Mis imprescindibles
Ámame en mi locura...
Ámame en mi locura.
Nuestro camino es el mismo, igual que nuestra vida.
Mi locura está poblada de maná paradisíaco.
Ámame así en mi ardor.
Sólo sé siempre sencilla
Como las palabras de mis versos.
Quiero ver al amanecer
Tu cuerpo salpicado por gotas de rocío.
Ámame en mi voluptuosidad:
En mi flaqueza, e incluso en la demencia,
El amor siempre nos mostrará el camino cierto
Llenando nuestro paraíso de un calor sin límite.
Ámame a pesar de los rechazos.
Nuestro camino es el mismo, al igual que nuestra vida.
Yo abriré todos los palacios,
Y a tus pies arrojaré
Todos los cetros y coronas
La carga agotadora
Todo lo que los creadores pueden dar.
Fedor Sologub
Ámame en mi locura.
Nuestro camino es el mismo, igual que nuestra vida.
Mi locura está poblada de maná paradisíaco.
Ámame así en mi ardor.
Sólo sé siempre sencilla
Como las palabras de mis versos.
Quiero ver al amanecer
Tu cuerpo salpicado por gotas de rocío.
Ámame en mi voluptuosidad:
En mi flaqueza, e incluso en la demencia,
El amor siempre nos mostrará el camino cierto
Llenando nuestro paraíso de un calor sin límite.
Ámame a pesar de los rechazos.
Nuestro camino es el mismo, al igual que nuestra vida.
Yo abriré todos los palacios,
Y a tus pies arrojaré
Todos los cetros y coronas
La carga agotadora
Todo lo que los creadores pueden dar.
Fedor Sologub
-Canción de amiga-
Nadie recuerda un invierno tan frío como éste.
Las calles de la ciudad son láminas de hielo.
Las ramas de los árboles están envueltas en fundas de hielo.
Las estrellas tan altas son destellos de hielo.
Helado está también mi corazón,
pero no fue en invierno.
Mi amiga,
mi dulce amiga,
aquella que me amaba,
me dice que ha dejado de quererme.
No recuerdo un invierno tan frío como éste.
Ángel González
Nadie recuerda un invierno tan frío como éste.
Las calles de la ciudad son láminas de hielo.
Las ramas de los árboles están envueltas en fundas de hielo.
Las estrellas tan altas son destellos de hielo.
Helado está también mi corazón,
pero no fue en invierno.
Mi amiga,
mi dulce amiga,
aquella que me amaba,
me dice que ha dejado de quererme.
No recuerdo un invierno tan frío como éste.
Ángel González
-Al otro lado-
Te digo que esta vez lo digo en serio.
No consigo dormir, me asusta el tiempo
que tengo que pasar sin ver tu risa
liviana apoderarse de la casa.
Noche tras noche vienes y me dejas
más sólo que la luna. Ese recuerdo
me basta para hacer un melodrama
del día que me espera, sin un beso
que llevarme a la boca. Mi mujer
no sospecha de ti; sólo pregunta
de dónde ese aire huérfano, esa leve
sonrisa que me vuelve transparente
me llegan
y hacia dónde me conducen.
Ya no voy a fingir. Hoy es el día.
Esta noche nos vemos para siempre.
Cruzaré en un descuido la pantalla.
Me quedaré contigo al otro lado.
Eduardo García
Te digo que esta vez lo digo en serio.
No consigo dormir, me asusta el tiempo
que tengo que pasar sin ver tu risa
liviana apoderarse de la casa.
Noche tras noche vienes y me dejas
más sólo que la luna. Ese recuerdo
me basta para hacer un melodrama
del día que me espera, sin un beso
que llevarme a la boca. Mi mujer
no sospecha de ti; sólo pregunta
de dónde ese aire huérfano, esa leve
sonrisa que me vuelve transparente
me llegan
y hacia dónde me conducen.
Ya no voy a fingir. Hoy es el día.
Esta noche nos vemos para siempre.
Cruzaré en un descuido la pantalla.
Me quedaré contigo al otro lado.
Eduardo García
-Itinerario del deseo-
Anoche tuve audiencia con mi cuerpo,
tu fantasma, mis señas personales:
indagué en el desánimo, en el cerco
de mis fiebres. Obsesos arenales
me circundan y crecen hacia adentro.
Me someten sus dunas, a las cuales
rehúyo, añoro, niego, miento, encuentro,
ofrendando el temblor de mis portales.
Sin que medie la luna te poseo
siguiendo de la sangre los puntales.
Dichoso itinerario del deseo
cuando abrevo mi sed en tus panales.
Cuando el alba se apresta a desvestirse
se despiden tus sombras, antes de irse.
Renée Ferrer
Anoche tuve audiencia con mi cuerpo,
tu fantasma, mis señas personales:
indagué en el desánimo, en el cerco
de mis fiebres. Obsesos arenales
me circundan y crecen hacia adentro.
Me someten sus dunas, a las cuales
rehúyo, añoro, niego, miento, encuentro,
ofrendando el temblor de mis portales.
Sin que medie la luna te poseo
siguiendo de la sangre los puntales.
Dichoso itinerario del deseo
cuando abrevo mi sed en tus panales.
Cuando el alba se apresta a desvestirse
se despiden tus sombras, antes de irse.
Renée Ferrer
Fábricas del amor
Y construí tu rostro.
Con adivinaciones del amor, construía tu rostro
en los lejanos patios de la infancia.
Albañil con vergüenza,
yo me oculté del mundo para tallar tu imagen,
para darte la voz,
para poner dulzura en tu saliva.
Cuántas veces temblé
apenas si cubierto por la luz del verano
mientras te describía por mi sangre.
Pura mía,
estás hecha de cuántas estaciones
y tu gracia desciende como cuántos crepúsculos.
Cuántas de mis jornadas inventaron tus manos.
Qué infinito de besos contra la soledad
hunde tus pasos en el polvo.
Yo te oficié, te recité por los caminos,
escribí todos tus nombres al fondo de mi sombra,
te hice un sitio en mi lecho,
te amé, estela invisible, noche a noche.
Así fue que cantaron los silencios.
Años y años trabajé para hacerte
antes de oír un solo sonido de tu alma.
Juan Gelman
Y construí tu rostro.
Con adivinaciones del amor, construía tu rostro
en los lejanos patios de la infancia.
Albañil con vergüenza,
yo me oculté del mundo para tallar tu imagen,
para darte la voz,
para poner dulzura en tu saliva.
Cuántas veces temblé
apenas si cubierto por la luz del verano
mientras te describía por mi sangre.
Pura mía,
estás hecha de cuántas estaciones
y tu gracia desciende como cuántos crepúsculos.
Cuántas de mis jornadas inventaron tus manos.
Qué infinito de besos contra la soledad
hunde tus pasos en el polvo.
Yo te oficié, te recité por los caminos,
escribí todos tus nombres al fondo de mi sombra,
te hice un sitio en mi lecho,
te amé, estela invisible, noche a noche.
Así fue que cantaron los silencios.
Años y años trabajé para hacerte
antes de oír un solo sonido de tu alma.
Juan Gelman
Kiawélna
caminaré
caminaré despacio
para que todas las balas
se alojen en mi cuerpo
ser el blanco
el dardo
el cuchillo
de los silencios
ser la pólvora
del cielo que miro
la caída
invisible
el amor reventado
a punta de culata
caminaré
con las manos en alto
por este mundo y
por el otro
liberando estas inútiles
palabras
y soltando
las amarras
de mi fe ciega.
Lilian Elphick
* En lengua kawésqar, kiawélna significa "no-existente", "lo-que-no-hay".
caminaré
caminaré despacio
para que todas las balas
se alojen en mi cuerpo
ser el blanco
el dardo
el cuchillo
de los silencios
ser la pólvora
del cielo que miro
la caída
invisible
el amor reventado
a punta de culata
caminaré
con las manos en alto
por este mundo y
por el otro
liberando estas inútiles
palabras
y soltando
las amarras
de mi fe ciega.
Lilian Elphick
* En lengua kawésqar, kiawélna significa "no-existente", "lo-que-no-hay".
DISCIPLINA SECRETA
La casa como barco
en alta mar de junio.
Las calles como trenes
de noche sosegada.
Estas cosas no pasan en el mundo.
Estoy por afirmar
que ahora vivo en un libro de poemas.
Pero si tú me miras,
decidida a existir
desde el fondo templado de tus ojos,
también existe el mundo.
Y muy probablemente
yo acabaré por existir contigo.
Luis García Montero
La casa como barco
en alta mar de junio.
Las calles como trenes
de noche sosegada.
Estas cosas no pasan en el mundo.
Estoy por afirmar
que ahora vivo en un libro de poemas.
Pero si tú me miras,
decidida a existir
desde el fondo templado de tus ojos,
también existe el mundo.
Y muy probablemente
yo acabaré por existir contigo.
Luis García Montero
No Hay Palabras
Tocas un cuerpo, sientes su repetido temblor
bajo tus dedos, el cálido transcurrir de la sangre.
Recorres la estremecida tibieza,
sus corporales sombras, su desvelado resplandor.
No hay palabras.
Tocas un cuerpo; un mundo
llena ahora tus manos, empuja su destino.
A través de tu pecho el tiempo pasa,
golpea como un látigo junto a tus labios.
Las horas, un instante se detienen
y arrancas tu pequeña porción de eternidad.
Fueron antes los nombres y las fechas,
la historia clara, lúcida, de dos rostros distantes.
Después, lo que llamas amor, quizá se torne forzada promesa,
levantado muro pretendiendo encerrar,
aquello que únicamente en libertad puede ganarse.
No importa, ahora no importa.
Tocas un cuerpo, en él te hundes,
palpas la vida, real, común.
No estás ya solo.
Juan Luis Panero
Tocas un cuerpo, sientes su repetido temblor
bajo tus dedos, el cálido transcurrir de la sangre.
Recorres la estremecida tibieza,
sus corporales sombras, su desvelado resplandor.
No hay palabras.
Tocas un cuerpo; un mundo
llena ahora tus manos, empuja su destino.
A través de tu pecho el tiempo pasa,
golpea como un látigo junto a tus labios.
Las horas, un instante se detienen
y arrancas tu pequeña porción de eternidad.
Fueron antes los nombres y las fechas,
la historia clara, lúcida, de dos rostros distantes.
Después, lo que llamas amor, quizá se torne forzada promesa,
levantado muro pretendiendo encerrar,
aquello que únicamente en libertad puede ganarse.
No importa, ahora no importa.
Tocas un cuerpo, en él te hundes,
palpas la vida, real, común.
No estás ya solo.
Juan Luis Panero
Ella
Ella está hecha a semejanza de las cosas que amo.
Se parece a la noche,
o mejor: a una noche sin ausencias.
Ella es exacta.
Cuando la noche escurre, su cuerpo se humedece.
Me permite trepar por mis temblores
y agitar su nombre desde la oscuridad.
Ella es irrepetible.
Nació en las piedras donde empieza mi desorden.
Eduardo Langagne
Ella está hecha a semejanza de las cosas que amo.
Se parece a la noche,
o mejor: a una noche sin ausencias.
Ella es exacta.
Cuando la noche escurre, su cuerpo se humedece.
Me permite trepar por mis temblores
y agitar su nombre desde la oscuridad.
Ella es irrepetible.
Nació en las piedras donde empieza mi desorden.
Eduardo Langagne
La piedad
1
Soy un hombre herido.
Y yo quisiera irme
y llegar finalmente,
piedad, a donde se escucha
al hombre que está sólo consigo.
No tengo más que soberbia y bondad.
Y me siento exilado en medio de los hombres.
Mas por ellos estoy en pena.
¿No sería digno de volver a mí?
He poblado de nombres el silencio.
¿He hecho pedazos corazón y mente
para caer en servidumbre de palabras?
Reino sobre fantasmas.
Hojas secas,
alma llevada aquí y allá...,
No, odio el viento y su voz
de bestia inmemorable.
Dios, ¿aquéllos que te imploran
no te conocen más que de nombre?
Me has arrojado de la vida:
¿me arrojarás de la muerte?
Quizá el hombre también es indigno de esperanza.
¿Hasta la fuente del remordimiento está seca?
El pecado, qué importa
si ya no conduce a la pureza.
La carne apenas recuerda
que tuvo fuerza una vez.
Loca y gastada está el alma.
Dios mira nuestra debilidad.
Queremos una certeza.
¿Ya ni siquiera te ríes de nosotros?
Compadécenos entonces, crueldad.
No puedo seguir amurallado
en el deseo sin amor .
Muéstranos una huella de justicia.
Tu ley, ¿cuál es?
Fulmina mis pobres emociones,
libérame de la inquietud.
Estoy cansado de gritar sin voz.
Giuseppe Ungaretti
(1888-1970)
1
Soy un hombre herido.
Y yo quisiera irme
y llegar finalmente,
piedad, a donde se escucha
al hombre que está sólo consigo.
No tengo más que soberbia y bondad.
Y me siento exilado en medio de los hombres.
Mas por ellos estoy en pena.
¿No sería digno de volver a mí?
He poblado de nombres el silencio.
¿He hecho pedazos corazón y mente
para caer en servidumbre de palabras?
Reino sobre fantasmas.
Hojas secas,
alma llevada aquí y allá...,
No, odio el viento y su voz
de bestia inmemorable.
Dios, ¿aquéllos que te imploran
no te conocen más que de nombre?
Me has arrojado de la vida:
¿me arrojarás de la muerte?
Quizá el hombre también es indigno de esperanza.
¿Hasta la fuente del remordimiento está seca?
El pecado, qué importa
si ya no conduce a la pureza.
La carne apenas recuerda
que tuvo fuerza una vez.
Loca y gastada está el alma.
Dios mira nuestra debilidad.
Queremos una certeza.
¿Ya ni siquiera te ríes de nosotros?
Compadécenos entonces, crueldad.
No puedo seguir amurallado
en el deseo sin amor .
Muéstranos una huella de justicia.
Tu ley, ¿cuál es?
Fulmina mis pobres emociones,
libérame de la inquietud.
Estoy cansado de gritar sin voz.
Giuseppe Ungaretti
(1888-1970)
He aquí que tú estás sola y que estoy solo...
He aquí que tú estás sola y que estoy solo.
Haces tus cosas diariamente y piensas
y yo pienso y recuerdo y estoy solo.
A la misma hora nos recordamos algo
y nos sufrimos. Como una droga mía y tuya
somos, y una locura celular nos recorre
y una sangre rebelde y sin cansancio.
Se me va a hacer llagas este cuerpo solo,
se me caerá la carne trozo a trozo.
Esto es lejía y muerte.
El corrosivo estar, el malestar
muriendo es nuestra muerte.
Ya no sé dónde estás. Yo ya he olvidado
quién eres, dónde estás, cómo te llamas.
Yo soy sólo una parte, sólo un brazo,
una mitad apenas, sólo un brazo.
Te recuerdo en mi boca y en mis manos.
Con mi lengua y mis ojos y mis manos
te sé, sabes a amor, a dulce amor, a carne,
a siembra , a flor, hueles a amor, a ti,
hueles a sal, sabes a sal, amor y a mí.
En mis labios te sé, te reconozco,
y giras y eres y miras incansable
y toda tú me suenas
dentro del corazón como mi sangre.
Te digo que estoy solo y que me faltas.
Nos faltamos, amor, y nos morimos
y nada haremos ya sino morirnos.
Esto lo sé, amor, esto sabemos.
Hoy y mañana, así, y cuando estemos
en nuestros brazos simples y cansados,
me faltarás, amor, nos faltaremos.
Jaime Sabines
He aquí que tú estás sola y que estoy solo.
Haces tus cosas diariamente y piensas
y yo pienso y recuerdo y estoy solo.
A la misma hora nos recordamos algo
y nos sufrimos. Como una droga mía y tuya
somos, y una locura celular nos recorre
y una sangre rebelde y sin cansancio.
Se me va a hacer llagas este cuerpo solo,
se me caerá la carne trozo a trozo.
Esto es lejía y muerte.
El corrosivo estar, el malestar
muriendo es nuestra muerte.
Ya no sé dónde estás. Yo ya he olvidado
quién eres, dónde estás, cómo te llamas.
Yo soy sólo una parte, sólo un brazo,
una mitad apenas, sólo un brazo.
Te recuerdo en mi boca y en mis manos.
Con mi lengua y mis ojos y mis manos
te sé, sabes a amor, a dulce amor, a carne,
a siembra , a flor, hueles a amor, a ti,
hueles a sal, sabes a sal, amor y a mí.
En mis labios te sé, te reconozco,
y giras y eres y miras incansable
y toda tú me suenas
dentro del corazón como mi sangre.
Te digo que estoy solo y que me faltas.
Nos faltamos, amor, y nos morimos
y nada haremos ya sino morirnos.
Esto lo sé, amor, esto sabemos.
Hoy y mañana, así, y cuando estemos
en nuestros brazos simples y cansados,
me faltarás, amor, nos faltaremos.
Jaime Sabines
Ausencia
Ausencia llamaré
al murmullo del mar sobre tu cuerpo,
al cielo gris,
a la golondrina que busca tu pecho cada tarde,
a tu silencio cansado de morir
en las esquinas del mundo.
Ausencia llamaré
a las manos de tu voz quebrando el aire
en busca de las alas de mi voz que a ti te llaman.
Ausencia llamaré
a tus labios que rozan los cristales del tiempo
para clavar en mis ojos melodías de sangre.
Antonio J. Mialdea
Ausencia llamaré
al murmullo del mar sobre tu cuerpo,
al cielo gris,
a la golondrina que busca tu pecho cada tarde,
a tu silencio cansado de morir
en las esquinas del mundo.
Ausencia llamaré
a las manos de tu voz quebrando el aire
en busca de las alas de mi voz que a ti te llaman.
Ausencia llamaré
a tus labios que rozan los cristales del tiempo
para clavar en mis ojos melodías de sangre.
Antonio J. Mialdea
Suceso VIII
A veces soy la voz del otro lado del teléfono,
a veces un aliento,
una ciudad enorme donde te encuentro a veces,
por supuesto una fecha,
un saludo que cruza el cielo velozmente,
dos ojos que te miran,
un café que te espera después de la llovizna,
una fotografía, una mano en tu mano,
desesperadamente una canción, etcétera.
Y siempre o casi siempre,
nomás ése silencio,
donde solés colgar tus prendas íntimas.
Boccanera
A veces soy la voz del otro lado del teléfono,
a veces un aliento,
una ciudad enorme donde te encuentro a veces,
por supuesto una fecha,
un saludo que cruza el cielo velozmente,
dos ojos que te miran,
un café que te espera después de la llovizna,
una fotografía, una mano en tu mano,
desesperadamente una canción, etcétera.
Y siempre o casi siempre,
nomás ése silencio,
donde solés colgar tus prendas íntimas.
Boccanera
Ausencia de amor
Cómo será pregunto.
Cómo será tocarte a mi costado.
Ando de loco por el aire
que ando que no ando.
Cómo será acostarme
en tu país de pechos tan lejano.
Ando de pobre cristo a tu recuerdo
clavado, reclavado.
Será ya como sea.
Tal vez me estalle el cuerpo todo lo que he esperado.
Me comerás entonces dulcemente
pedazo por pedazo.
Seré lo que debiera.
Tu pie. Tu mano.
Juan Gelman
Cómo será pregunto.
Cómo será tocarte a mi costado.
Ando de loco por el aire
que ando que no ando.
Cómo será acostarme
en tu país de pechos tan lejano.
Ando de pobre cristo a tu recuerdo
clavado, reclavado.
Será ya como sea.
Tal vez me estalle el cuerpo todo lo que he esperado.
Me comerás entonces dulcemente
pedazo por pedazo.
Seré lo que debiera.
Tu pie. Tu mano.
Juan Gelman
Es difícil decirlo,
lo sé con la certeza de un puño que se rompe,
del gesto torrencial que une ciertas estrellas.
Quiero saber por qué a pesar de todo
hay ritmos que se agotan,
en qué consiste el agua,
la delgadez del mundo y el peso del plomo,
o por qué las palabras se han quedado colgando
sonámbulas, inútiles, aisladas y perfectas.
Es difícil decirlo sin morderse por dentro la sonrisa,
sin necesitar la absoluta densidad del cielo.
Sin pedir a gritos un horizonte de agua que nos transmita dulcemente.
A veces extenderse es tan sólo tocar un mundo que no arde,
o un conjunto de dioses que interpretan su música de vidrio
sonando eternamente a girasol y a piedra.
Tu explosión necesaria, tu pulso original
es un acantilado de ternura,
un punto de partida donde volver a hundirse
hacia tu brevedad de mujer de gato.
Porque es inevitable referirte una vez más al agua,
a la perfecta serenidad de tus manos abiertas,
al geométrico crepúsculo de tus dedos transparentes.
Mujer de arcilla y agua, planeta desnudísimo.
Lo demás sólo es cielo.
Déjame hablar,
hundir las lanzas largas de la noche,
ser una arquitectura de ceniza.
Lo demás sólo es cielo, es inútil el mar contra las cosas,
la sal contra las cosas. En las tardes,
inevitablemente nos perdemos de tanto perseguir las longitudes,
de tanto juntar barro con el barro. No te rompas.
Defiende tus espacios, despedaza tu sangre por la tierra.
No hay más que cielo detrás de las batallas.
También la luz a veces se parte como un hueso.
Miguel Sánchez Gatell
lo sé con la certeza de un puño que se rompe,
del gesto torrencial que une ciertas estrellas.
Quiero saber por qué a pesar de todo
hay ritmos que se agotan,
en qué consiste el agua,
la delgadez del mundo y el peso del plomo,
o por qué las palabras se han quedado colgando
sonámbulas, inútiles, aisladas y perfectas.
Es difícil decirlo sin morderse por dentro la sonrisa,
sin necesitar la absoluta densidad del cielo.
Sin pedir a gritos un horizonte de agua que nos transmita dulcemente.
A veces extenderse es tan sólo tocar un mundo que no arde,
o un conjunto de dioses que interpretan su música de vidrio
sonando eternamente a girasol y a piedra.
Tu explosión necesaria, tu pulso original
es un acantilado de ternura,
un punto de partida donde volver a hundirse
hacia tu brevedad de mujer de gato.
Porque es inevitable referirte una vez más al agua,
a la perfecta serenidad de tus manos abiertas,
al geométrico crepúsculo de tus dedos transparentes.
Mujer de arcilla y agua, planeta desnudísimo.
Lo demás sólo es cielo.
Déjame hablar,
hundir las lanzas largas de la noche,
ser una arquitectura de ceniza.
Lo demás sólo es cielo, es inútil el mar contra las cosas,
la sal contra las cosas. En las tardes,
inevitablemente nos perdemos de tanto perseguir las longitudes,
de tanto juntar barro con el barro. No te rompas.
Defiende tus espacios, despedaza tu sangre por la tierra.
No hay más que cielo detrás de las batallas.
También la luz a veces se parte como un hueso.
Miguel Sánchez Gatell
3 de Diciembre.
Día Internacional del Euskera.
Urriko poema
Iritsi dira notiziak
iritsi dira eskutitzak
baina ez zureak.
Igaro ziren hegazkinak,
erre zituzten zubi denak,
isildu bazterrak.
Galdetu diet hegaberei,
galdetu pago biluziei,
ez dakite ezer.
Canción de Octubre
Hubo noticias,
llegaron cartas,
pero no las tuyas.
Pasaron aviones,
quemaron los puentes,
acallaron rincones.
Pregunté a las avefrías
y a los robles desnudos,
nada saben, nada saben.
Kirmen Uribe
Día Internacional del Euskera.
Urriko poema
Iritsi dira notiziak
iritsi dira eskutitzak
baina ez zureak.
Igaro ziren hegazkinak,
erre zituzten zubi denak,
isildu bazterrak.
Galdetu diet hegaberei,
galdetu pago biluziei,
ez dakite ezer.
Canción de Octubre
Hubo noticias,
llegaron cartas,
pero no las tuyas.
Pasaron aviones,
quemaron los puentes,
acallaron rincones.
Pregunté a las avefrías
y a los robles desnudos,
nada saben, nada saben.
Kirmen Uribe
Contraespionaje I
no le digas a nadie que he vuelto a tus jardines
escóndeme bajo tu cuello de ángel
en tu pelo de bruma
en tus ojos de marzo
vengo huyendo hasta la piel de tus murallas
la soledad me sigue muy de cerca
ocúltame bajo tu permanente desnudez
en tu mano profunda
en tu llanto perfecto
en tu saliva sabia
preguntan quién ha subvertido este infiel corazón
sé que no me hallarán:
la luz lo ciega todo
GASPAR AGUILERA DÍAZ
no le digas a nadie que he vuelto a tus jardines
escóndeme bajo tu cuello de ángel
en tu pelo de bruma
en tus ojos de marzo
vengo huyendo hasta la piel de tus murallas
la soledad me sigue muy de cerca
ocúltame bajo tu permanente desnudez
en tu mano profunda
en tu llanto perfecto
en tu saliva sabia
preguntan quién ha subvertido este infiel corazón
sé que no me hallarán:
la luz lo ciega todo
GASPAR AGUILERA DÍAZ
Ellos querían saber demasiado
¿Qué miras? ¿Dónde vas? ¿Con quién hablas?
Demasiado.
Las preguntas rebotaban en su cabeza;
cuánto debiera decir, qué debiera sentir...
¿estaba equivocado?
Pero cuando cerraba los ojos
ella, implacablemente, aparecía.
Las preguntas, entonces, eran la respuesta,
el juramento sagrado, el pacto invisible,
el abrazo etéreo, la caricia infalible.
Era el aire, simplemente el aire,
el aire que cala, rasga, revive,
el aire transparente y húmedo
de una lejana estrella enamorada.
Y se prendía de su estela
y cabalgaba en sus piruetas
y se subía hasta su boca
y escuchaba las respuestas.
Y moría renaciendo y reía a los espejos
y besaba los rocíos y se impregnaba
de su brillo.
Y sabia que ya nunca miraría el mismo cielo.
I. Parra
¿Qué miras? ¿Dónde vas? ¿Con quién hablas?
Demasiado.
Las preguntas rebotaban en su cabeza;
cuánto debiera decir, qué debiera sentir...
¿estaba equivocado?
Pero cuando cerraba los ojos
ella, implacablemente, aparecía.
Las preguntas, entonces, eran la respuesta,
el juramento sagrado, el pacto invisible,
el abrazo etéreo, la caricia infalible.
Era el aire, simplemente el aire,
el aire que cala, rasga, revive,
el aire transparente y húmedo
de una lejana estrella enamorada.
Y se prendía de su estela
y cabalgaba en sus piruetas
y se subía hasta su boca
y escuchaba las respuestas.
Y moría renaciendo y reía a los espejos
y besaba los rocíos y se impregnaba
de su brillo.
Y sabia que ya nunca miraría el mismo cielo.
I. Parra
Ámame anarquista
Ámame anarquista
frenéticamente
mientras desato y suelto
el pañuelo que sujeta
tu cabello
y libero a tu pecho
ya sin freno
ya sin sentido
siempre hacia la frontera
roja y negra
y violeta
ámame hacia la izquierda
cara a cara
hacia la noche
hacia ti
siempre hacia ti misma
Ámame anarquista
mismo contra mí mismo.
Claudio Rodríguez Fer
Ámame anarquista
frenéticamente
mientras desato y suelto
el pañuelo que sujeta
tu cabello
y libero a tu pecho
ya sin freno
ya sin sentido
siempre hacia la frontera
roja y negra
y violeta
ámame hacia la izquierda
cara a cara
hacia la noche
hacia ti
siempre hacia ti misma
Ámame anarquista
mismo contra mí mismo.
Claudio Rodríguez Fer
Ya es hora de que se sepa
Pido la palabra previa.
Quiero decir -¡y que de una vez se sepa! -
que yo soy Yo,
que soy el Centro,
y el Árbitro.
Que todos vosotros, todos,
-dandose bIen las cosas-
sois mis coterráneos:
parientes, vecinos, acreedores míos,
prójimos míos propiamente dicho;
que todos los demás, todos,
buenos y malos
-amarillos y negros, antípodas, gitanos-
son, todo lo más,
y ya es mucho,
mis contemporáneos.
Sabed que:
cuando os veo, de hecho
os suscito, os resucito;
y al pensaros
os doy una esperanza.
Pero si os he perdido de vista,
mientras os olvido u os ignoro,
dormís el sueño de los justos,
como suele decirse.
No pasáis de potencias
en la acepci6n más triste del vocablo.
Ya lo sé. Muchos esperáis
con impaciencia
el día de cantarme el responso.
No os embaléis, por favor.
En el mejor de los casos,
cuando yo muera,
todos, todos,
buenos o malos,
no seréis más que mis sobrevivientes.
Pere Quart
(poeta maldito)
Pido la palabra previa.
Quiero decir -¡y que de una vez se sepa! -
que yo soy Yo,
que soy el Centro,
y el Árbitro.
Que todos vosotros, todos,
-dandose bIen las cosas-
sois mis coterráneos:
parientes, vecinos, acreedores míos,
prójimos míos propiamente dicho;
que todos los demás, todos,
buenos y malos
-amarillos y negros, antípodas, gitanos-
son, todo lo más,
y ya es mucho,
mis contemporáneos.
Sabed que:
cuando os veo, de hecho
os suscito, os resucito;
y al pensaros
os doy una esperanza.
Pero si os he perdido de vista,
mientras os olvido u os ignoro,
dormís el sueño de los justos,
como suele decirse.
No pasáis de potencias
en la acepci6n más triste del vocablo.
Ya lo sé. Muchos esperáis
con impaciencia
el día de cantarme el responso.
No os embaléis, por favor.
En el mejor de los casos,
cuando yo muera,
todos, todos,
buenos o malos,
no seréis más que mis sobrevivientes.
Pere Quart
(poeta maldito)
Acción de gracias
El valor del amor no está en el amor
sino en tu alegría.
El valor de la lucha política no está en ella
sino en las cerezas, las muchachas y la buena atención sanitaria.
El valor de la libertad no está en la libertad
sino en la igualdad.
El valor de la igualdad no está en la igualdad
sino en la fraternidad.
Seguro que ya sospechas dónde reside
el valor de la fraternidad y no te engañas:
en la libertad.
El valor de tu alegría tampoco está en sí mismo
sino en el gozoso desorden
con que construimos horas de libertad
de cerezas de igualdad de lucha política de amor.
Pero estas cosas las sé
porque tú existes.
Jorge Riechmann
El valor del amor no está en el amor
sino en tu alegría.
El valor de la lucha política no está en ella
sino en las cerezas, las muchachas y la buena atención sanitaria.
El valor de la libertad no está en la libertad
sino en la igualdad.
El valor de la igualdad no está en la igualdad
sino en la fraternidad.
Seguro que ya sospechas dónde reside
el valor de la fraternidad y no te engañas:
en la libertad.
El valor de tu alegría tampoco está en sí mismo
sino en el gozoso desorden
con que construimos horas de libertad
de cerezas de igualdad de lucha política de amor.
Pero estas cosas las sé
porque tú existes.
Jorge Riechmann
Espero, sospecho, temo, quisiera
Espero que no me mire,
que no me vea.
Sospecho que está siempre,
que no falla,
que me tiene fichado,
que no hay escapatoria.
Temo que me amenace,
que me riña,
que me castigue,
o que me espíe,
y me siga.
Me desazonan los misterios
los oráculos,
los enigmas,
los dones, los privilegios,
los éxtasis.
Las ceremonias me desasosiegan:
el culto,
la nube sacra.
Y quisiera sentirlo y verlo
hablarle, entenderlo,
servirlo como un hombre
siempre.
Quisiera que me tomara de una vez
o que me mudase en hoja,
en cosa pura, estúpida
en silencio o aire,
en piedra,
en átomo,
de su reino total.
Quiero amor o calma.
Pere Quart
Espero que no me mire,
que no me vea.
Sospecho que está siempre,
que no falla,
que me tiene fichado,
que no hay escapatoria.
Temo que me amenace,
que me riña,
que me castigue,
o que me espíe,
y me siga.
Me desazonan los misterios
los oráculos,
los enigmas,
los dones, los privilegios,
los éxtasis.
Las ceremonias me desasosiegan:
el culto,
la nube sacra.
Y quisiera sentirlo y verlo
hablarle, entenderlo,
servirlo como un hombre
siempre.
Quisiera que me tomara de una vez
o que me mudase en hoja,
en cosa pura, estúpida
en silencio o aire,
en piedra,
en átomo,
de su reino total.
Quiero amor o calma.
Pere Quart
Uno Se Cansa De Estar Solo
Uno se cansa de estar solo delirando
con su ventana en medio de la calle,
entre la nieve que arrastra
su blancor por los callejones olvidados.
Uno se cansa de salir a buscar la
misma mujer con el cabello
largo hasta los pies.
Tal vez en eso consista el arte de la soledad:
escribir repetidas veces la isla con su cielo lila
y la esbeltez del faro que derrama su luz sobre
nuestro cabello alborotado.
Tal vez sea sólo eso: una brújula sin memoria
para el tiempo que vendrá.
Miguel Angel Zapata
Uno se cansa de estar solo delirando
con su ventana en medio de la calle,
entre la nieve que arrastra
su blancor por los callejones olvidados.
Uno se cansa de salir a buscar la
misma mujer con el cabello
largo hasta los pies.
Tal vez en eso consista el arte de la soledad:
escribir repetidas veces la isla con su cielo lila
y la esbeltez del faro que derrama su luz sobre
nuestro cabello alborotado.
Tal vez sea sólo eso: una brújula sin memoria
para el tiempo que vendrá.
Miguel Angel Zapata
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