Unas citas del libro de Pamela Radcliff:
?? Estos certámenes funcionaban como rondas preliminares para la elección de Miss Gijón, pero antes de los años treinta pasaban prácticamente inadvertidos. Sin embargo, a partir de entonces se convirtieron en eventos importantes, que solÃan ir unidos a otras facetas de la vida asociativa del barrio. AsÃ, el concurso de Miss Natahoyo de 1935 estuvo patrocinado por la Asociación de Cultura e Higiene (ACH), que lo utilizó para promocionar un banquete en beneficio de su biblioteca. Por su parte, Miss Llano, Miss Cima y Miss Calzada estaban patrocinadas por los clubes de fútbol de cada barrio, que organizaban los actos durante sus partidos. Los negocios locales donaban premios, como en el caso de Miss Calzada 1936, en el que un taller de costura del barrio hizo un vestido para la ganadora. Las concursantes tenÃan que ser residentes del barrio, como Felisa RodrÃguez, de 17 años, trabajadora de la fábrica textil La Algodonera, que fue Miss Calzada en 1936. Un aspecto interesante es que, igual que las fiestas de Carnaval, sólo los barrios más pobres organizaban estos certámenes con criterio geográfico. Las demás aspirantes a Miss Gijón se elegÃan en desfiles celebrados en clubes privados, y los vencedores recibÃan tÃtulos como Miss Sport, Miss Palermo o Miss Parque Somió.
Además de estos acontecimientos anuales, los barrios obreros desarrollaron cauces más constantes para el ocio y el esparcimiento. Como ya hemos mencionado, se creó una liga local de fútbol, con equipos en Natahoyo y La Calzada, entre otros. Y, siguiendo las pautas del Carnaval y los concursos de belleza, sólo los equipos de los barrios obreros se identificaban con sus barrios y no con una empresa patrocinadora privada. Esto adquirió especial importancia cuando el equipo de fútbol de La Calzada llegó a la fase final de las eliminatorias olÃmpicas de 1936 [* Olimpiada Popular antifascista que se iba a celebrar en julio en Barcelona, abortada por el estallido de la Guerra].?
Pág. 120.
La siguiente es de un trabajo que hice pero vaya, esa parte en concreto está basada sobre todo en su libro:
El universo confederal escribió:En los momentos inmediatamente anteriores al estallido de la Guerra, la Confederación tenÃa en Gijón en torno a la mitad de los 11.700 afiliados con los que contaba la Regional Asturiana. Pamela Radcliff se ha aproximado a lo que suponÃa ser un militante de la CNT en la ciudad en estos tiempos de hegemonÃa indiscutible de la organización, algo de lo que ya hemos apuntado alguna referencia. Desde su visión:
Una vez establecido el movimiento anarcosindicalista, es muy probable que su creciente fuerza dependiera tanto de la tradición creada e impulsada por él mismo como del ferviente compromiso con la ideologÃa anarquista. Para decirlo en términos simples, el movimiento obrero en Gijón quedó identificado con el anarcosindicalismo. Aunque el movimiento socialista seguÃa luchando, afiliarse a la UGT significaba vivir al margen de la comunidad a la que pertenecÃan la mayorÃa de los compañeros de uno. A medida que nacÃan nuevas generaciones en la ciudad, esta tradición se iba transmitiendo de padres a hijos (?). A estas alturas, la CNT (?) representaba tanto un modo de vida como una ideologÃa concreta.
Si un afiliado quedaba en paro, el sindicato trataba de buscarle otro trabajo. Esto se hacÃa, o se intentaba hacer, en un contexto de crisis económica como el de los años 30, controlando el acceso al empleo o negociando con los empresarios para tratar de reducir el paro al mÃnimo (con turnos rotatorios, etc.); las distintas Regionales de la CNT intercambiaban asà mismo informaciones para ver la oferta de trabajo en otras zonas y poder resolver el paro en alguna de ellas. Esto funcionaba como mecanismo de disciplina. A los obreros que no querÃan sindicalizarse o que no pagaban las cuotas se les trataba de humillar públicamente con listas en pasquines o publicadas en El Noroeste.
La afiliación proporcionaba grandes ventajas al obrero: el apoyo mutuo con sus compañeros, seguros de enfermedad y muerte (con lo que ya hacÃan más que el Estado), la ayuda del sindicato para casi cualquier litigio. A la muerte de un afiliado, el sindicato le despedÃa con un gran despliegue de solidaridad, extendida incluso a la muerte de la madre o de la esposa; como mÃnimo, acudÃan todos los obreros del mismo taller, y estos funerales tenÃan una carga simbólica enorme, ya que suponÃan la toma de la calle por el movimiento obrero. Por otra parte, en los años 30, la Confederación creó el Sindicato de Defensa de los Intereses Públicos (SDIP), dirigido por Ramón Ã�lvarez Palomo y que no durarÃa muchos meses: defendÃa los derechos de los pobres y gestionaba sus ?quejas referentes a problemas básicos de supervivencia? llegando a contar con 1.500 afiliados, organizado a base de comités de barrio y recurriendo a la acción directa, desde huelgas de alquileres a manifestaciones multitudinarias, pasando por la revocación de los desahucios, lo que chocaba con el moderantismo de la Liga de Inquilinos, en manos socialistas ya, enfrascada en querellas judiciales. Para la autora, el no estar afiliado a la CNT, en una ciudad como Gijón, suponÃa grandes dificultades para salir adelante, pero a partir de julio de 1936 lo harÃa simplemente imposible.
En cuanto al mundo de la cultura, desde los medios confederales y afines se trataba de potenciar una cultura librepensadora y moralizante: se llamaba a no beber en exceso, a no perder el tiempo con el fútbol, a no participar en los carnavales; se crearon ateneos libertarios en los barrios (hasta un total de 9, llegará a haber), se ponÃa mucho interés en la educación y la pedagogÃa, se organizaron conferencias sobre el sentido de la militancia, sobre la historia del movimiento obrero, sobre aspectos doctrinales, sobre la organización social del futuro; se crearon bibliotecas de tÃtulos variados y se fundaron periódicos propios, se editaron libros difÃcilmente adquiribles en otros lugares, se celebraron veladas literario-musicales, actos culturales conmemorativos de efemérides, homenajes, funciones teatrales; se crearon grupos especÃficos de artistas en los sindicatos, compañÃas teatrales, grupos corales; se representaron obras revolucionarias, dramas, comedias, recitales de canción asturiana, monólogos? Todo ello cohesionó a la comunidad sindical y ofrecÃa (o trataba de hacerlo) una sociedad alternativa.
Mención aparte merece la actitud de la Confederación hacia el 1º de Mayo, considerado con desdén como un ritual vacÃo o como una payasada. Esto se agravó con la institucionalización de la fecha en 1931, lo que ya hemos mencionado. Hasta 1936, la efeméride pasó prácticamente desapercibida en Gijón, optándose por la indiferencia o por la realización de un acto solemne, en contadas ocasiones (...).