Los pro y los contra de hacer dedo

Poesía y relatos.
Cataplines de perro puto
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Los pro y los contra de hacer dedo

Mensajepor Cataplines de perro puto » Lun Nov 29, 2010 1:49 pm

Va a la iglesia todos los sábados a las seis de la tarde. Se confiesa y luego, a falta de una imagen más dichosa de su dios, se pone de rodillas ante ese cadáver semidesnudo que cuelga del techo.
Lo mira fijamente.
Al cabo de unos instantes ve que esa cara triste sonríe y le guiña un ojo. Entonces la prostituta se pone de pie. Hace una extrañísima señal de la cruz y se marcha hacia su trabajo.
Sábado tras sábado.
Entra en la iglesia. Se dirige al confesionario. Le dice al sacerdote que se acostó con un hombre. Que le resultó absolutamente imposible resistir la tentación de sentir del sexo del hombre entre sus piernas derramándole calor. Se explaya en los detalles. Sí, padre, precisamente porque fue demasiado bueno es que es tan grande el arrepentimiento. Se dirige hacia el altar, lo mira a dios, espera la guiñada y sale rumbo al trabajo.
Entra en la iglesia. Se arrodilla ante el confesionario, Le cuenta al sacerdote que se acostó con ese hombre otra vez. Y con un amigo de él. Sí, al mismo tiempo. Que no. Que no la obligaron, pero que la indujeron, Da todos los detalles que puede hasta que la voz del cura la interrumpe. Y claro que está arrepentida. Lo mira a dios en el altar hasta que éste le guiña el ojo y parte hacia su trabajo.
Entra en la iglesia. De rodillas ante el confesionario le describe al sacerdote su experiencia más excitante de la semana. Sí, con ese hombre y con el amigo. Y con dos chicas más. Sí, todos juntos, si no que gracia. No, cama no había. Sobre una alfombra enorme. Que sí, que lo bueno era la cantidad. Y la variedad. Que su arrepentimiento es tan grande como la satisfacción con que se fue a dormir esa noche. Luego el guiño de dios, la señal de la cruz y el trabajo.
Al costado de la ruta sus compañeras le preguntaban a qué va a la iglesia todos los sábados. Ella, les dice que va a contarle sus pecados al cura.
Las prostitutas le preguntan por qué lo hace. Y ella les responde:
-Para que el cura se entere de una vez por todas de qué va la vida, y sepa lo que se está perdiendo.
Luego, la prostituta vil, ruin y descarada, alza la vista al cielo y le guiña un ojo a dios



De José Sabarra
Wit-man
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Mensajepor Wit-man » Lun Nov 29, 2010 9:29 pm

jajajaja

yo creo cataplines, que a la puta le daba morbo el cura...y ya para rizar el rizo...hasta se follaria a dios.....

muy bueno el relato....

luego pones mas de este autor, que está bien leerlo....
Cataplines de perro puto
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Mensajepor Cataplines de perro puto » Lun Nov 29, 2010 10:55 pm

LOS PRO Y LOS CONTRA DE HACER DEDO

Humean montañas de basura a ambos lados de la carretera. Seres andrajosos suben y bajan por ellas. Un adolescente, recostado sobre una pila de cartones y trapos, lee.
Ha encontrado un libro y lo lee con dificultad, pero hechizado.
Para él ha desaparecido el basural, sus manos heladas y sucias pasan las hojas del libro.
El adolescente ha terminado de leer su libro. Se encienden estrellas sobre la basura. Es la primera vez que lee un libro desde el comienzo hasta el final. Es la primera vez que descubre que alguien que no lo conoce y a quien nunca vio, sabe exactamente lo que le pasa y lo que piensa. Aprieta el libro. Llora. O casi. Acaba de comprender que no está solo en el universo. Hay alguien que lo entiende y se lo ha contado por medio de un libro. Vuelve a la primera página, a la primera frase. Se repite a sí mismo el nombre del autor. Es un escritor de otro país, de Alemania.
A la mañana siguiente le dice a su maestra que ha leído un libro de un escritor alemán y que durante la noche le ha escrito una carta, pero que no sabe a dónde tiene que enviarla para que le llegue. La maestra le pregunta como se llama ése escritor. Y él responde que en ese momento no lo recuerda. Entonces le pregunta por el título del libro. El responde que lo tiene en la punta de la lengua pero que no le sale. Ella le pregunta cómo puede ser que le haya impresionado tanto un libro, que hasta lo ha impulsado a escribir una carta y que no retenga el título ni el nombre del autor. El adolescente se queda en silencio. No quiere revelar esos datos por vergüenza. La maestra podría conseguir el mismo libro y sería como si lo espiase a él por dentro. Ella le dice varias cosas. El sólo repara en una; embajada de Alemania.
Se ha aplastado el pelo con agua jabonosa. Trata de no pisar charcos para no manchar las alfombras que imagina detrás de la palabra embajada. Lleva mal abrochado el cuello de la camisa.
Hace dedo. Se detiene un Renault color mostaza.
El chico de la basura sonríe. Agradece. Sube al coche. Agradece. En su mano izquierda palpita una página de cuaderno doblada, sin sobre.
La humareda semeja niebla y el día es gris.
-¿Y para qué tenés que ir a la embajada de Alemania?
-Para enviarle esta carta a un escritor. Ahí me van a dar la dirección.
-¿Quién escribió esa carta?
-Yo.
-¿Y cómo se llama el escritor?
El adolescente revela por primera vez el nombre del escritor.
El hombre reprime un impulso. Mira a los ojos al adolescente. Siente el humo caliente del basural que entra por la ventanilla. Sonríe ante la asimetría de la camisa del chico. Le dice:
-Te voy a llevar hasta, la puerta de la embajada. Aprieta el acelerador y, poco a poco, el entorno empieza a urbanizarse. Sintoniza la radio en una músico alegre.
Intenta imaginar cómo recibirán a ese jovencito en la embajada. Tal vez lo traten con indiferencia -piensa-, tal vez le tomen la carta sin darle mayor importancia o quizás alguna secretaria le diga lo que él no se atrevió a decirle, que ese escritor ha muerto hace ya muchos años.
Wit-man
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Mensajepor Wit-man » Lun Nov 29, 2010 11:15 pm

muy bueno...logra atraparte en el suspense....
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Mensajepor Cataplines de perro puto » Mar Nov 30, 2010 11:00 am

MARC Y EL POLICIA

- ¿Qué está haciendo en esta cueva de prostitutas?
- Eso tendría que preguntárselo yo a usted, oficial.
- ¿Sabe que tengo que llevarlo detenido?
- No, no lo sé.
- No se haga el gracioso, ¿tiene drogas?
- Nunca hay que cometer dos delitos al mismo tiempo. ?De una figura delictiva se puede zafar, pero si se está encuadrado en dos, el caso es insalvable".
- ¿Dónde aprendió eso?
- Me lo enseñaron los compañeros que tuve en el calabozo en el que usted me hizo encerrar.
- Ahora lo voy a encerrar de nuevo para que complete sus lecciones y se convierta en el delincuente perfecto.
- No se preocupe por mi educación, oficial, prefiero seguir de autodidacta.
- ¿Qué vino a hacer en un lugar como éste?
- Qué poca imaginación, oficial
- Responda a mi pregunta.
- Vine a buscar a dos amigas que trabajan aquí.
- ¿Cómo se llaman sus amigas?
- Solange Latour y Madame Pompón.
- No me interesan sus nombres de batalla. Dígame cómo se llaman para la ley.
- ¿Usted es a prueba de escándalo, oficial?
- ¿Cómo se llaman?
- Ramón García y David Klijman.
- ¿Por qué no tiene amigos más decentes?
- Porque soy un inadaptado social
- ¿Nunca conoció jóvenes más normales?
- Por supuesto, conozco abogados, psicólogos, periodistas, asistentes sociales y policías.
- ¿Y entonces por qué se mezcla con estos tipos?
- Entre nosotros, oficial, porque me caen mejor los delincuentes.
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Mensajepor Wit-man » Mié Dic 01, 2010 8:52 pm

Muy bueno....no tienen desperdicio todas las respuestas....

Entre nosotros, oficial, porque me caen mejor los delincuentes
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Mensajepor Cataplines de perro puto » Vie Dic 03, 2010 3:40 pm

LA JOVEN PROSTITUTA

El me habla. Cuando hice dedo no había distinguido que era él. Hay miles de camiones en esta ruta y di justo con el de mi padre. Me miro las manos. No puedo evitar sentir que estoy al lado de un extraño. No me gusta alejarme de la ciudad universitaria, por eso hago dedo acá. El encuentro fue absurdo, pero hubiera sido más absurdo fingir que no. Que no nos reconocimos. Que voy para otro lado. Que va hacia otra parte..
Es cruel la evidencia de que le he hecho perder la posibilidad de tener una aventura. Sería más insufrible decirle que mejor me bajo, que estoy perdiendo tiempo y dinero. Soy su hija. ¿Vas a la universidad o no? Sí que voy. No me cree. No entiende que pueda estudiar y hacer la calle. No es que no pueda entender. Son los tiempos que cambian: se consuela. Hablamos sin mirarnos. Tratamos de que no se encuentren sus pupilas en mis pupilas. No haga mas más obvia la pesada incomodidad de esta confusión: me suplica al no mirarme. Pertenecemos a distintos sexos. Me gustan los hombres. Estar con ellos. Entre ellos. El lo sabe. Sabe que me acuesto con distintos hombres. Que cobro. Tengo éxito en lo mío. Soy la más joven de todas. El también tiene éxito con las otras. Gusta. Me lo contaron. Si no fuera mi padre me llevaría a un hotel. O a otra parte. Intentaría poseerme a cualquier precio. En cualquier sitio. De cualquier manera. Pero es mi padre. La idea le pasa por la mente. Mira hacia el camino y habla. Se autocastiga. Habla de temas que no me importan. De mamá. De por qué no vuelvo a casa. De que la familia es lo mejor. De que si mamá no me habló de mujer a mujer. Le respondo que sí. ¿Y qué te dijo? Me dijo que si quería tener un departamento debía trabajar dieciséis horas o abrirme de piernas. Que no me enamore de mis clientes. Que no me enamore de nadie si quiero llegar a algo.
Sigue con que la calle es peligrosa. Que nadie me va a ayudar con desinterés. Que el mundo es una mierda. Que los padres, aunque no sean perfectos, son preferibles a andar por ahí como una huérfana. No quiere que me hagan gozar y que encima me paguen. Le pasan las imágenes por la cabeza y sufre. Pregona las buenas costumbres, pero sabe que son mucho más aburridas que las malas. Trabaja de padre. Trata de convencerme sin presionarme.
Mis piernas lo perturban. Mis pechos bailan con los saltos qua da el camión. Su camión es su instrumento. Su coartada. Su pasaporte. Le ha servido para serle infiel a mi madre. Para alejarse de ella honradamente. Para no verla todo el día. Para no tener que dormir junto a ella todas las noches de su vida. Para no odiarla aún más.
No nos miramos a los ojos por temor a verificarnos ajenos. Como si su paternidad hubiese sido el desproporcionado precio de un instante de placer. Demasiada carga la paternidad para un olvidado desahogo. Conduce atento. Observa a los otros vehículos. Clava su mirada en la nunca más imaginaria línea del horizonte. No me mira. No soporta la certeza de que su hija es una prostituta.
No me mira para no tener que aceptar que me desea. Que la desea. Y que, tal vez, su hija también lo desea a él.
Los vehículos se detienen. A lo lejos algo obstaculizó el camino. Se ve humo. Los autos que van en ambas direcciones deben pasar de a uno por vez. Lentamente. Anochece.
Le pregunta a su hija si quiere volver a casa con él y con su madre. El la puede llevar. Su hija no responde. Me lo ha preguntado sin mirarme a los ojos. Nunca lo hará. Ya nunca lo podrá hacer. Sabe que ya es tarde para empezar a hacerla ahora, a mirarme ahora. Pero por sobre todas las cosas teme entender que necesito su amor. Que lo necesité siempre. Está dispuesto a darme lo que le pida, pero no un poco de amor. Si la mira, su hija le pedirá amor. Lo sabe. No quiere que se lo pida, ni siquiera con los ojos. Lo irrita que yo no sea más hipócrita. Que no me parezca a mi madre. Que no me haya casado. Que no haya querido jugar a mujer que-se-enamora-es-engañada-calla-y-perdona. Me daría vergüenza perdonar. Tener que escuchar a un hombre inventando excusas.
No me mira. No me perdona que no le pida perdón por nada. Lo incomoda mi incapacidad para la mentira. El transito sigue detenido. El padre desciende para averiguar qué sucede ahí donde hay humo y por qué no se puede avanzar.
Conversa con otros camioneros. Es un hombre atractivo. Viril como una película de cowboys. Si tuviese setenta años todo sería más fácil. O tal vez no. Quién sabe.
Vuelven a moverse las luces en ambos sentidos. Los conductores que habían bajado al pavimento regresan a sus sitios.
El padre se sienta y dice: hubo un accidente. Pero la muchacha ha desaparecido.
El padre no ve el espacio vacío sino más tarde, mucho más tarde. Las ruedas del camión echan a rodar. Una estela de vehículos lo sigue.
El perfil de su hija se recorta al costado del asfalto, entre las otras putas, contra la sombra oscura de los árboles.
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Mensajepor Cataplines de perro puto » Dom Ene 16, 2011 10:54 pm

MARC Y EL POLICIA

-Algo tiene que hacer, Marc, trabajar, estudiar, lo que sea, pero no puede pasarse la vida sin hacer nada.
-Oficial, me defrauda una vez más, ¿usted cree en la acción por la acción?
-Lo que yo creo es que tiene que hacer algo, nadie puede estar bien de la cabeza sin hacer nada.
-La acción es sólo un gasto de energía, oficial, no es más que epilepsia.
-¿Y para no ser un epiléptico, usted no hace nada en todo el día?
-Sí que hago oficial.
-¿Qué hace?
--Me tomo el trabajo de respirar quince veces por minuto.
-¿Y cuando está en su casa, respira y mira el techo?
-No, oficial, escribo.
-¿Escribe qué?
-Un libro.
-Ah, entonces usted es escritor. No será como ser abogado, pero ya es algo. ¿Y cómo se llama su libro?
-"Los Pro y los Contra de Hacer Dedo".
-Bueno, el título siempre puede cambiarse por uno mejor..., ¿para cuándo piensa terminarlo?
-Para dentro de dos o tres años, si la policía no me interrumpe antes.
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Mensajepor Cataplines de perro puto » Sab Ene 22, 2011 7:39 pm

MARC Y EL POLICIA

-Tenía que ser usted... Dígame qué está haciendo en esta esquina.
-¿Prefiere que le cuente la verdad o que le responda algo que usted pueda creer?
-No intente confundirme y dígame qué está haciendo acá.
-Estoy esperando a una chica.
-Justo aquí, frente a la central de policía. ¿Cómo se le ocurre hacer una cita en este lugar?
-De la misma manera que se me ocurriría hacer una cita en otro lugar.
-¿Entonces por qué no se le ocurrió citarla en otro lugar?
-Fue ella la que me citó a mí.
-Y no vino.
-¿Cómo lo sabe?
-Porque lleva más de una hora en está esquina.
-Su informe es correcto, oficial.
-El comisario general lo ha visto desde su ventana y ha preguntado quien es ese sospechoso.
-Dígale que no tiene porqué preocuparse, que soy yo esperando a una chica.
-Pero usted está completamente loco.
-Sí, desde que era un espermatozoide. Entre nosotros, oficial, ¿usted cree que vendrá?
-Usted está loco.
-Eso ya está aclarado, oficial, lo que le pregunto es si cree que ella va a venir.
-El que hace las preguntas soy yo.
-Esa frase la sacó de alguna serie de televisión
-Es imposible hablar con un loco.
-Depende, oficial, hay locos y locos.
-Terminemos.
-Eso es lo más sensato que le he escuchado decir.
-Terminemos.
-No hace falta que lo repita, le dije que era lo más sensato que le escuché, pero tampoco es una genialidad como para andar repitiéndola, oficial. De todas maneras, como usted dice, "terminemos?, esto no da para más. Yo seguiré aquí esperando a mi chica y usted puede ir tranquilo a explicárselo a todas las unidades.
-¿Usted cree que me ha convencido con esa absurda historia de que espera a una chica frente a la central de policía?
-No quiero que piense que la voy de sagaz por la vida, pero en ningún momento lo vi muy convencido.
-Dígame qué está haciendo acá.
-Si le digo realmente por qué estoy aquí me lo va a creer menos que la historia de la chica.
-¿O sea que me mintió?
-No exactamente.
-¿Qué quiere decir con eso de "no exactamente"?
-Que no es que le haya mentido sino que no quise alterar su equilibrio mental Esa historia de la chica me pareció lo más acorde a su estructura de pensamiento.
-Terminemos.
-Eso ya lo dijo antes y después empezó de nuevo.
-Porque usted le ha mentido a la policía.
-Pero, oficial, ¿qué esperaba que hiciese? El día que todos le digamos la verdad a la policía va el mundo entero a la cárcel, menos la policía, claro.
-¿Qué dice?
-Nada importante, oficial, estaba reflexionando en voz alta.
-¿Reflexionando?
-Sí, es una costumbre que tenemos los desuniformados.
-Dígame de una vez por todas qué está haciendo frente a la central de policía.
-¿Antes o después?
-¿Antes o después de qué'?
-¿Antes de que llegara usted o ahora?
-Antes. ¿Qué estaba haciendo, antes, en actitud sospechas frente a la central de policía?
-Estaba esperando que me matara una bala perdida.
-Eso es lo más inverosímil que he escuchado en toda mi vida.
-¿Ve? Lo que a usted le parece inverosímil, para mí es lo más natural. No hay caso, oficial, usted y yo no vamos a entendernos jamás.
-Desaparezca inmediatamente de mi vista.
-¿Desaparición instantánea como de ciencia ficción?, ¿o puedo irme caminando?
-Hágalo como quiera, pero ya mismo.
-Si llego a desaparecer como en las películas de ciencia-ficción a usted lo internan.
-Váyase.
-Me voy, pero cierre los ojos y cuente hasta ciento cincuenta porque yo camino despacio, oficial.

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