Aquel maldito bastardo tenia las órbitas de los ojos inundadas en adrenalina espumosa, se presentó allí (en una plaza de parking en el tercer sótano de un cavernoso garaje que los skins tenían habilitado como local de ensayo) con aspecto de haberse escapado de una delirante pesadilla, buscando a alguien a quien culpar por ello y dándonos a entender que habíamos sido los elegidos. El muy cabrón estaba furioso porque un coche, estacionado justo delante de nuestra puerta le cerraba el paso. Daba por sentado, y no le faltaba razón que aquel chamuscado 124 de carburador doble era de alguno de los allí presentes. Miguel se levantó detrás de la batería para tranquilizar a aquella bomba de relojería que estaba a punto de explotar. No tan deprisa -le dijo- Si me lo pide con buenas palabras puede que aparte el jodido auto. Pero aquel tipo no escuchaba a nadie. Estaba como una cabra y parecía peligroso. Ni siquiera se impresionó por el hecho de encontrase con que los responsables de su virulenta ira fueran, sin contarme a mi naturalmente, cuatro sujetos con aspecto patibulario: cabezas sospechosamente rapadas, atuendos paramilitares, brazos tatuados, mirada vidriosa y estómagos anegados por una incontrolada sobredosis de cerveza que empleaban en su tiempo libre encerrándose en aquel mugriento parking lleno de graffitis obscenos y abundantes restos de porquería, por no hablar de la inmensa bandera que colgaba de las vigas, para ensayar hoscos y embrutecidos himnos. Era un cochino suicida, a pesar de su aspecto respetable, y no iba a permitir que aquellos sucios tipejos le tomaran el pelo. Giró sus talones en redondo, salió de aquella especie de infierno indescifrable y le gritó algo a su mujer, que esperaba en un reluciente peugeot, acerca de una pistola... ¡Cristo! Pensamos todos, este psicópata tiene un revolver y va a desparramar nuestros sesos por los aires. Así que mientras aquella estúpida buscaba el arma en la guantera del coche.- Miguel se dirigió a la calle para telefonear a la policía. Cuando llegó la patrulla aquel maníaco había intentado dejar el 124 hecho un colador, con tan mala puntería que los tres disparos se perdieron en el suelo y tenía a Miguel contra la pared, encañonándole las costillas. Los agentes no entendían anda de ese estúpido incidente, pero a pesar del aspecto poco tranquilizador de los cabezas rapadas comprendieron que aquel individuo estaba loco de atar. Nos aconsejaron cursar una denuncia. Nadie puede ir por ahí pegando tiros a la gente ?dijeron- Naturalmente aquel chalado, que resultó ser un militar retirado, no compareció a juicio... aunque si lo hizo su abogado, que no tuvo dificultades para convencer al juez que su cliente había sido reiteradamente provocado por aquella ?horda de depravados, presuntos delincuentes y gamberros desaprensivos? cuyo lamentable aspecto hablaba por sí solo...
El planteamiento que aquí tenemos del rollo skin varía mucho de lo que fue en sus orígenes en Inglaterra ?comenta Miguel- no hay que buscarle muchas complicaciones al asunto. Ves la historia, te gusta y te apetece meterte en ella llevándola un poco a tu manera. Nos gusta esa imagen y tiramos p'adelante. Yo me identifico porque es una postura agresiva, y yo soy agresivo y nervioso... así que no me lío intentando justificarlo de otra manera.
Miguel tiene 32 años, esta casado con Esperanza, una amable y silenciosa neófita en el tema skin a no ser por las experiencias de su marido, y es padre de un chaval de 6 años que gusta de alardear de su fingida y precoz afición por las botellas ajenas de Estrella Dorada, y una cría de escasos meses. Le trae sin cuidado el discurso histórico del movimiento skin, su esencia y los proselitistas logros de Bushell a quien probablemente desconoce. Sustituyo los pantalones acampanados, las botas de plataforma y la melena sobre los hombros por la imagen skin gracias a que descubrió esta historia a través del cantante de Decibelios, banda donde Miguel toca la batería, el único grupo skin con raigambre en el país que además ha editado dos singles y dos Lp's. Para él, estar en una banda skin y aceptar o adaptar unas normas de conducta gregarizadas no supone tanto militancia como camaradería, se siente emocionado cuando Fray, cantante del grupo y copartícipe de la evolución, recuerda la fecha de su cumpleaños y le hace algún obsequio, y lo que más valora de todo, su transcurrir por la granítica existencia skin es el contacto humano con sus compinches. El hogar de Miguel es un pequeño piso, en un edificio de pocas plantas que se reclína sobre la ladera de una colina edificada a bocajarro. En casa cambia las botas por unas zapatillas deportivas y se embute en un pullover de filtro de esos que regalan una marca de desodorantes. Un diminuto ghetto-blaster de pantallas autónomas, unos pocos libros, varias hileras de videocasetes y elementos decorativos que se ordenan quisquillosamente en la vitrina de un comedor donde también hay un sofá, mesa y cuatro sillas...
Entonces entré a trabajar en un taller de cerrajería. Era un trabajo más activo que le iba más a un tipo patoso como yo. Estar colgado de un quinto piso soldando tela asfáltica era más emocionante que pasar todo el día sentado. Luego cogí a mi hermano Manolo que vendía tornillos en una ferretería y nos montamos nuestro propio taller de carpintería mecánica. Tuvimos suerte, pero todo el dinero que ganábamos nos lo fundíamos en el equipo musical para el grupo, así que lo dejamos correr. Durante una temporada Miguel trabajo de lampista, electricista, empapelador, enmoquetador, estucador y lo que fuera. Hizo muchas chapuzas, pero aprendió lo suficiente para conseguir un trabajo en un polideportivo donde también estaba Fray como monitor gimnástico, que buscaba alguien que no supiese de nada pero que hiciese de todo. Ahora ya se han acostumbrado a mi, al principio veían que te rapabas y te daban el toque. Alucinaban, eran rapadas bestiales. No te decían nada, pero la cara que ponían ya te decía que aquello no les gustaba nada. Lo que pasa es que Decibelios son conocidos en Barcelona, nos ven por la tele. Nos comentan cosas cuando salimos en los periódicos... llega un momento en que la popularidad que puedas tener supera el rapado. Yo puedo ir al curro con mis botas y mis tirantes. No pasa nada, claro que no siempre es igual. Manel, otro miembro del grupo, trabajaba de cara al público en una sucursal bancaria. Y a pesar de que el director tenía un póster de Decibelios en su despacho le trasladaron a las dependencias de informática y ordenadores, donde ningún cliente pudiera verle y, por lo tanto, escandalizarse con ese pendiente que cuelga de su oreja izquierda, esa cabeza brutalmente rapada, esas patillas desafiantes o una cazadora de cuero poco ortodoxa en la atmósfera de una entidad bancaria. Y es que esto, para bien o para mal, no es como Inglaterra.
Durante cinco años de mi juventud ?dice Fray- estuve trabajando ocho horas diarias, encerrado como una rata y respirando humo, en un taller de electrónica donde se montaban amplificaciones y se hacían reparaciones. Había un jefe que era un déspota, era del Opus Dei. Yo estuve aguantando allí desde los quince a los veinte años, hasta que aquel día ese tipo insultó a mi madre y reventé. Tuve un ataque muy fuerte. Intenté matarle. Me cogieron entre tres y apenas podían dominarme. A uno le rompí un dedo. A raíz de esto me mandaron a un psiquiátrico para hacer tratamiento mental. Me recetaron pastillas pero yo pasé... Estaba perfectamente, me había sacado de encima un peso de la ostia. Bueno, así que después de la mili me dieron 300 billetes y me botaron de allí. Empecé con el deporte. Estuve trabajando tres años en Lloret de Mar, dando clases a chavales de EGB. Y fui aprendiendo sobre la marcha cogiendo experiencia, relacionándome con gente del deporte. Y por medio de estas relaciones me salió el empleo en el polideportivo. Y eso no es todo. También se interesó por los cursillos de animadores culturales que el ayuntamiento de Barcelona organiza para atrapar incautos con el estómago suficiente para dinamizar culturalmente barrios conflictivos. Un subterfugio, más prosaico que otra cosa, con el que los politicastros puedan colgarse sucias medallas a costa de la marginación que sus programas precisan, después de tres años de estudios y practicas a obtenido el título de animador cultural y junto a Roser, su actual compañera, es el responsable de las actividades que se organizan en el Casal del Raval. Reconoce no hacerlo por las cincuenta mil pesetas que la administración le paga tarde y mal, sino por vocación. Y es consciente de lo contradictorio que resulta colaborar con un ayuntamiento al que ataca hostil y continuadamente desde canciones tan cruentas como ?Achuntament?, aparecida en el nuevo Lp de Decibelios. Si tuviera que escoger ahora mismo ?aclaro- no habría dudas. Decibelios es para mi una herramienta con la que expulsar la verdad. Lo que pienso, lo que sentimos y vivimos. Pero mientras pueda tener una puerta abierta para dar algo de vida a la gente de la calle y sacar algo de altruismo de entre toda la mierda que representa el ayuntamiento, prefiero seguir, y si me quieren echar que me echen. Lo que no haré es dejar de decir las cosas claras.
Según todos sus miembros, los planteamientos del grupo no son profundos. La amargura que almacenan en su interior les da fuerzas para seguir atacando. En el próximo disco dejarán sanguinolientas cicatrices a la iglesia, seguridad social y las mutuas ?en una de estas, un médico del ayuntamiento que quiso curar las depresiones de un chaval de dieciocho años con ocho electroshocks en un día... y ese chaval era el hermano de Fray- entre otras instituciones que sufren en propia carne. Desengañado del punk, Fray se hizo skin por la mezcla que contenía la imagen e ideología del movimiento. Su meritaje transcurrió en tacas de extrarradio donde las cervezas no costaban más de 30 pesetas. Privota, nacionalista y bruto, en concisa autodefinición, ah llegado a concebir la militancia skin como una manera de ser el mismo ante todo, por otro lado el único futuro posible que le queda a un skinhead de verdad por lo que esta dispuesto a defenderlo con violencia si hace falta... Sumidos en confusiones de carácter político, incomprendidos o desconocidos por sus compañeros de generación ?durante el primer concierto de Decibelios en Madrid algunos llegaron a confundirlos con Hare Krisnhas- y viviéndola día se enfrentan con un porvenir crítico. A veces pienso como seré dentro de veinte años. Me imagino dejándome crecer el pelo, borrándose los tatuajes con rayos láser... pero siempre estoy riéndome de esto. Estoy tan orgulloso y tan contento que me veo con setenta años en la barra de un bar con la cerveza en la mano, con mis botas, mi rapado, mis hijos, mi compañera. Me seguiré buscando la vida hasta que me muera. Y orgulloso... ¡adelante! Fray es un personaje legendario. Para muchos representa la esencia más pura del movimiento skinhead en Barcelona. Luchador, callejero, cantante de una banda, músico, altivo, ingenuo pero desconfiado, carismático y con una mirada penetrante capaz de arrasar almas intranquilas. Su puesta en practica de la filosofía skin no deja de tener matices infantiles pero es pura. Para él, un tatuaje, una actuación;n en un pueblo en el que ni siquiera aparece en los mapas, un crombie, unas botas Dr. Marten's, una camisa Ben Sherman, unos pantalones Sta-Pres o Levi's, unos tirantes, un nicky Fred Perry o una cazadora bomber hidrofugada siguen teniendo un significado especial. Y combatirá cualquier contratiempo para que siga siendo así, porque ?me gusta que la gente me respete, que me tenga un poco de miedo incluso?.
DECIBELIOS en una Interviu del 85
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