Véase párrafo 2 de la nota publicada por el diario argentino LA NACIÓN
La multitud y un show intermitente
Concierto de La Renga. Presentación del disco Truenotierra . Con Chizzo en voz y guitarra, Tete en bajo y Tanque en batería. El sábado, en el Autódromo Municipal.
Nuestra opinión: bueno
Desde lejos no se ve, dice la canción de Los Piojos, y es cierto. ¿Cuántas de las más de 90.000 personas que concurrieron anteayer al autódromo pudieron ver a sus ídolos sin el apoyo de las pantallas o el de la imaginación? No hay respuesta exacta, así como no la hay para mensurar tamaña convocatoria. Pero la relación entre La Renga y su público pasa por la pasión y la identificación, y para la inmensa mayoría que concurrió a la presentación porteña de Truenotierra lo importante fue estar ahí, ser parte (partícula) de la celebración.
La jornada, calurosay húmeda, comenzó a las 13 con un festival de bandas preparado por los protagonistas principales como antesala de su show: D.I.O.N.I.S.I.O.S., Larry Zavala, Va de Suyo, Edelmiro Molinari Dúo y, como cierre,


Gente, gente y más gente. El campo colmado en los 150 metros próximos al escenario. También las tribunas, allá lejos, a dos, tres y cuatro cuadras de distancia del lugar de los hechos. El show, anunciado para las 18, recién empezaría a las 19.30. Las imponentes parrillas de luces eran una señal de que la banda saldría cuando el sol le cediera su trono a la luna. Con la llegada de la noche a Lugano, las luces y la puesta se lucirían, pero no tanto como dos pantallas laterales, que fueron los ojos de los que estaban ás alejados del enorme tinglado. Hubo una tercera, ubicada a más de cien metros de la escena y otras dos laterales, sobre el techo del escenario, que combinaron imágenes de la gente entrando al autódromo con los músicos en acción.
Chizzo, Tete y Tanque salieron con ímpetu y enseguida arremetieron con la canción inicial: "Almohada de piedra". "¿Cómo están? -preguntaría Chizzo luego de entonar "A tu lado", segunda canción de una larga lista de 32-. Cuánta gente vino por el barrio. Lugano, Soldati, Mataderos, si hablaran estas calles. Pero bienvenidos todos los que vinieron desde tan lejos. Se ve que había sed de rock." Y tres horas más tarde esas almas se retirarían plenas, satisfechas a pesar de algunos inconvenientes con el sonido. ¿Qué pasó esta vez? Como en el fútbol, hay quienes siempre buscan seguir el show a varios metros del piso. En este caso, muchos se subieron a las estructuras tubulares que protegían las torres de sonido suspendidas en el aire, lo que ocasionó varios cortes. Estas estructuas estaban dispersas por todo el autódromo para que nadie se quedara sin escuchar el show.
Luego de "Ruta 40" el sonido desapareció por unos minutos. "Van a tener que bajar porque se corta la tensión", explicó, didáctico, Chizzo. Pero sería sólo el primer capítulo de una larga lucha. "Si queremos modificar algo empecemos por respetarnos entre nosotros", dirá el cantante y guitarrista luego y, una hora y media más tarde, se permitirá expresar, con humor: "Jorgito (el sonidista) no puede lucirse y mañana las críticas van a ser nefastas".
Los "trepadores" alteraron los planes de la banda: un extenso show con las canciones nuevas y los clásicos aportados por cada uno de los discos. Pero también lo alteraron algunos silencios prolongados entre tema y tema que entrecortaron el show. Estuvieron los invitados de siempre, como Manuel Varela (guitarra, saxo y voz en el tema de su autoría: "Entre la niebla"), Chiflo (saxos) y una muy buena sección de vientos, y también hubo lugar para el recuerdo: con aúl Locura Dilello, el primer guitarrista de La Renga, que subió a tocar y cantar "El juicio del ganso", y con Luciano Napolitano, con quien tocaron "Viva Pappo", la canción que homenajea al guitarrista fallecido.
Mientras muchos apuraban el paso para que la realidad no los tomara por sorpresa (la salida fue un "festival" aparte), la banda cerraba su noche. Y fue en medio de "Hablando de la libertad" que tuvimos la sensación de un festejo a medias, descolorido por los problemas de sonido y las dificultades de seguir el show de cerca. Pero esa sensación no fue compartida por la mayoría, que se retiró saltando en una pata . A fin de cuentas, muchos ya tienen un máster en dificultades y no se iban a dar por vencidos justo el día en que tocaba su banda.
Por Sebastián Espósito
De la Redacción de LA NACION