis y lo que fuera por delante; bandas míticas y potentes, como Garrobos. Mucho poso de Eskorbuto, Cicatriz. R.I.P., La Polla Records... En los 7 bolos en los que estuvieron, compartieron escenario con más mujeres de las que vemos por aquí en un año entero. Los conciertos vienen a tener una media de 8 bandas en el cartel. Los precios de las entradas, 6/9. La asistencia, ya la quisiéramos aquí, calculo una media de 300 personas, aunque son habituales los problemas para pagar, con quejas, regateos y el mítico "portazo", que consiste, básicamente, en echar la puerta abajo. Los precios en barra, 2,5 la litrona (no hay dosis más pequeñas). Hasta aquí los datos numéricos. La promoción sigue en la calle. Carteles, flyers, fancines, muros pintados, radios, lonas... el formato físico no ha desaparecido con la llegada del digital. Las entradas -personalizadas- se siguen comprando en los puestos de El Chopo. La gente sigue arrancando los carteles -muchos y enormes- para llevarlos al concierto a que se los firmen. Y la gente... sigue comprando discos. Me ha pasado que he querido escuchar algunos discos de bandas de por allá, por internet como habitualmente hago, y no he podido. Sencillamente no están. Ni para escuchar ni para descargar. ¿Y la piratería? Ahí está, claro que sí, pero físicamente, CDs grabados con portadas fotocopiadas. ¿Y no suben sus discos para su descarga libre? No. Lo que aquí hemos asumido como lo normal, allí no lo han hecho. Un disco digital no es un disco. Tiene que poder tocarse, sea la edición original o no. No es una ley absoluta, claro, pero la vista rápida es esa. Tienen El Chopo, un bazar con más de 30 años de historia dedicado a la música y la cultura alternativa. Aunque, por lo visto y como todo, esta comercializándose para pena de los nostálgicos, su esencia es la del intercambio, difusión y potenciación de la contracultura. Ahora, con la llegada de los locales de camisetas tipo puesto de festi, los abalorios, y demás parafernalia, la imagen podría ser la de una especie de Camden Lock Market de Londres, más pequeño. En su entrada hay un escenario donde se hacen conciertos al aire libre, también hay algún stand de radios libres, y en el local nº144 está el espacio de BamBam Records. Los garitosEl Clandestino de D.F. se parecería a uno de nuestros gaztexes, auténtico a rabiar; La Fiesta de Querétaro era un jardín-terraza enorme al aire libre detrás de un garito, con un escenario tipo festi de pueblucho con mucha tierra; en Toluca era algo como una plaza asfaltada con una carpa circense abierta; en San Luis gozamos de una buena sala de metaleros curtidos; las jornadas feministas de Monterrey eran en un centro social de varias habitaciones; el recinto de Cuajimalpa parecía el patio de un colegio con un escenario de esos que en realidad son una tarima grande; y La Vieja Scuela de San Pedro volvió a ser de aire gaztetxero. En algún sitio la banqueta y el bombo estaban atados entre sí con una cuerda para que no se fuera cada uno por su lado, en algún otro tenía que haber alguien sujetando la batería entera, o el escenario temblaba, o el ampli se iba por bulerías, y demás heroicidades... Por tomas de tierra no me atreví a preguntar. El sonido, en general, medio tirando a chungo (el Metal Bunker de San Luis fue maravilloso). Nadie se queja, es lo que hay, con esto contamos, y aquí hemos venido a tocar. Estas infraestructuras aquí, ciertamente, serían un escándalo. Las Penadas, con su historia en el undeground más under de Argentina, todo esto ya lo han vivido, ya saben cómo va. Y nada les cortó el rollo, palante siempre, llenas siempre con la respuesta de quien había ido a verlas. Aplaudiendo los solos, gritando como posesos, sacándose las entrañas. Al final, eso era lo que importaba. Con los días, yo también pude ver los conciertos con esa perspectiva, deseuropizándome, y cuando lo que vives y ves es tan primario, llegas a olvidar el cómo para flipar con el qué. Gente maja y guapísimo trato en todos los locales, sin excepción. El agradecimiento y orgullo de todos los anfitriones por recibir a las Penadas era tremendo. Implicados, emocionados y agradecidos. Correspondido todo ello. El públicoYa os he puesto en precedentes sobre el tema de las fotos con la gente, y no quisiera ser repetitiva, pero es que era algo exagerado. Hubo algún sitio tranquilo, como San Luis Potosí, territorio más serio y metalero, pero en otros sitios pensábamos que nos comían, como en Toluca, donde eran más, digamos, asilvestrados, y tuvimos que escondernos un rato en la furgoneta. ¡Qué imagen! Luces apagadas, puertas cerradas, agachadas y, sssshhhhh, ahí en el páramo, de noche, protegidas de los merodeadores por Lagarto y Dani, esperando a que Bam Bam llamase la puerta para llevar a estas al escenario. Muy marciano. La manera de relacionarse con la vorágine es muy diferente. Creo que, al margen de lo obviamente sociocultural, tienen mucho que ver las sustancias psicotrópicas que allí utilizan, muy diferentes a las que conocemos aquí. Supongo que eso, al final, crea una personalidad colectiva que resulta difícil de entender. Dicho llanamente: los puestones de pegamento no son para cualquiera. En cuanto al ambiente, así en general, muy a gusto. La gente es super maja, aunque entre las palabras y expresiones mexicanas, el ruido, la vocalización y la imposibilidad de escuchar a 3 personas a la vez, no conseguí entender la mitad de lo que hablamos. Seguramente ellos a mí tampoco. Da igual, fue divertido. Les hicieron un montón de regalos. Un día, en Toluca, apareció El Boti de Orines de Puerco, y las regaló una figura de un esqueleto con cresta, chupa de cuero, vaqueros y botas, personalizado para ellas, ¡guapísimo!. Camisetas, discos, pulseras, una chupa y demás souvenires de los de verdad. Valeria, que fue a varios de los conciertos con su puesto, había hecho unas camisetas de Penadas muy chulas. Mucha cresta de todos los colores, pinchos, cuero, botas, tachuelas, cadenas... La carretera, kilómetros y BambaneraPor allí nos movimos en la Bambanera, una furgoneta Chevrolet preciosa, macarra, enmoquetada y cañerísima, pilotada por el buen Lagarto. La figura del piloto, tan poco reconocida ella... y tan importante. Aquí sería un carro de 7 plazas, allí viajábamos 11. Ojo, que es legal. Lo que no se puede es beber alcohol... ni siquiera los pasajeros. No lo sabíamos. Hicimos más de 3.000 kilómetros en ella, llegando hasta Monterrey, al norte, a menos de 200 de la frontera con Estados Unidos. Las horas que se usaban para dormir, aquello era un batiburrillo de mantas, extremidades, posturas imposibles, olor a café y dolores de todo tipo. Las horas despiertas eran otra cosa... Lagarto, Dani y BamBam en la delantera moviendo la gira. Detrás, mezcladas, las Blessed Noise, Penadas por la Ley, el alcohol que no sabíamos que no se podía beber y un megáfono. Y dale horas. Autopistas eternas, desérticas, tierra y cactus, cafés aislados en forma de chabolos de piedra, mini tornados, cientos de camiones estilo gringo y mucho sol. El tiempo que se pasa así es muchísimo, si se sabe disfrutar es extraordinario. Blessed NoiseHubo una banda con la que Penadas compartieron gran parte de los escenarios, furgoneta, habitaciones de hotel y cerveza: Blessed Noise. 4 chicas jovencísimas de Ciudad de México unidas por una actitud. Punk directo, con mala hostia, mucha mala hostia, antisexista, contestatario y guerrero. El frente de Arely, Sandra y Patty, familia dentro y fuera de la acción, empujado por el brutal ritmo de Yoy, una baterista capaz de barrer hasta la última fila de un baquetazo. Palabra. A modo biográfico, nacieron en 2009 como muchos otros grupos, unas amigas sin conocimientos ni medios pero con unas ganas locas de hacer ruido, su Ruido Bendito. Tienen un disco, Mentes Justas, editado por Bam Bam Records. Todo va quedando en familia. Cuando dos bandas tan afines se juntan de esta manera se crea un rollo bastante guapo y especial que no se encuentra en otras situaciones. Se nos ha quedado mucho cariño con ellas. A lo turistaVisto por encima y de reojo, México no es tan diferente: 8 horas para dormir, 8 más para cumplir y 8 para lamentarse. Mirado más de cerca, hay muchísimos puestos de comida por la calle, picante y enemiga de estómagos novatos. Las casas son bajas, la mayoría unifamiliares, así que la extensión de las ciudades es brutal. 9 millones de habitantes en en Distrito Federal dan para un cacho majo. Los precios de todo, baratísimos (o aquí muy caros). Las extranjeras llamamos la atención de forma curiosa... un tipo (con unos 30 piercings en la cara) llegó a confesármelo sin rodeos, mirándome fíjamente a los ojos: Eres rara. A Maider y a mí nos confundieron muchísimas veces, creyendo que éramos la misma persona o, como poco, hermanas. Debe de pasarles con las europeas como a nosotros con los chinos, supongo. Y aunque en la teoría manejamos el mismo idioma, en la práctica no se habla igual en Bilbao que en Argentina ni, mucho menos, en México, y en ocasiones una no podía hacerse una idea ni cercana de lo que te estaban contando. Y así, las traducciones simultáneas en 3 dialectos eran algo habitual. Estuvimos allí 11 días y los conciertos fueron 7, había tiempo para más cosas. Recorrimos, por supuesto, El Chopo (¡gracias Gustavo, "marido" provisional de compras!). Fuimos a Real de Catorce, un pueblo mágico al que se llega después de cruzar un túnel de más de 2 kilómetros que, de verdad, atrapa. Allí hicimos noche, y cayendo la noche anduvimos hasta el pueblo fantasma, en el monte, a casi 3.000 metros de altura. El amable hombre en mula que nos indicó el camino también nos mencionó la fauna autóctona: serpientes de cascabel. Entre edificios de piedra derruidos, pinchos de cactus, y caminos de piedra, no nos veíamos a 2 metros de distancia. Buh. Otro día visitamos a Benjamín Estrada, un ilustrador-tatuador con el que probamos la cerveza con chocolate (curiosa). Fuimos a las pirámides de Teotihuacan (ciudad de los dioses), donde trepamos al Sol y la Luna. Probamos el pulque, bebida espirituosa, y por mis muelas que no he probado bebida con peor sabor y olor, y he probado muchas. En el mercado de Sonora vimos el culto a la Santa Muerte y las argentinas, a pocas horas de volver a casa, encontraron al fin su adorada hierba mate. Por mi parte, solo queda agradecer a los cuatro abajo firmantes el haber compartido conmigo semejante hazaña. Durante años me había preguntado cómo sería hacer una gira por México, tanto caos, tanta historía... y ahora puedo contarla yo. Eso es muy grande. Si se va con la persona adecuada, lo que queda son las ganas de volver, con la sensación de que 9.000 kilómetros no son demasiados. "¡¡Para mí ha sido un reencuentro con las expresiones elevadas a su máximo exponente!! Una recarga de energía combativa que llega al otro lado del mundo".
"Fue un viaje increíble, una gira que nos devolvió por un ratito todo el calor de nuestros comienzos. Salvajes y adrenalínicos toquines (conciertos/recitales) donde, tanto nosotras como la gente, nos entregábamos por completo con alma y vida a nuestra máxima expresión, nuestro Punk Rock primitivo, u ochentero, o como quieran llamarle, mezclas de euforia y a veces agobio, pero del bueno, ese mismo agobio que alguna vez nosotras sin darnos cuenta hemos transmitido a nuestra banda favorita. Flipante y acojonante a la vez. Nos han hecho sentir como en casa, prometimos volver y así será. Hasta la próxima".
"¡El viaje que hemos hechos a tierras aztecas ha sido toda una experiencia! Gente entregada en cada concierto, agradecida de tu presencia en su ciudad, excelentes compañeros de viaje... una experiencia "chida", como dirían allí."
"En el 2013 cumplimos diez años organizando conciertos con bandas combatibas en México. Fue una larga espera para haber tenido a una de las bandas que han influenciado mi camino del Punk Rock. Gracias, Penadas por la Ley."
Enlace de este reportaje: https://www.manerasdevivir.com/reportajes/2013/mexico-penadas-por-la-ley |
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