Es más ecológico, de hecho es el que menos contamina de España. Y tampoco produce contaminación auditiva... ¿Lo de ir a pasear por las pistas sólo es para los de Castellón o podemos ir todos?Vist-i-plau escribió:No es gran cosa, el de Castellón mola más...
Teneis miedo a volar?
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La verdad es que no tengo miedo. De hecho, cuando despega y aterriza y pega botes me parece súperdivertido.
Eso sí, lo que no me gusta mucho es volar colocada/borracha. El pasado invierno cogía un vuelo en Finlandia a las 6 de la mañana, estuve de fiesta hasta las 5 (en realidad fue sin querer) y cuando llegué a la mesa de facturación la tipa de la compañía me estuvo preguntando si estaba borracha, a lo que yo, naturalmente, la respondía con mucho ahínco que no. Ella me dijo que sí, que evidentemente lo estaba, y que bebiera mucho black coffee antes de subir al avión, que si no me quedaba en tierra. Pasé el control lo más serena que pretendidamente pude, y cuando llegué a la puerta de embarque me senté con disimulo en unas escaleras. De esto que vino otra chica de la compañía a preguntarme si había bebido "un poco", a lo que yo respondí que nada, y me dijo: "Ah, vale, te creo, es que me han llamado para decirme que había una persona bebida." Tras esto me monté en el avión y un tiempo después aterricé en Frankfurt, lo cual me costó asimilar un buen rato, pues no sabía muy bien cómo había llegado hasta allí. Finalmente, el dolor infernal de cabeza que arrastré durante todo el vuelo de Frankfurt hasta Madrid es algo que no me gustaría volver a repetir en la vida.
Eso sí, lo que no me gusta mucho es volar colocada/borracha. El pasado invierno cogía un vuelo en Finlandia a las 6 de la mañana, estuve de fiesta hasta las 5 (en realidad fue sin querer) y cuando llegué a la mesa de facturación la tipa de la compañía me estuvo preguntando si estaba borracha, a lo que yo, naturalmente, la respondía con mucho ahínco que no. Ella me dijo que sí, que evidentemente lo estaba, y que bebiera mucho black coffee antes de subir al avión, que si no me quedaba en tierra. Pasé el control lo más serena que pretendidamente pude, y cuando llegué a la puerta de embarque me senté con disimulo en unas escaleras. De esto que vino otra chica de la compañía a preguntarme si había bebido "un poco", a lo que yo respondí que nada, y me dijo: "Ah, vale, te creo, es que me han llamado para decirme que había una persona bebida." Tras esto me monté en el avión y un tiempo después aterricé en Frankfurt, lo cual me costó asimilar un buen rato, pues no sabía muy bien cómo había llegado hasta allí. Finalmente, el dolor infernal de cabeza que arrastré durante todo el vuelo de Frankfurt hasta Madrid es algo que no me gustaría volver a repetir en la vida.
He trabajado para Ib en facturación, embarque y enlaces. Supongo que sonará algo pretencioso desde mi lado, pero cuando estás ahí frente a una terminal de ordenador llena de datos de un vuelo de ciento y pico pasajeros que tiene que ser embarcado en un tiempo limitado (hay sanción si no lo consigues) y tienes en mente al crío de 8 años que viaja solo y muerto de miedo, al enfermo que viaja con un médico para ser operado en Munich de algo urgente, al que por inseguridad se niega a dejar en bodega su silla de ruedas porque no cabe por el pasillo del avión, al que tiene verdadero pánico a volar y ya ha sido apastillado previamente y aún así sabes que dará problemas a la hora de subir a bordo, al que está angustiado por su mascota que no puede ir con él, la charla que te meterá el jefe de terminal si no salen bien las cosas, a AENA por si te está pasando mal o tarde los datos, etc, y te aparece también el que llega borracho perdido y vacilando, la que llega 15 minutos tarde porque no ha oído las llamadas a embarque porque estaba comprando sin ton ni son en el duty free o el que te llama puta a gritos (a lo tonto sé cómo se dice puta a gritos en una docena de idiomas) en medio de la terminal porque el billete que contrató no contempla arrepentimientos de última hora con el equipaje ya en bodega o acceso a ciertas zonas durante el tiempo de espera, te dan ganas de matar por lo frívolos, absurdos y exigentes que nos podemos poner a veces los clientes.Matilde Urrutia escribió:La verdad es que no tengo miedo. De hecho, cuando despega y aterriza y pega botes me parece súperdivertido.
Eso sí, lo que no me gusta mucho es volar colocada/borracha. El pasado invierno cogía un vuelo en Finlandia a las 6 de la mañana, estuve de fiesta hasta las 5 (en realidad fue sin querer) y cuando llegué a la mesa de facturación la tipa de la compañía me estuvo preguntando si estaba borracha, a lo que yo, naturalmente, la respondía con mucho ahínco que no. Ella me dijo que sí, que evidentemente lo estaba, y que bebiera mucho black coffee antes de subir al avión, que si no me quedaba en tierra. Pasé el control lo más serena que pretendidamente pude, y cuando llegué a la puerta de embarque me senté con disimulo en unas escaleras. De esto que vino otra chica de la compañía a preguntarme si había bebido "un poco", a lo que yo respondí que nada, y me dijo: "Ah, vale, te creo, es que me han llamado para decirme que había una persona bebida." Tras esto me monté en el avión y un tiempo después aterricé en Frankfurt, lo cual me costó asimilar un buen rato, pues no sabía muy bien cómo había llegado hasta allí. Finalmente, el dolor infernal de cabeza que arrastré durante todo el vuelo de Frankfurt hasta Madrid es algo que no me gustaría volver a repetir en la vida.
Supongo que en todos los trabajos en los que estás de cara al público suceden este tipo de cosas, pero ahí es donde me han pasado las más extrañas. Una vez un tipo me regaló un cuchillo de 40 cms de hoja con los filos quemados y oscurecidos de cortar costo (tamaño ladrillo, supongo). Había conseguido pasar los controles y después de lograda la hazaña le había entrado miedo a llevarlo encima y decidió que yo sería una digna heredera de semejante arma. Sí, debo tener cara de buena o de tonta o de perroflauta, vaya usted a saber.
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Jajaja. Tampoco es como para sentirse lacra social, que muy poca lata diste en ese viaje. Hay gente que se pone bastante agresiva al beber. Esos son los verdaderos melendis de la vida.Matilde Urrutia escribió:Sí, sí, toda la razón del mundo. Ese mismo día, en cuanto puse un pie en mi casa y recordé mi odisea, me iba sintiendo exponencialmente más lacra social.
Así que eso, no hagáis melendis.
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