Mis imprescindibles
Cumpleaños
Yo lo noto: cómo me voy volviendo
menos cierto, confuso,
disolviéndome en el aire
cotidiano, burdo
jirón de mí, deshilachado
y roto por los puños
Yo comprendo: he vivido
un año más, y eso es muy duro.
¡Mover el corazón todos los días
casi cien veces por minuto!
Para vivir un año es necesario
morirse muchas veces mucho.
Ángel González
Yo lo noto: cómo me voy volviendo
menos cierto, confuso,
disolviéndome en el aire
cotidiano, burdo
jirón de mí, deshilachado
y roto por los puños
Yo comprendo: he vivido
un año más, y eso es muy duro.
¡Mover el corazón todos los días
casi cien veces por minuto!
Para vivir un año es necesario
morirse muchas veces mucho.
Ángel González
No perdamos el tiempo
Si el mar es infinito y tiene redes,
si su música sale de la ola,
si el alba es roja y el ocaso verde,
si la selva es lujuria y la luna caricia,
si la rosa se abre y perfuma la casa,
si la niña se ríe y perfuma la vida,
si el amor va y me besa y me deja temblando.
¿Qué importancia tiene todo esto,
mientras haya en mi barrio una mesa sin patas,
un niño sin zapatos o un contable tosiendo,
un banquete de cáscaras,
un concierto de perros,
una ópera de sarna?
Debemos inquietarnos por curar las simientes,
por vendar corazones y escribir el poema
que a todos nos contagie.
Y crear esa frase que abrace todo el mundo;
los poetas debiéramos arrancar las espadas,
inventar más colores y escribir padrenuestros.
Ir dejando las risas en la boca del túnel,
y no decir lo inti1no, sino cantar al corro;
no cantar a la luna, no cantar a la novia,
no escribir unas décimas, no fabricar sonetos.
Debemos, pues sabemos, gritar al poderoso,
gritar eso que digo, que hay bastantes viviendo
debajo de las latas con lo puesto y aullando,
y madres que a sus hijos no peinan a diario,
y padres que madrugan y no van al teatro.
Adornar al humilde poniéndole en el hombro
nuestro verso;
cantar al que no canta y ayudarle es lo sano.
Asediar usureros y con rara paciencia convencerles
sin asco.
Trillar en la labranza, bajar a alguna mina;
ser buzo una semana, visitar los asilos,
las cárceles, las ruinas; jugar con los párvulos,
danzar en las leproserías.
Poetas, no perdamos el tiempo, trabajemos,
que al corazón le llega poca sangre.
Gloria Fuertes
Si el mar es infinito y tiene redes,
si su música sale de la ola,
si el alba es roja y el ocaso verde,
si la selva es lujuria y la luna caricia,
si la rosa se abre y perfuma la casa,
si la niña se ríe y perfuma la vida,
si el amor va y me besa y me deja temblando.
¿Qué importancia tiene todo esto,
mientras haya en mi barrio una mesa sin patas,
un niño sin zapatos o un contable tosiendo,
un banquete de cáscaras,
un concierto de perros,
una ópera de sarna?
Debemos inquietarnos por curar las simientes,
por vendar corazones y escribir el poema
que a todos nos contagie.
Y crear esa frase que abrace todo el mundo;
los poetas debiéramos arrancar las espadas,
inventar más colores y escribir padrenuestros.
Ir dejando las risas en la boca del túnel,
y no decir lo inti1no, sino cantar al corro;
no cantar a la luna, no cantar a la novia,
no escribir unas décimas, no fabricar sonetos.
Debemos, pues sabemos, gritar al poderoso,
gritar eso que digo, que hay bastantes viviendo
debajo de las latas con lo puesto y aullando,
y madres que a sus hijos no peinan a diario,
y padres que madrugan y no van al teatro.
Adornar al humilde poniéndole en el hombro
nuestro verso;
cantar al que no canta y ayudarle es lo sano.
Asediar usureros y con rara paciencia convencerles
sin asco.
Trillar en la labranza, bajar a alguna mina;
ser buzo una semana, visitar los asilos,
las cárceles, las ruinas; jugar con los párvulos,
danzar en las leproserías.
Poetas, no perdamos el tiempo, trabajemos,
que al corazón le llega poca sangre.
Gloria Fuertes
Cuando te nombran, me roban un poquito de tu nombre;
parece mentira que media docena de letras digan tanto.
Mi locura sería deshacer las murallas con tu nombre,
iría pintando todas las paredes,
no quedaría un pozo sin que yo asomara
para decir tu nombre,
ni montaña de piedra
donde yo no gritara
enseñándole al eco
tus seis letras distintas.
Mi locura sería enseñar a las aves a cantarlo,
enseñar a los peces a beberlo,
enseñar a los hombres que no hay nada
como volverme loco y repetir tu nombre.
Mi locura sería olvidarme de todo,
de las 22 letras restantes, de los números,
de los libros leídos, de los versos creados.
Saludar con tu nombre.
Pedir pan con tu nombre.
- siempre dice lo mismo- dirían a mi paso,
y yo, tan orgullosa, tan feliz, tan campante.
Y me iré al otro mundo con tu nombre en la boca,
a todas las preguntas responderé tu nombre
- los jueces y los santos no van a entender nada-
Dios me condenaría a decirlo sin parar para siempre.
Gloria Fuertes
Gracias Wit-man por recordármela.
Este poema sí que lo aprendí de memoria.
Entonces había "alguien" que cabía perfectamente en él; que lo llenaba todo.
parece mentira que media docena de letras digan tanto.
Mi locura sería deshacer las murallas con tu nombre,
iría pintando todas las paredes,
no quedaría un pozo sin que yo asomara
para decir tu nombre,
ni montaña de piedra
donde yo no gritara
enseñándole al eco
tus seis letras distintas.
Mi locura sería enseñar a las aves a cantarlo,
enseñar a los peces a beberlo,
enseñar a los hombres que no hay nada
como volverme loco y repetir tu nombre.
Mi locura sería olvidarme de todo,
de las 22 letras restantes, de los números,
de los libros leídos, de los versos creados.
Saludar con tu nombre.
Pedir pan con tu nombre.
- siempre dice lo mismo- dirían a mi paso,
y yo, tan orgullosa, tan feliz, tan campante.
Y me iré al otro mundo con tu nombre en la boca,
a todas las preguntas responderé tu nombre
- los jueces y los santos no van a entender nada-
Dios me condenaría a decirlo sin parar para siempre.
Gloria Fuertes
Gracias Wit-man por recordármela.
Este poema sí que lo aprendí de memoria.
Entonces había "alguien" que cabía perfectamente en él; que lo llenaba todo.
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Fábricas del amor
II
Alza tus brazos, ellos encierran a la noche, desátala sobre mi sed,
tambor, tambor, mi fuego.
Que la noche nos cubra con una campana
que suene suavemente a cada golpe del amor.
Entiérrame la sombra, lávame con ceniza, cávame del dolor,
límpiame el aire:
yo quiero amarte libre.
Tú destruyes el mundo para que esto suceda
tú comienzas el mundo para que esto suceda.
Juan Gelman
II
Alza tus brazos, ellos encierran a la noche, desátala sobre mi sed,
tambor, tambor, mi fuego.
Que la noche nos cubra con una campana
que suene suavemente a cada golpe del amor.
Entiérrame la sombra, lávame con ceniza, cávame del dolor,
límpiame el aire:
yo quiero amarte libre.
Tú destruyes el mundo para que esto suceda
tú comienzas el mundo para que esto suceda.
Juan Gelman
LA VOZ A TI DEBIDA
Versos 2431 a 2462
¿Las oyes cómo piden realidades,
ellas, desmelenadas, fieras,
ellas, las sombras que los dos forjamos
en este inmenso lecho de distancias?
Cansadas ya de infinidad, de tiempo
sin medida, de anónimo, heridas
por una gran nostalgia de materia,
piden límites, días, nombres.
No pueden
vivir así ya más: están al borde
del morir de las sombras, que es la nada.
Acude, ven conmigo.
Tiende tus manos, tiéndeles tu cuerpo.
Los dos les buscaremos
un color, una fecha, un pecho, un sol.
Que descansen en ti, sé tú su carne.
Se calmará su enorme ansia errante,
mientras las estrechamos
ávidamente entre los cuerpos nuestros
donde encuentren su pasto y su reposo.
Se dormirán al fin en nuestro sueño
abrazado, abrazadas. Y así luego,
al separamos, al nutrirnos sólo
de sombras, entre lejos,
ellas
tendrán recuerdos ya, tendrán pasado
de carne y hueso,
el tiempo que vivieron en nosotros.
Y su afanoso sueño
de sombras, otra vez, será el retorno
a esta corporeidad mortal y rosa
donde el amor inventa su infinito.

Versos 2431 a 2462
¿Las oyes cómo piden realidades,
ellas, desmelenadas, fieras,
ellas, las sombras que los dos forjamos
en este inmenso lecho de distancias?
Cansadas ya de infinidad, de tiempo
sin medida, de anónimo, heridas
por una gran nostalgia de materia,
piden límites, días, nombres.
No pueden
vivir así ya más: están al borde
del morir de las sombras, que es la nada.
Acude, ven conmigo.
Tiende tus manos, tiéndeles tu cuerpo.
Los dos les buscaremos
un color, una fecha, un pecho, un sol.
Que descansen en ti, sé tú su carne.
Se calmará su enorme ansia errante,
mientras las estrechamos
ávidamente entre los cuerpos nuestros
donde encuentren su pasto y su reposo.
Se dormirán al fin en nuestro sueño
abrazado, abrazadas. Y así luego,
al separamos, al nutrirnos sólo
de sombras, entre lejos,
ellas
tendrán recuerdos ya, tendrán pasado
de carne y hueso,
el tiempo que vivieron en nosotros.
Y su afanoso sueño
de sombras, otra vez, será el retorno
a esta corporeidad mortal y rosa
donde el amor inventa su infinito.

Joseph Brodsky
Cuando un poeta se posa sobre el mundo lo desplaza.
Cuando el pájaro muere, ¿qué pasa?
A lo mejor le falló el corazón por instalar su levedad en su suelo.
0 tenía la memoria cargada con cada vuelo que voló.
En el café Colón de Malabia y Corrientes
los parroquianos conocen la lentitud del tiempo,
el dolor del cariño, la ficción de ser otra cosa, la mesa
donde Joseph Brodsky se para y dice que el exilio fue hoy,
que no hay espanto mayor que el de animal recorriendo su cueva,
que pesan hoscamente los que cayeron combatiendo y que
no hay heridas, sino una gran herida que nadie puede /cerrar.
¡Habráse visto!
¡Como si el pájaro no recoriera las cortinas del cuarto
para que entrase el sol!
¡El sol de nada, la huella infinita de la piedra
en cada pobre amor!
Tendrías que haberte quedado más, aquí,
Joseph o cosmos descuidado,
a la intemperie de costumbre.
No se arrancó del país y yace
lleno de entender todo.
Juan Gelman
Cuando un poeta se posa sobre el mundo lo desplaza.
Cuando el pájaro muere, ¿qué pasa?
A lo mejor le falló el corazón por instalar su levedad en su suelo.
0 tenía la memoria cargada con cada vuelo que voló.
En el café Colón de Malabia y Corrientes
los parroquianos conocen la lentitud del tiempo,
el dolor del cariño, la ficción de ser otra cosa, la mesa
donde Joseph Brodsky se para y dice que el exilio fue hoy,
que no hay espanto mayor que el de animal recorriendo su cueva,
que pesan hoscamente los que cayeron combatiendo y que
no hay heridas, sino una gran herida que nadie puede /cerrar.
¡Habráse visto!
¡Como si el pájaro no recoriera las cortinas del cuarto
para que entrase el sol!
¡El sol de nada, la huella infinita de la piedra
en cada pobre amor!
Tendrías que haberte quedado más, aquí,
Joseph o cosmos descuidado,
a la intemperie de costumbre.
No se arrancó del país y yace
lleno de entender todo.
Juan Gelman
¿A quién?
Estoy de pie en el día que arde y
veo tu rostro al fondo.
¿A quién amas ahora que amaste?
A veces
volvés en una foto angosta
y repaso cómo soñabas
en los fierros de la compasión.
No sé llegar a la isla
del tamaño de tus cenizas.
La muerte sin avisar no tiene
la protección que
se hace con lágrimas.
Cruza la noche y
apaga rostros.
Juan Gelman
Estoy de pie en el día que arde y
veo tu rostro al fondo.
¿A quién amas ahora que amaste?
A veces
volvés en una foto angosta
y repaso cómo soñabas
en los fierros de la compasión.
No sé llegar a la isla
del tamaño de tus cenizas.
La muerte sin avisar no tiene
la protección que
se hace con lágrimas.
Cruza la noche y
apaga rostros.
Juan Gelman
También las palabras caen al suelo,
como pájaros repentinamente enloquecidos
por sus propios movimientos,
como objetos que pierden de pronto su equilibrio,
como hombres que tropiezan sin que existan obstáculos,
como muñecos enajenados por su rigidez.
Entonces, desde el suelo,
las propias palabras construyen una escala,
para ascender de nuevo al discurso del hombre,
a su balbuceo
o a su frase final.
Pero hay algunas que permanecen caídas.
Y a veces uno las encuentra
en un casi larvado mimetismo,
como si supiesen que alguien va a ir a recogerlas
para construir con ellas un nuevo lenguaje,
un lenguaje hecho solamente con palabras caídas.
Roberto Juarroz
como pájaros repentinamente enloquecidos
por sus propios movimientos,
como objetos que pierden de pronto su equilibrio,
como hombres que tropiezan sin que existan obstáculos,
como muñecos enajenados por su rigidez.
Entonces, desde el suelo,
las propias palabras construyen una escala,
para ascender de nuevo al discurso del hombre,
a su balbuceo
o a su frase final.
Pero hay algunas que permanecen caídas.
Y a veces uno las encuentra
en un casi larvado mimetismo,
como si supiesen que alguien va a ir a recogerlas
para construir con ellas un nuevo lenguaje,
un lenguaje hecho solamente con palabras caídas.
Roberto Juarroz
Buenas noches.
Que el sueño te distinga
con su brillante oscuridad. Que el tiempo
se detenga unas horas y te ofrezca
la posiblidad de no morirte
por el procedimiento de estar muerta.
Que no venga la turbia pesadilla
del doctor Freud a comentar tus sueños,
sembrando de fantasmas tu descanso.
Que unos ángeles rubios se sitúen
en las cuatro esquinitas de tu cama
y degüellen los malos pensamientos
con su espada de luz y no te dejen
sola hasta que amanezca.
Buenas noches.
L. A. de Cuenca
Que el sueño te distinga
con su brillante oscuridad. Que el tiempo
se detenga unas horas y te ofrezca
la posiblidad de no morirte
por el procedimiento de estar muerta.
Que no venga la turbia pesadilla
del doctor Freud a comentar tus sueños,
sembrando de fantasmas tu descanso.
Que unos ángeles rubios se sitúen
en las cuatro esquinitas de tu cama
y degüellen los malos pensamientos
con su espada de luz y no te dejen
sola hasta que amanezca.
Buenas noches.
L. A. de Cuenca
?Hay gente que con solo decir una palabra
enciende la ilusión y los rosales;
que con solo sonreír entre los ojos
nos invita a viajar por otras zonas,
nos hace recorrer toda la magia.
Hay gente que con solo dar la mano
rompe la soledad, pone la mesa,
sirve el puchero, coloca las guirnaldas,
que con solo empuñar una guitarra
hace una sinfonía de entrecasa.
Hay gente que con solo abrir la boca
llega a todos los límites del alma,
alimenta una flor, inventa sueños,
hace cantar el vino en las tinajas
y se queda después, como si nada.
Y uno se va de novio con la vida
desterrando una muerte solitaria
pues sabe que a la vuelta de la esquina
hay gente que es así, tan necesaria.?
Hamlet Lima Quintana
enciende la ilusión y los rosales;
que con solo sonreír entre los ojos
nos invita a viajar por otras zonas,
nos hace recorrer toda la magia.
Hay gente que con solo dar la mano
rompe la soledad, pone la mesa,
sirve el puchero, coloca las guirnaldas,
que con solo empuñar una guitarra
hace una sinfonía de entrecasa.
Hay gente que con solo abrir la boca
llega a todos los límites del alma,
alimenta una flor, inventa sueños,
hace cantar el vino en las tinajas
y se queda después, como si nada.
Y uno se va de novio con la vida
desterrando una muerte solitaria
pues sabe que a la vuelta de la esquina
hay gente que es así, tan necesaria.?
Hamlet Lima Quintana
Al sur de la memoria
está el olor de las cocinas a la vuelta de la escuela.
Están los brotes, todos los brotes
doloridos por el cambio;
las bicicletas con barra y las ondas concéntricas
que dibujaban tus piedras en el agua.
Allá, al sur de la memoria
todavía permanece expandido en el paladar
la nostalgia de lo no vivido: el otro polvo blanco,
la leche Marshall. Y tu negrita de goma.
Allí están los atajos equivocados hacia la madurez,
el globo de Pipi Lamstrong
y la lectura de aventuras.
La serpiente esmeralda que te quitó el habla
aún se arrastra entre los cerezos y entre tus cejas.
Allá, donde el sueño es la vida y el devenir un desnudo,
está la voz de Dositeo resonando en las siestas:
"son moitas moscas contra un".
Y la Doctrina de la Santa Madre Iglesia
y el catecismo con galletas de vainilla de D. José;
los vapores de eucalipto
y el olor rancio de la vejez de los libros.
Al sur de la memoria
quedó el amor primitivo sin nombre
y todas las pertenencias de sus primeros pobladores.
Allí se elevan implacables todos los jueces
y nos ofrece su abrigo el perdón de los niños.
Raquel González Figueiras
está el olor de las cocinas a la vuelta de la escuela.
Están los brotes, todos los brotes
doloridos por el cambio;
las bicicletas con barra y las ondas concéntricas
que dibujaban tus piedras en el agua.
Allá, al sur de la memoria
todavía permanece expandido en el paladar
la nostalgia de lo no vivido: el otro polvo blanco,
la leche Marshall. Y tu negrita de goma.
Allí están los atajos equivocados hacia la madurez,
el globo de Pipi Lamstrong
y la lectura de aventuras.
La serpiente esmeralda que te quitó el habla
aún se arrastra entre los cerezos y entre tus cejas.
Allá, donde el sueño es la vida y el devenir un desnudo,
está la voz de Dositeo resonando en las siestas:
"son moitas moscas contra un".
Y la Doctrina de la Santa Madre Iglesia
y el catecismo con galletas de vainilla de D. José;
los vapores de eucalipto
y el olor rancio de la vejez de los libros.
Al sur de la memoria
quedó el amor primitivo sin nombre
y todas las pertenencias de sus primeros pobladores.
Allí se elevan implacables todos los jueces
y nos ofrece su abrigo el perdón de los niños.
Raquel González Figueiras
Toda poesía es hostil al capitalismo
puede volverse seca y dura pero no
porque sea pobre sino
para no contribuir a la riqueza oficial.
Puede ser su manera de protestar de
volverse flaca ya que hay hambre
amarilla de sed y penosa
de puro dolor que hay puede ser que
en cambio abra los callejones del delirio y las bestias
canten atropellándose vivas de
furia de calor sin destino puede
ser que se niegue a sí misma como otra
manera de vencer a la muerte
así como se llora en los velorios
poetas de hoy
poetas de este tiempo
nos separaron de la grey no sé que será de nosotros
conservadores comunistas apolíticos cuando
suceda lo que sucederá pero
toda poesía es hostil al capitalismo.
Juan Gelman
puede volverse seca y dura pero no
porque sea pobre sino
para no contribuir a la riqueza oficial.
Puede ser su manera de protestar de
volverse flaca ya que hay hambre
amarilla de sed y penosa
de puro dolor que hay puede ser que
en cambio abra los callejones del delirio y las bestias
canten atropellándose vivas de
furia de calor sin destino puede
ser que se niegue a sí misma como otra
manera de vencer a la muerte
así como se llora en los velorios
poetas de hoy
poetas de este tiempo
nos separaron de la grey no sé que será de nosotros
conservadores comunistas apolíticos cuando
suceda lo que sucederá pero
toda poesía es hostil al capitalismo.
Juan Gelman
¿Quién soy yo para quejarme de mi suerte?
¿Acaso esta tierra no ha humillado otros sueños
más altos que los míos? ¿Estas arenas
no empaparon lágrimas
de más nobles desterrados?
Y ni sus nombres recordamos.
También nosotros seremos olvidados
y el sentido de nuestros versos
mil veces modificado. Dónde, cuándo
y en qué idioma será por fin reconocido
aquello que dijimos...
Pero ay de aquel cuya palabra
no permanezca clara, a través de los cambios,
aquel cuya vida y cuya obra
no pueda contarse un día
con la frescura de los cuentos
que narran los marinos.
Escribe. Y bebe. Bajo la clara noche,
brinda por las estrellas, bebe
en la memoria nobilísima
de quienes ya, antes que tú, recorrieron
este camino. Brinda por ellos
y por el mundo que de la destrucción salvaron.
Que en el vino contemples la alta hora
en que se funden sueño y desencanto.
Acepta tu destino como el precio
de su palabra. Escribe.
J.M. Álvarez
¿Acaso esta tierra no ha humillado otros sueños
más altos que los míos? ¿Estas arenas
no empaparon lágrimas
de más nobles desterrados?
Y ni sus nombres recordamos.
También nosotros seremos olvidados
y el sentido de nuestros versos
mil veces modificado. Dónde, cuándo
y en qué idioma será por fin reconocido
aquello que dijimos...
Pero ay de aquel cuya palabra
no permanezca clara, a través de los cambios,
aquel cuya vida y cuya obra
no pueda contarse un día
con la frescura de los cuentos
que narran los marinos.
Escribe. Y bebe. Bajo la clara noche,
brinda por las estrellas, bebe
en la memoria nobilísima
de quienes ya, antes que tú, recorrieron
este camino. Brinda por ellos
y por el mundo que de la destrucción salvaron.
Que en el vino contemples la alta hora
en que se funden sueño y desencanto.
Acepta tu destino como el precio
de su palabra. Escribe.
J.M. Álvarez
Quiéreme cuando menos lo merezca
cuando mis días nublados
necesiten de tu sol.
Quiéreme cuando calle
y esté como ausente,
cuando regrese la distimia
y me sientas indiferente.
Sólo quiéreme,
cuando preguntes que pasa
y yo diga, nada.
Créeme que no lo sé
y que me sostengo
para no entrar en la oscuridad.
No digas nada
sólo quiéreme
y tómame entre tus brazos,
cubre mi fragilidad,
arropa mi dolor...
Y quiéreme cuando menos lo merezca,
será cuando más lo necesite.
Autor?????
cuando mis días nublados
necesiten de tu sol.
Quiéreme cuando calle
y esté como ausente,
cuando regrese la distimia
y me sientas indiferente.
Sólo quiéreme,
cuando preguntes que pasa
y yo diga, nada.
Créeme que no lo sé
y que me sostengo
para no entrar en la oscuridad.
No digas nada
sólo quiéreme
y tómame entre tus brazos,
cubre mi fragilidad,
arropa mi dolor...
Y quiéreme cuando menos lo merezca,
será cuando más lo necesite.
Autor?????
La espera y la lluvia
Como ya no me quedan lágrimas en esta noche
esperaré para llorar tu ausencia con la lluvia.
Mientras tanto viviré en el último silencio
que me dejaste derramado por tus labios
para seguir amándote.
Cuando ya no me quede dolor en esta noche
entonces llegaré hasta tu balcón para morir
convertido en el sol que ilumina
y traspasa cotidiano tus ojos.
A.J. Mialdea

(tenía "mono" de este gran poeta)
Como ya no me quedan lágrimas en esta noche
esperaré para llorar tu ausencia con la lluvia.
Mientras tanto viviré en el último silencio
que me dejaste derramado por tus labios
para seguir amándote.
Cuando ya no me quede dolor en esta noche
entonces llegaré hasta tu balcón para morir
convertido en el sol que ilumina
y traspasa cotidiano tus ojos.
A.J. Mialdea

(tenía "mono" de este gran poeta)
La espera
Cuando me paro a hablar de mí conmigo,
cuando con el fantasma esclavo de mi vida converso
convenimos de nuevo en las cosas triviales
y en la íntima y honda razón que nos abate
discrepamos confusos.
Aguardando a que suene
la aldaba que no empuña su mano desde entonces,
conversamos callando, por si acaso volviera
y nuestra eterna charla impidiera el oírla
al fondo del pasillo, caminando con miedo
como una estatua gélida que recibe la vida.
Sé que no ha de volver y no obstante prosigo
vigilando la entrada, moldeando su rostro
según el inasible
indicio de esa niebla, la memoria.
Centinela que impide la entrada del olvido,
imagino su cuerpo cada noche a mi lado.
Cuando me paro a hablar de mí con el extraño
ser que me habita oscuro, yo no tengo respuesta
para la duda honda que a los dos nos zahiere.
Convenimos de grado, sin apenas disputa,
en asuntos triviales, en ligeras cuestiones.
Pero nunca en la honda razón que nos destruye.
F. B. Reyes
Cuando me paro a hablar de mí conmigo,
cuando con el fantasma esclavo de mi vida converso
convenimos de nuevo en las cosas triviales
y en la íntima y honda razón que nos abate
discrepamos confusos.
Aguardando a que suene
la aldaba que no empuña su mano desde entonces,
conversamos callando, por si acaso volviera
y nuestra eterna charla impidiera el oírla
al fondo del pasillo, caminando con miedo
como una estatua gélida que recibe la vida.
Sé que no ha de volver y no obstante prosigo
vigilando la entrada, moldeando su rostro
según el inasible
indicio de esa niebla, la memoria.
Centinela que impide la entrada del olvido,
imagino su cuerpo cada noche a mi lado.
Cuando me paro a hablar de mí con el extraño
ser que me habita oscuro, yo no tengo respuesta
para la duda honda que a los dos nos zahiere.
Convenimos de grado, sin apenas disputa,
en asuntos triviales, en ligeras cuestiones.
Pero nunca en la honda razón que nos destruye.
F. B. Reyes
Niña, arranca las rosas, no esperes a mañana.
Córtalas a destajo, desaforadamente,
sin pararte a pensar si son malas o buenas.
Que no quede ni una. Púlele los rosales
que encuentres a tu paso y deja las espinas
para tus compañeras de colegio. Disfruta
de la luz y del oro mientras puedas y rinde
tu belleza a ese dios rechoncho y melancólico
que va por los jardines instilando veneno.
Goza labios y lengua, machácate de gusto
con quien se deje y no permitas que el otoño
te pille con la piel reseca y sin un hombre
(por lo menos) comiéndote las hechuras del alma.
Y que la negra muerte te quite lo bailado.
L. A. de Cuenca
Córtalas a destajo, desaforadamente,
sin pararte a pensar si son malas o buenas.
Que no quede ni una. Púlele los rosales
que encuentres a tu paso y deja las espinas
para tus compañeras de colegio. Disfruta
de la luz y del oro mientras puedas y rinde
tu belleza a ese dios rechoncho y melancólico
que va por los jardines instilando veneno.
Goza labios y lengua, machácate de gusto
con quien se deje y no permitas que el otoño
te pille con la piel reseca y sin un hombre
(por lo menos) comiéndote las hechuras del alma.
Y que la negra muerte te quite lo bailado.
L. A. de Cuenca
La heroína es tan dulce como hacer el amor,
decía ella en otro tiempo.
Los médicos dicen que no ha ido a peor,
día va y día viene, y que nos lo tomemos con calma.
Hace un mes que no ha vuelto a despertar,
desde la última operación.
Y sin embargo seguimos visitándola todos los días
en el sexto box de la unidad de cuidados intensivos.
Al entrar, el enfermo de la cama de enfrente lloraba,
no ha venido nadie a visitarme, le decía a la enfermera.
Hace un mes que no oímos la voz de mi hermana.
No veo como antes toda la vida por delante,
nos decía,
no quiero promesas, no quiero disculpas,
tan sólo un gesto de amor.
Ahora sólo le hablamos mi madre y yo.
Mi hermano, antes, no decía gran cosa;
ahora ni siquiera viene.
Mi padre se queda en la puerta, callado.
No duermo por las noches, nos decía mi hermana,
tengo miedo a dormirme, miedo a las pesadillas.
Las agujas me hacen daño y tengo frío,
el suero me enfría las venas.
Si pudiera huir de este cuerpo podrido.
Mientras tanto dame la mano, decía,
no quiero promesas, no quiero disculpas,
tan sólo un gesto de amor.
Kirman Uribe
decía ella en otro tiempo.
Los médicos dicen que no ha ido a peor,
día va y día viene, y que nos lo tomemos con calma.
Hace un mes que no ha vuelto a despertar,
desde la última operación.
Y sin embargo seguimos visitándola todos los días
en el sexto box de la unidad de cuidados intensivos.
Al entrar, el enfermo de la cama de enfrente lloraba,
no ha venido nadie a visitarme, le decía a la enfermera.
Hace un mes que no oímos la voz de mi hermana.
No veo como antes toda la vida por delante,
nos decía,
no quiero promesas, no quiero disculpas,
tan sólo un gesto de amor.
Ahora sólo le hablamos mi madre y yo.
Mi hermano, antes, no decía gran cosa;
ahora ni siquiera viene.
Mi padre se queda en la puerta, callado.
No duermo por las noches, nos decía mi hermana,
tengo miedo a dormirme, miedo a las pesadillas.
Las agujas me hacen daño y tengo frío,
el suero me enfría las venas.
Si pudiera huir de este cuerpo podrido.
Mientras tanto dame la mano, decía,
no quiero promesas, no quiero disculpas,
tan sólo un gesto de amor.
Kirman Uribe
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Hay un amigo al que odio
cuando intento trepar un árbol
me dice: "no,no,no,mejor no"
"te vas a caer"..
Hay un amigo al que odio.
Cuando quiero jugar a fútbol
me dice: "no,no,no,mejor no"
"te meterán un gol por entre las piernas".
Hay un amigo al que odio.
Cuando me acerco a la chica que me gusta
me dice: "no,no,no,mejor no"
"ella no querrá contigo"
Hay un amigo al que odio.
Cuando quiero darle un beso a mi hermano pequeño
me dice: "no,no,no,mejor no"
"lo despertarás"
Hay un amigo al que odio
el nombre de mi amigo es "la vergüenza"
"no, no, no de ninguna manera" le digo cada noche
"mañana no te haré caso".
Hay un amigo al que odio
cuando intento trepar un árbol
me dice: "no,no,no,mejor no"
"te vas a caer"..
Hay un amigo al que odio.
Cuando quiero jugar a fútbol
me dice: "no,no,no,mejor no"
"te meterán un gol por entre las piernas".
Hay un amigo al que odio.
Cuando me acerco a la chica que me gusta
me dice: "no,no,no,mejor no"
"ella no querrá contigo"
Hay un amigo al que odio.
Cuando quiero darle un beso a mi hermano pequeño
me dice: "no,no,no,mejor no"
"lo despertarás"
Hay un amigo al que odio
el nombre de mi amigo es "la vergüenza"
"no, no, no de ninguna manera" le digo cada noche
"mañana no te haré caso".
Pido que sea hoy el viernes prometido
(Adoración del verano: escena tercera)
Es esta urgencia del verano
la que trae a la calle el olor de los bikinis
exhaustos, de los bañadores húmedos, de las nucas
perfumadas por el salitre. La edad y
el sexo vestido de los que aún se aman
y no se reconocen.
Qué urgencia de la noche por llenar
la bahía de sombras cansadas, de lejanos
hombres que van de farra y regresan
al miedo de sus manos. A solas
la noche devuelve sus nombres a la arena.
Pido que amanezca en las terrazas.
Que de esa frontera nazca
el lejano viernes prometido.
Qué urgencia maldita la del verano
y qué bellas sus formas en la aurora.
Alberto Santamaría
(Adoración del verano: escena tercera)
Es esta urgencia del verano
la que trae a la calle el olor de los bikinis
exhaustos, de los bañadores húmedos, de las nucas
perfumadas por el salitre. La edad y
el sexo vestido de los que aún se aman
y no se reconocen.
Qué urgencia de la noche por llenar
la bahía de sombras cansadas, de lejanos
hombres que van de farra y regresan
al miedo de sus manos. A solas
la noche devuelve sus nombres a la arena.
Pido que amanezca en las terrazas.
Que de esa frontera nazca
el lejano viernes prometido.
Qué urgencia maldita la del verano
y qué bellas sus formas en la aurora.
Alberto Santamaría
Manifiesto
En defensa del cardo y de la ortiga,
en defensa del burro y su rebuzno
y de su condición intrascendente,
a favor de los bosques y su antiguo
modo de ser, a favor de la piedra
que el invierno cubrió de oscuro musgo,
para que vivan peces en las aguas,
pájaros en el aire, rododendros
en los jardines, luces en la noche,
y los hombres se olviden de la prisa
con que van a la nada y no se enteran,
víctimas de un progreso establecido,
para que todo cobre otro sentido
una vez asumido el sinsentido
que es todo, y concentrados en su paso
veamos sin dolor pasar el tiempo
y vivamos minutos, horas, días,
bocanadas de ser, riqueza única,
para que todo vuelva a ser sí mismo,
lo que pasó, lo que es, lo que perdura,
lo que no deja huella de su paso,
para que no dé miedo tener hijos
ni dejar de tenerlos, y el amor
vuelva a ser verdadero, a ser inmenso,
para poder tomar el sol y el aire
y sentarse en la hierba con la gente
y ponerse a charlar largo y tendido,
a favor del cansancio y del descanso,
a favor de los ciclos naturales
y de la rebeldía ante los ciclos,
por los colores y por los sonidos,
por los gustos, los tactos, los olores,
por el juego y el sueño, y los amigos,
en defensa de lo que se ha perdido,
de la paz verdadera, del sosiego,
de la palabra limpia y del silencio.
Jesús Munárriz
En defensa del cardo y de la ortiga,
en defensa del burro y su rebuzno
y de su condición intrascendente,
a favor de los bosques y su antiguo
modo de ser, a favor de la piedra
que el invierno cubrió de oscuro musgo,
para que vivan peces en las aguas,
pájaros en el aire, rododendros
en los jardines, luces en la noche,
y los hombres se olviden de la prisa
con que van a la nada y no se enteran,
víctimas de un progreso establecido,
para que todo cobre otro sentido
una vez asumido el sinsentido
que es todo, y concentrados en su paso
veamos sin dolor pasar el tiempo
y vivamos minutos, horas, días,
bocanadas de ser, riqueza única,
para que todo vuelva a ser sí mismo,
lo que pasó, lo que es, lo que perdura,
lo que no deja huella de su paso,
para que no dé miedo tener hijos
ni dejar de tenerlos, y el amor
vuelva a ser verdadero, a ser inmenso,
para poder tomar el sol y el aire
y sentarse en la hierba con la gente
y ponerse a charlar largo y tendido,
a favor del cansancio y del descanso,
a favor de los ciclos naturales
y de la rebeldía ante los ciclos,
por los colores y por los sonidos,
por los gustos, los tactos, los olores,
por el juego y el sueño, y los amigos,
en defensa de lo que se ha perdido,
de la paz verdadera, del sosiego,
de la palabra limpia y del silencio.
Jesús Munárriz
¿Por qué me gusta tanto la poesía?
¿Por qué puedo pasar tardes, noches enteras en su búsqueda?
Pues por algo así:
Por eso estoy en las palabras.
Porque el silencio vive si la palabra calla
y el olvido se extiende donde el amor deserta,
y de las mordeduras gozosas o crueles
sólo queda la huella que arrancan a las prensas.
Por eso estoy en las palabras.
Porque el cerezo da sus frutos sin saberlo
y sin saberlo el cáñamo presagia las banderas,
pero el hombre conoce que entre nada y la nada
sólo puede dejar unos vocablos limpios.
Unos vocablos limpios o una voz iracunda
que arranque el velo hirsuto donde se oculta el sueño,
porque sólo la voz, las palabras perduran
cuando embebe la helada la luz de los tejidos.
Por eso estoy en las palabras.
Porque a pesar de todo, contra razón, salvado
queda el que dijo. Y nada,
contra razón también, queda del que calló,
sino el molde vacío de su materia muda.
Por eso estoy con las palabras y por eso
redescubro un sentido al sinsentido en ellas
y repito sonidos que heredé sin quererlo
y es mi roce en su uso mi paso por la historia.
Jesús Munárriz
Porque permanecen, conmueven y nada de lo que dicen nos suena a nuevo.
¿Por qué puedo pasar tardes, noches enteras en su búsqueda?
Pues por algo así:
Por eso estoy en las palabras.
Porque el silencio vive si la palabra calla
y el olvido se extiende donde el amor deserta,
y de las mordeduras gozosas o crueles
sólo queda la huella que arrancan a las prensas.
Por eso estoy en las palabras.
Porque el cerezo da sus frutos sin saberlo
y sin saberlo el cáñamo presagia las banderas,
pero el hombre conoce que entre nada y la nada
sólo puede dejar unos vocablos limpios.
Unos vocablos limpios o una voz iracunda
que arranque el velo hirsuto donde se oculta el sueño,
porque sólo la voz, las palabras perduran
cuando embebe la helada la luz de los tejidos.
Por eso estoy en las palabras.
Porque a pesar de todo, contra razón, salvado
queda el que dijo. Y nada,
contra razón también, queda del que calló,
sino el molde vacío de su materia muda.
Por eso estoy con las palabras y por eso
redescubro un sentido al sinsentido en ellas
y repito sonidos que heredé sin quererlo
y es mi roce en su uso mi paso por la historia.
Jesús Munárriz
Porque permanecen, conmueven y nada de lo que dicen nos suena a nuevo.
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