¡Peliculón! para amantes del buen cine y..... ¡del buen vino! Abstemios mejor que se abstengan
Una búsqueda de vida
Siembra, cuida, nutre. Ve cómo crece, cómo los primeros frutos tienen un sabor incomparable, cómo cambian de forma, de color, de sabor. Ve cómo hay que tratar con cuidado cada uno, cómo hay que saber cuándo quitarlo, cuándo cortar, con pasión, y utilizar el don, el regalo delicioso de aquello que plantaste y que hoy sonríe al sol. Usa el fruto, observa su textura, toca sus hojas suaves, la piel. Aplástalo, mira el jugo que puede sacarse del él. Cuídalo, cámbialo, guárdalo, bébelo; mira el brillo, el sabor intenso, los restos del proceso con el que lo cuidaste y transformaste, el aroma y tacto del sitio donde elegiste guardarlo, de aquello con lo que lo nutriste, de aquello que tocó desde sus raíces sus primeros momentos...
Ahh... el amor. ¿Pero... quién habla de amor?, yo hablaba del vino, no de una experiencia, ni de mi vida, ni de mis ideas, ni de confrontar el sabor amargo pero dulce de una vida completa que pierde un poco el rumbo, embriagada por su propio reconocimiento de las cosas... ¿O no?.
Ah... el vino. La experiencia deliciosa de sentir en tus labios, en tus ojos, en tu nariz, en tu memoria, el dulce tacto y fluidez de una buena cosecha de pinot noir, tempranillo, merlot, garnacha, chardonnay, cabernet franc...
Vino, vida, una primera sílaba común, una metáfora obvia pero compleja, un juego de símbolos. Vid, vida: La diferencia gramática no es aparentemente tan grandes, al fin y al cabo. Un par de amigos, en busca de vino, de mujeres, de vida, de cambios. Un par de amigos en busca de algo más; quizá de un buen pinot, o de buen sexo, o de buenas historias que escribir. Quizá en busca de sí mismos. Todo entre puesto y puesto, entre bodegas; todo entre copas.
Con el mismo gusto por los personajes que cruzan a ratos la frontera de la realidad, de la vida mediocre, y de los cambios ante una madurez deseada, el director Alexander Payne (About Schmidt) nos regala esta ocasión una cinta que supera ?con creces- sus logros anteriores, y que nos lleva a un complejo, dulce y amargo mundo de vinos, mediocridad, crisis de edad mediana, matrimonio y divorcios.
Un par de amigos, un viaje, un condado de vinos donde el clima es benigno y trae consigo un don: cosechas de calidad, y un micro-mundo donde, poco a poco, se logran añadas y vinos de calidad capaz de competir con clásicos de naciones más arraigadas en la vitivinicultura. Todo un universo diseñado para comparaciones simples y analogías explícitas: la vida amor, la vida vino, la vida amarga, la vida tinto o blanco, la vida aromática. Un guión magistral, un mundo donde un divorciado aspira a salir de la mediocridad, catando vinos y catando su propia vida, y donde un futro esposo desea beber hasta la última gota de soltería que se encuentra, al tiempo que trata que su amigo salga a flote y no se hunda en el poco hondo nivel de un odiado merlot.
Los roles de los cuatro implicados son una delicia, y los dos estelares masculinos, Paul Giamatti y Thomas Haden Church dan una lección de actuación que ya ha cautivado a la crítica de todas partes donde se exhibe este viaje: Giamatti personifica como nunca antes a un mediocre encantador de buena cultura de vinos, y Haden Church complementa de modos excelso con un rol de clichés hormonales y menor densidad intelectual. Giamatti debió también haber recibido la nominación al Oscar, por lo menos, y -más allá de los premios- nos ofrece una de las mejores actuaciones de su carrera. En este apartado, Entre Copas es una de esas cintas donde el trabajo de dirección no sólo respalda la historia con un guión magistralmente narrado, sino con actuaciones memorables. Es obvio el talento de Payne con sus actores, un talento que fluye como vino sin corcho.
El guión es soberbio, con frases hilarantes y cultas (algunas bromas y líneas requieren un mínimo de nociones enológicas, y conocer algunas clases de uva), y refleja de modo perfecto las crisis humanas a cierta edad: matrimonio y sus causas, sus implicaciones, el fin del amor y el posible nacimiento de algo similar, el deseo, el espíritu que no se doblega y que intenta un ?algo? (escribir un libro, cosechar un buen vino) antes de que sea demasiado tarde...
Una joya completa, una de esas que se descorchan con el gusto de compartir una gran añada, una cinta de taninos poderosos, amargos, dulces, memorables. Como los buenos vinos, con el tiempo se le reconocerá como un clásico delicioso, aún mejor de lo que ya es al día de hoy.
In vino veritas: Un brindis completo por el amor, por la vida, por la madurez anhelada.
¡Salud!.
ENTRE COPAS
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