Siento una enorme envidia sana por John Petrucci.
El tío ha conseguido ser una superestrella de su instrumento. Ha conseguido fama y reconocimiento entre sus co-instrumentistas gracias a su habilidad. Además lo ha conseguido tocando la música que le gusta. Perdón, puntualizo, lo ha conseguido tocando el subgénero minoritario que le gusta, lo que le ha valido hacerse millonario (Las marcas de instrumentos se pegan por un endorseo suyo). Y no solo eso, sino que además lo ha consiguido con su propio grupo, su propio grupo fundado por él mismo y sus amigos-vecinos-compañeros de conservatorio.
Pero, a parte de todo esto, lo que considero más envidiable de John Petrucci es que, además de haber logrado todas estas cosas, NO LE CONOCE NI DIOS. Puede salir a la calle en cualquier sitio del mundo porque es un ciudadano anónimo y nadie le va a molestar ni acosar; John Petrucci NO es famoso ni nada que se le parezca.
Evidentemente, cuando muera, Petrucci será olvidado. Quizás algún hombre-hemeroteca guarde (merecidamente) su figura entre los grandes shredders de finales del XX y principios del XXI, pero está claro que su nombre no va a aparecer en el olimpo de la guitarra junto a los grandes nombres del instrumento. Del mismo modo, la vida ordenada de Petrucci no deja que se la pueda considerar una estrella del Rock, y por lo tanto no pasará a la historia como tal, por culpa, o en mi opinión gracias a la ausencia de follones y batallitas en su "expediente rockero".
Y en esto que mucha gente superficial vería su fracaso, yo veo su gran triunfo. John Petrucci es de las pocas personas que puede presumir de tener una vida plena y satisfactoria como artista profesional, y una existencia tranquila y amable como persona, y eso es algo por lo que muchos matarían.
PETRUCCI, el tío más envidiable del mundo
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