Pues yo empatizo más con un oriental o un ruso chillando como un gilipollas con su correspondiente cartelito en un ridÃculo formato Courier New que con una voz sobrepuesta, muy probablemente al más puro estilo documental, sin énfasis ni interpretación alguna. Un loquendo de turno que pasaba por el estudio. Me emocionan más unas palabras en una lengua ajena e ininteligible salidas del vientre de un actor que ha puesto su trabajo en todos los sentidos del personaje que interpreta, que unas palabras embutidas en una boca que no baila al mismo ritmo y con el reverb de un cubÃculo mal disimulado. Porque no nos engañemos, si hablamos de pelÃculas no enfocadas a reventar taquillas, peor está la cosa en cuanto a doblajes.
Será que soy más fácilmente impresionable y no atiendo a la profundidad que las palabras cargan por sà solas. O será cuestión de gustos, vamos.
Y creo que nadie aquà ha negado que haya algunos doblajes cojonudos, que se está tomando como arma de doble filo el tema. Hay algunos, para mi gusto no muchos. Pero ése no es el único problema.
Tenemos una obra audio-visual, cuya parte auditiva podemos disfrutar, en caso de no compartir idioma, tal y como fue concebida por sus creadores y la gente que trabajó en ella con la ayuda de unos subtÃtulos. Si una pelÃcula se dobla, se adultera, aunque el contenido sea el mismo y aunque haya sido para mejor; un trabajo de un par de cojones se va a la mierda, y para colmo se justifica con que ha costado otro tanto de trabajo echarlo a perder, para cagarse. Bueno. Son razones culturales, pues vale. También es verdad que en algunas cintas el peso recae mayormente sobre la parte visual, venga pues, no vamos a llorar aunque no nos parezca correcto. El problema gordo viene cuando no se atiende ya a razones y se doblan todas las pelÃculas, con presupuesto o sin presupuesto, en condiciones o sin ellas, creando asÃ, a menudo, auténticas aberraciones; y no contentos con ello se imponen y se normalizan y potencia esas obras adulteradas. Las consecuencias están ahÃ, se palpan. Por un lado se hace fuerte el desdén cultural, y por otro lado, poniendo como ejemplo aquél que ya tomé por reciente y expositivo: Bardem. Tooooda España se corre con el Oscar a Bardem, se habla en la calle, "¡Flipa con la actuación de Bardem, tronco! Al loro, te cagas, colega", y te ponen voz grave y te repiten sus frases... y resulta que más de la mitad de esa gente -siendo generoso- no ha visto el 90% del trabajo por el cual el artista ha sido premiado. Iluminados del cine incluidos. No deja de ser curioso. Es curioso, y es triste.
Pues bien, ahora imaginad que por razones culturales, cuales sean, se empieza a jugar con el aspecto visual de una pelÃcula. Ahà ya creo que la gente empezarÃa a mosquearse un poco. No serÃa asà si se viniese practicando desde antaño, por supuesto. Se cambia un rubio por un moreno... un ruso por un italiano... un ángulo por otro: que es más spanish y el gran público lo entenderá mejor. ¡Un gran curro! Que anormal que soy que no lo valoro. Un pollón en la boca de la Gioconda.
El caso es que no sé por qué se tiende a devaluar la importancia del aspecto sonoro original de una pelÃcula.
Porque, mal que me pese y siento decirlo, hay mucho frustrado con aires de grandeza y ganas de meter mano y su arte en el camino que lleva una pelÃcula desde su edición original hasta nuestros cines. Es algo que controlar por minúsculo que sea. Y con las versiones originales se corta de raÃz. Toma ya.
Bueno, empiezo a encenderme y a decir gilipolleces.
Por cierto, por alusiones, igual de fácil es juzgar gratuitamente que no tratar de entender y morder.
Y bueno, una vez bien caladas las gafas de pasta, me voy a ver un film en VO mientras me columpio en una mecedora, oxigeno un tinto meciendo la copa entre corazón y anular y asiento con aire distintivo cada "fuck". Hay que joderse, la hostia
