Con mi pico al hombro recorreré esos oscuros caminos, y cuando me encuentre entre las montañas, me arrodillaré, buscaré el mejor sitio para cavar y una vez encontrado, picaré y picaré, y haré un hoyo tan grande que podré esconder en él todas las penas del mundo y después lo taparé con serrín, del que cargo en mi saco.
Cuando haya terminado mi trabajo, alzaré una estaca apuntando al cielo para que se sienta amenazado el mismísimo Dios, y que nadie se atreva a desenterrar lo que tanto trabajo me llevó.
Finalmente despertaré, con una sonrisa en la boca, y cuando te vea y recuerde lo difícil que es lo nuestro, me sentiré tranquilo, porque sé que aunque jamás podré tenerte, jamás podré olvidar donde llevo enterradas esas penas, en el corazón, mi corazón, tu corazón...
