Conversaciones con los enemigos - Capitulo1 (un poco largo)

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P_R_F
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Conversaciones con los enemigos - Capitulo1 (un poco largo)

Mensajepor P_R_F » Sab Sep 04, 2004 5:31 pm

CAPÍTULO I

HABRÁS DE SER FUERTE,
MI RECIÉN LLEGADO.

De los primeros pasos de un guitarrista llamado Josele hasta su entrada en el grupo Los Enemigos; de cómo éstos ganan un concurso de rock y graban su primer disco titulado Ferpectamente; sobre los cambios de formación y el encuentro de Josele con un bajista llamado Fino; sobre cómo ellos mismos vivieron su entrada en el mundo del rock.




Estamos en Malasaña. Empezamos la década de los ochenta en este céntrico barrio madrileño que comienza a despertar, lentamente, como zona de ocio. Es una especie de galería de arte: algunos miran, hay quien compra, unos crean y otros se destruyen, algunos simplemente están por allí. Los bares reciben cada noche a jóvenes que se buscan la vida y se encuentran la barra, cada cual convive con sus inquietudes.

Entre ellos, está uno llamado Artemio Pérez Fillol. Trabaja como empleado de banco y llena todo el resto de su tiempo tocando la batería en un grupo que ha llamado Los Enemigos. Junto a él está Roberto Arbolea, que toca la guitarra rítmica. Y con ellos, diversos e itinerantes colegas como el "Hippy" o Javi, el "Mod". Quedan para ensayar y simplemente se lo pasan bien dándole, sobre todo, a las versiones garageras (Sonics, Flaming Groovies...).

Una noche de verano, dentro del cerrado circuito de bares malasañeros, Artemio y Roberto conocen a un guitarrista que les es presentado por Kike Turmix, un vasco de Deba, conocido por haber estado en el grupo N-634 y por ser un fermento de la infracultura malasañera. El joven guitarrista, delgado y más bien reservado, se llama José Luis Santiago Romero, aunque él se presenta como Josele, y si algo tiene claro en su cabeza es que quiere dedicarse a la música. Es, por ahora, un posible fichaje para los Pleasure Fuckers, el nuevo grupo que está montando Turmix.

Josele (Madrid, 1965) proviene del barrio de la Puerta del Ángel. Con once años, comenzó a enredar con una guitarra que había por casa, propiedad de su padre, pintor, a quien le gustaba el flamenco. Durante la temprana adolescencia, asistía a los conciertos que se montaban en el distrito. Grupos del barrio, como Cactus, La Colitis Vasilona, Johnny Comomolo y los Gángsters del Ritmo, o algunos de fuera, con más caché y reconocida fama, como Burning, Leño o Topo, llenaban sus primeras incursiones en el mundillo de la música, que se iban nutriendo, además, con las escapadas al Cine Covadonga, el "Covacha" de Alfonso XIII, para ver los pases de las películas rockeras del momento: Led Zeppelin, Sex Pistols... Y pronto llegarían los primeros grupos formados con las amistades más afines, experimentos amateurs fraguados durante los recreos en el instituto: Flops, que tocan en una fiesta de la escuela, Cucharillas Repletas, cuyo nombre hace referencia a las drogas que pululaban por el barrio y donde tocaba con el bajo versiones de Stooges, Arebujo, del barrio de Moratalaz, y muchos otros que, de tan esporádicos, volaron como la memoria.

Tocando en el metro y ahorrando de las ganancias que le proporcionaba la venta de sustancias prohibidas, se compra su primera guitarra eléctrica, una Framus roja de media caja. Unos años después, tras tratar de aprender a tocar la guitarra académicamente, el grupo Johnny Comomolo y sus Gansters del Ritmo, que ya tenían un disco publicado y cierta relevancia en el circuito rockero, le llaman para incorporarle a la formación, allí se le bautiza con el nombre de Giusepe Tranquieto, por su falta de movilidad a la hora de tocar la guitarra sobre el escenario. Les acompaña durante cinco conciertos, y, tras ellos, la banda se disuelve. Josele entonces pasa por alguna orquesta de las que tocan en fiestas de barrio. Finalmente, se marcha a Malasaña y, como dije antes, conoce a Kike Turmix, que le sirve de llave para entrar en La Vía Láctea, epicentro de grupos, sellos, managers y demás farándula rockera.

Pronto hace amistad con Roberto y, especialmente, con Artemio, y lleva sus bártulos al local de ensayo de Los Enemigos para ser la tercera guitarra. Éstos seguían anclados en lo de antes, o sea, versiones de Flaming Groovies o Sonics. Y, de la noche a la mañana, o, más bien, durante el período estival, cuando algunos miembros del grupo se toman unas vacaciones, se reestructura la formación de la banda, quedándose Artemio a la batería, Roberto utilizando una guitarra como bajo y Josele a la guitarra. El resto del grupo, con una mentalidad menos destructiva, abandona la formación tras haber teloneado a Barracudas en la sala Imperio, de Carabanchel, lo que supuso el primer concierto de Josele con los Enemigos. No es raro: aquella actuación termina con Josele a la guitarra y Artemio como cantante y danzarín, interpretando una jota y el clásico España cañí ante un público mayormente rockero que alucina con lo que hacen ese par de lunáticos.

Más allá de la amistad, los tres coinciden en sus gustos musicales de corte rockero, mayormente. Tienen en un pedestal a Dr. Feelgood, ponen velas a Hound Dog Taylor y rezan a San Link Wray. Por si eso fuera poco, las personalidades de Josele y Artemio resultan ser hermanas siamesas, y la complicidad entre ambos comienza a desarrollarse.

Josele conoce, también en la Vía Láctea, a Ángel Aparicio, que es, entre otras cosas, encargado artístico del bar y manager de Glutamato Ye-Ye, y que está, junto a Kike Turmix, tratando de promocionar la música garagera en Malasaña. Ángel le comenta que en Glutamato necesitan un guitarrista. Allí se planta, curiosamente sin guitarra, pero con muchas ganas de tocar. Patacho, guitarrista del grupo, alucina al comprobar que Josele ni conoce los acordes de las canciones, ni sabe hacer solos de guitarra. Aun así, es aceptado en el grupo, que ve en él un guitarrista intuitivo y dispuesto a progresar. Hace con ellos una gira lisérgica que dura cuatro meses. Tras ello, una remodelación en el grupo, que consiste en poner al bajista de guitarra y buscar un nuevo bajista, devuelve a Josele al paro.

Justamente entonces es llamado por The Nativos, un grupo liderado por Jimmy, que anteriormente había conocido a Josele al coincidir en una actuación Los Enemigos y Fallen Idols, el anterior grupo de Jimmy. The Nativos practican un rock guitarrero macarruzo, y Josele se apunta al carro, ya que, además, los conciertos con este grupo son más regulares. Josele llega incluso a componer una música para el grupo. Finalmente, The Nativos terminan, como de costumbre, ahogados en la desidia de un circuito rockero reducido y mal pagado.

Al tiempo, Josele compagina la música con su carrera de Filosofía, que va sacando con más inercia que esfuerzo. Los Enemigos, que habían estado simplemente existiendo entre las paredes del local durante este tiempo, se convierten en la única esperanza para Josele, así que se vuelca por completo en los ensayos, que, por el momento, tienen lugar en un garage situado en el Barrio del Lucero. Comienza a plantearse la posibilidad de ser cantante a la vez que guitarrista, algo que ya había probado en el famoso concierto con Barracudas, donde cantó el Walking The Dog. La bombilla que se le enciende en la cabeza dice que o se tira al barro con su propia banda, Los Enemigos, o se dedica a ser un aprendiz de mercenario. Y elige la brillante primera opción.

Los ensayos continúan en un local del barrio de Chueca, tras abandonar el anterior cuchitril. Son tardes que transcurren entre tabaco, botellas de vino y rock sucio. La vida en los bares, nocturna o diurna, sigue su curso. Los conciertos no son muy numerosos, lo mismo que las audiencias, que les ven ejecutar un crudo rock guitarrero que cada vez adquiere más personalidad. Una mezcla eléctrico-caótica, cómico-ruidosa y etílico-genial. El trío va creando temas propios, sugeridos la mayoría de las veces por Josele, y cantados unas veces por éste, y otras, por Roberto. En el día a día, fuera del local, cada cual se gana la vida como puede, con trabajos accidentales y flexibles Roberto y Josele, y como empleado de banco Artemio.

Un buen día, a mediados del año 86, Josele apunta al grupo en el concurso de rock que monta el ayuntamiento de Madrid desde hace años. El famoso RockVilla de Madrid donde la mayoría de los grupos del momento prueban suerte en las sucesivas eliminatorias para alzarse con cualquiera de los suculentos tres primeros premios. Una de estas eliminatorias, la final, precisamente, provoca la eliminación de Roberto Arbolea como bajista del grupo. Alega, mediante una llamada telefónica a casa de Josele, que no puede tocar debido al trabajo y, estupefactos, Josele y Artemio, además de rogarle que no volviese jamás, se vieron en la obligación de improvisar en una noche a un bajista. Aparece en el Templo del Gato, garito rockero donde además se daban actuaciones, uno que llaman el "Botas", otro personaje de Malasaña procedente de Cartagena y que toca con grupos, sin ninguna banda fija por el momento. Josele lo conocía de los tiempos de Nativos, y ése es motivo suficiente para pedirle el favor de cubrir el puesto de bajista de Los Enemigos momentáneamente. En un único ensayo, se revisan las canciones con el nuevo bajista.

A pesar del contratiempo, Los Enemigos consiguen llegar a la final del prestigioso concurso (tras esta novena edición la cosa se fue desvaneciendo hasta perder toda credibilidad), y, una vez allí, se llevan el primer premio en el apartado pop-rock, consistente en trescientas mil pesetas en metálico y la grabación de un maxi en los modestos estudios Duplimatic, de Madrid. Allí se graban, apresuradamente, tres temas propios, todas composiciones de Josele: Florinda, Dono mi cuerpo y Velardestrit bugui, que, en opinión de ellos mismos, hacen justicia al sonido que pretendían mostrar. El ingeniero del estudio, Luis Barsén, es quien se ocupa de registrar la grabación, que saldrá publicada más adelante.

Durante los últimos meses, la galería de arte que era Malasaña ha ido creciendo al ritmo de los tiempos. Más bares, más grupos y más gente interesada en ver lo que allí esta pasando, lo que comienza a ser una escena, un pequeño circuito de bares donde impera lo rockero y donde las nuevas modas se suceden una tras otra. Una escena que Los Enemigos, o sea, Josele y Artemio, siguen viviendo casi a diario; por la noche, en bares como El Agapo, La Vaca Austera, La Vía Láctea o el King Creole, y por el día, en bodegas como El Felipe o El Marcelino (en realidad, Bar Velarde), encuadradas también en el mismo barrio, en las mismas calles. La pareja decide rápido que hacer con la pasta que han ganado en el concurso. Por un lado, se le da algo a Roberto por acompañarlos hasta la final; por otro, se le pagan al "Botas" sus servicios prestados, y ellos, los componentes reales del grupo, se compran unos platos y una Telecaster del 65, respectivamente.

Para dar con un bajista, Josele busca en su agenda el número del que fuera compinche suyo en Johnny Comomolo y sus Gángsters del Ritmo, que seguían en horas bajas. Se trata de Michi, un bajista solvente y con gustos musicales parecidos a los suyos, aunque con otro tipo de escuela musical a sus espaldas. Michi acude al local a trabajar las canciones que están preparando Los Enemigos.

Las noches de Malasaña, en apenas unos meses, además de resacas horribles, seguían dando a Josele y Artemio buenos contactos y amistades entrañables que, tras ganar el concurso, resultaban la mar de útiles. Estaba claro que podían funcionar como grupo, así que era necesario demostrarlo, esto es, grabar un disco que les sirviese de credencial.

Entre estos contactos destaca el de Paco Trinidad, productor habitual del sello GASA, a quien conocen por medio de Julián Hernández, de los vigueses Siniestro Total, con el que tratan, una vez más, gracias a Kike Turmix.

Los gustos musicales de Josele y Artemio siguen ampliando horizontes, en una evolución y una influencia que se deja notar muy discretamente en las canciones. Su cultura musical se enriquece: parten del rock de Detroit (de Ted Nugget a los Stooges), para luego pasar por el rockabilly y el punk, y, finalmente, llegar al blues rural y el cajun. Josele se transforma en un comprador compulsivo de este tipo de música; sobre todo, cuando se trata de blues rural amplificado. En sus mentes, el sonido deseado para el grupo sería un virtual cruce entre Milkshakes y Hound Dog Taylor.

Antes de que vea la luz su primera grabación, o sea el maxi del concurso RockVilla de Madrid, tienen claro que GASA publicará su primera referencia ya que la amistad con Paco Trinidad hace que su música llegue a oídos de los directores del sello y éstos aceptan ofrecerle un contrato al grupo por cinco discos.

Para octubre del 86, ya están entrando a grabar de nuevo. Esta vez se trata de su ansiado primer disco, que publicará GASA. Un sello que, sin competencia, dirige el porvenir del nuevo rock nacional. Para grabarlo, cuentan con un plazo de tres días. El repertorio de temas propios es más surtido, las ideas que Josele ha ido madurando han sido asimiladas por el grupo; algunas son verdaderos hits para el selecto público que les sigue por céntricos garitos como El Templo del Gato, el Agapo o la sala Sirocco, aunque siguen defendiendo versiones que ya han hecho suyas. Josele ha ido pariendo ideas llenas de ironía y mala leche que se han concretado en canciones, aunque varias se quedarían fuera por no estar aún suficientemente maduras. Por otro lado, Michi y Artemio se han ido sincronizando y entendiendo en su base rítmica. La entrada en el estudio guiada por un productor, Paco Trinidad, supone para Los Enemigos una novedad que afrontan con tanta naturalidad como ingenuidad.

La portada del disco, que una vez en la calle no gusta nada al grupo, se deja en manos de Pepo Fuentes, que diseñaba algunas portadas para grupos de GASA como Siniestro Total. Posan para la foto apoyados sobre la barra del bar Marcelino. Sobre la imagen, tratando de imitar los escaparates de las tabernas donde se anuncian las especialidades escribiendo sobre el cristal, se pone título al disco y el nombre del grupo, aunque el resultado no es muy satisfactorio. Se planta en el centro el que será el logotipo de Los Enemigos durante años: el famoso porrón eléctrico, un dibujo de Josele que definía a la perfección el concepto de rock tabernero y demencial que se presentaba en el disco. La contraportada es otra foto de la misma sesión y el mismo efecto de pintura, que, esta vez, anuncia los títulos de los catorce temas que contiene. En cuanto al título del disco, Ferpectamente, procede de un cómic de Asterix y Obelix; concretamente, del titulado Los laureles del César, donde Obelix, tras cogerse una melopea, dice justamente eso.

El disco se abre con el riff guarro y arrastrado que da cuerpo a Fuagrás, una composición cuya letra está influenciada por la floreciente afición al gore de aquellos años, por la película La matanza de Texas y por los problemas de hígado que Josele comenzaba a padecer en aquel año 86. Luego, Florinda, toda una lección de pub-rock, una canción que habla de una señora que limpiaba las escaleras de la casa donde vivía Josele en su juventud. Tras ésta, el primer instrumental que hace un guiño a Link Wray, y que titulan El ataque de los hombres Bruster tras ver la película de los setenta Los nuevos españoles, donde se critica la nueva raza de ejecutivos agresivos que empezaba a nacer.

En Dono mi cuerpo Josele, con su particular y aún sin moldear tono histriónico, canta y pone música al texto de un amigo. Los Beatles aparecen en forma de instrumental, Plis, plis mi, una pieza que se adapta a partir de la versión que ya hiciera Link Wray con el mismo tema. Captando toda su fijación por el blues rural acústico, sigue Tengo una casa, surgida en una sesión de diez minutos en la recién estrenada casa de Roberto Arbolea, en el centro de Madrid. El tercer instrumental, donde Josele sigue explorando la técnica de guitarristas como Wilko Johnson o George Thorogood, lo titulan con una de las frases que Marcelino (el del bar) les dedicaba cuando comenzaban a ponerse ebrios, Jacobo que te adobo (Lacona). El paréntesis del título se debe a que presentaron el tema en un concierto en Galicia, y Artemio, tratando de aplicarle el piropo "jamona" a una gallega, lo tradujo de esa forma. En Juan Valdés, Artemio se explaya de lo lindo, cantando y componiendo, con un tema que parte, en principio, del anuncio de cafés de la época. Le sigue Complejo, en el que la mitad de la letra estaba escrita por Artemio desde antes que llegase Josele a Los Enemigos. Velardestrit Bugui es otro instrumental que va dedicado a las agitadas calles del barrio y que bebe de los pechos de Hound Dog Tailor con alevosía y orgullo. Donde es una versión literal del Show Me, de Joe Tex, que Josele escuchó por primera vez en boca de Eddie & The Hot rocks.

Luego suena La paella, donde Josele arranca un trozo de realidad a golpe de obvia rima al readaptar una historia ocurrida en Cabra, el pueblo de sus padres. La diferencia está en que en aquella ocasión el ajusticiado no fue ahorcado, sino acuchillado. El último de los instrumentales, de nuevo inspirado en Link Wray, lleva por título una típica expresión de Artemio: Mátame camión. Le sigue la adaptación al castellano que hicieron los Sírex del Train Kept A Rolling que popularizó Johnny Burnette, y que aquí se titula El tren de la costa, cantado por Roberto Arbolea, el ex bajista de Los Enemigos, con quien ya habían hecho las paces tras el desplante que tuvo en el Villa de Madrid; se trata de un tema que tocaban desde mucho tiempo atrás, y, Artemio pensó que mejor que él nadie lo cantaría. Además, era de ley dejar constancia de que Roberto había sido un Enemigo fundador. El disco termina con un tema tradicional, titulado Gabrielle, donde canta Artemio, de nuevo, una canción interpretada en algo parecido al francés, llamado luisiano, algo así como el patois, que habían rescatado de sus discos de cajun y blues rural y que cantaban en las noches de borrachera.

Pero antes de que saliese a la calle el primer disco de Los Enemigos, y aunque ya había sido publicado el maxi del ayuntamiento sin mayores sorpresas, el grupo se marcha a Grecia, enviado por la Delegación de la Juventud, donde hay amistades que les recomiendan, en representación de un grupo español para una Bienal. Dan un único concierto compartiendo cartel con dos grupos franceses. Las condiciones de la excursión les obligan a permanecer allí una semana, hospedados en un hotel y con tickets para su manutención que pronto canjean por vales para bebida. Allí, lógicamente, les ocurre de todo, y no siempre bueno.

Artemio, Michi y Josele llegan de nuevo al Foro, y el álbum se comienza a vender en las tiendas de discos y en el bar Marcelino, oficina del grupo desde hace años, donde se hace la oferta de caña, tapa de chorizo y disco de Los Enemigos a mil pelas.

Artemio es llamado a filas por el ejército, y durante ese tiempo lo sustituye Luis, un tipo de Talavera que había militado en los rockabillys Lobos Negros y que forma parte de Los Enemigos durante esos meses, al igual que algún otro batería mercenario. Artemio aprovecha un permiso para acudir a un programa en la televisión estatal donde son requeridos Los Enemigos. Se trata del programa musical puntero Auambabulula balambambum, dirigido por Carlos Tena. La aparición hace que más gente conozca su existencia, si bien la experiencia, como tal, un playback, les deja totalmente insatisfechos. Para la ocasión, permiten al sustituto de Artemio ocupar el lugar en la batería, mientras que éste se pasa la actuación tocando una bandurria. La canción elegida para la representación es el instrumental Jacobo que te adobo (Lacona).

Y todo comienza a funcionar discretamente.

Un manager de Barcelona, Ramón Beltrán, que negocia actuaciones para algunos grupos de GASA, les contrata como banda para su agencia Steep, que lleva tambien a Brighton 64, Rebeldes o Ronaldos, así que comienzan a pasar muchos fines de semana viajando a Cataluña para hacer actuaciones que cuando llegan a cien mil pesetas de caché, son celebradas. Esta agencia les permite ser teloneros del ex Dr. Feelgood Wilko Johnson, un concierto que les llena de ilusión y que supone su primer show en un escenario de dimensiones considerables.

Por incompatibilidad de caracteres, Michi sale del grupo. Se trata de un cúmulo de circunstancias; por un lado, la diferente generación a la que pertenecía éste, que les sacaba casi diez años de edad. Por otro, Michi tenía familia esperándole en casa, y esto le desconcentraba del trabajo con el grupo.

Parchean la situación reclutando a Antonio Fidel, que tocaba el bajo para El Último de la Fila y a quien Josele conoce porque también formó parte de The Nativos, y durante tres meses, aproximadamente, les acompaña.

El disco va funcionando discretamente, obteniendo buenas críticas por parte de la prensa. Primero, se publica como single Florinda, cuya cara B contenía Gabrielle, y en la portada aparecía la caricatura de una señora con una fregona que Josele hizo justo antes de entrar a grabar apoyado en un coche, muy en la onda de la caricatura que de ellos mismos se puso en el interior del disco. Después, se saca un segundo single, donde está Complejo en la cara A, y en la otra, Velardestrit bugui y Tengo una casa, con una foto de Jesús Alcaraz en la portada, un fotógrafo al que conocen en la noche malasañera. Mientras, se busca bajista, ya que Antonio Fidel en cualquier momento será solicitado nuevamente por su verdadero grupo, El Último de la Fila. Los antros humeantes e insanos de Malasaña serán, de nuevo, quienes aporten la solución a la formación del grupo.

Fino Oyonarte (Almería, 1964) empezó a tocar la guitarra como hobby. Al poco tiempo, y tras diversas peripecias con los fugaces combos del barrio, se pasó al bajo. Con grupos como Layla o Luna Llena, empezó a conocer lo ruinoso del mundo de la música, y de la mano de Juan Peregrín, uno de los componentes de esos grupos, aprendió y progresó con su instrumento, amén de descubrir el golferío que se mueve en los ambientes rockeros. Con Amor de Madre, su siguiente grupo, con los que llegó a grabar una maqueta, comenzó a descubrir el mundo del pop dejando aparcados sus discos de rock sinfónico. La vida de Fino en Almería, durante estos años, está regida por el universo en el que se maneja: vida en casas compartidas con amigos, trabajos inestables y juerguecillas casi a diario. Gracias a esa vida seudohippie en su Almería natal, conoce, una noche del verano del 85, a un tal Iñaki, cantante por aquel entonces de los exitosos Glutamato Ye-Ye, con quien intercambia teléfonos. Transcurridos unos meses, y aprovechando que un amigo, llamado Lalo Cortés, está estudiando en Madrid, Fino aterriza en la capital con su bajo eléctrico. Tras llamar a Iñaki, se planta en el local de ensayo de Glutamato Ye-Ye y allí les muestra su soltura con el bajo tocando varias canciones del grupo. La amistad y la admiración mutua se van fraguando en los bares de Malasaña, de donde son habituales la gente de Glutamato y a donde va Fino, guiado de la mano de éstos. El almeriense regresa a su tierra, y al cabo de unos meses, bien entrado el año 86, es reclamado por Glutamato Ye-Ye para ocupar la vacante de bajista durante la gira de verano. Tras esta gira, donde llegan a tocar con Los Enemigos en el Agapo, surgiendo el primer encuentro físico entre Josele y Fino, y donde éste comienza a enriquecer su cultura musical con dosis de rhythm & blues, gracias a los viajes en la furgoneta, el grupo se desintegra con la marcha de Iñaki. Fino, en lugar de regresar a Almería, se instala precariamente en Madrid y comienza a trabajar sirviendo copas en bares de Malasaña (Vía Láctea y King Creole) durante año y medio. En ese período, Patacho, el que era guitarrista de Glutamato (y, en gran parte, responsable de la parte musical de ese grupo), le propone a Fino entrar a formar parte de un nuevo proyecto, bautizado como La Banda del Otro Lado. En la Plaza del Dos de Mayo, en los bajos del bar El Sol de Mayo, Fino comienza a ensayar en compañía de Patacho, Julián Infante, Rafa, de Desperados, Luis, de Sindicato Malone, y un ir y venir de personal continuo.

Paralelamente a esto y gracias a su empleo en los bares de Malasaña, Fino ha ido ampliando su círculo de amistades. Cada noche, sus huesos terminan llegando al Agapo, el último bar abierto de la zona, que pone buena música y que admite actitudes rockeras. Aquí será donde, al calor de la barra, se conozcan Fino y Josele, aunque el encuentro se materializará en la puerta de la Vía Láctea. Josele entrega a Fino una maqueta con canciones de Los Enemigos, y éste pronto está preparado para participar en los ensayos del grupo. Nada más llegar Fino a los locales situados en el barrio de Chueca, Los Enemigos son desalojados por impago y trasladan sus bártulos al local que tiene su amigo Ricardo, batería de Los Ronaldos en la céntrica calle Piamonte.

Enseguida se estrena Fino en una grabación con Los Enemigos. Josele y Artemio también habían conocido a Íñigo Pastor, responsable del incipiente sello Munster, que se interesó, en su momento, por sacar el primer disco del grupo, y que es pincha de casi todos los bares de moda en Malasaña. Tras pedir permiso a GASA, acceden a la petición de Íñigo, que consiste en grabar para él una canción que formará parte de un single compartido. En los estudios Duplimatic (propiedad del batería de los Pekenikes), y en apenas diez minutos, registran de una sentada un refrito del Run Chicken Run y Shaking All Over, rebautizado Chicken Al Over, que saldrá publicado en un single del fanzine La Herencia de los Munster, titulado Munster Dance Hall Favourites (Vol.1) compartido con Sex Museum en una cara y con Spacemen 3 y Surfin?Lungs en la otra.

Fino se adapta a la forma de vida de Los Enemigos a través de los ensayos y los esporádicos directos, y se va dando cuenta del potencial que esconden los riffs y las letras de Josele. Su trabajo con La Banda del Otro Lado se queda progresivamente en segundo plano.

Las excursiones para los conciertos son en furgoneta, y casi siempre se apunta algún músico o amigo extra. La oficina Steep, que les sigue buscando actuaciones, ha montado durante estos meses una sucursal en Madrid, en la calle Farmacia, dirigida por Michel Mesina. Enemigos hacen de teloneros para grupos como Brighton 64 o Rebeldes. En una de esas salidas, ante la necesidad de un conductor, aparece en escena un estudiante de Bellas Artes que para estas fechas ya comparte casa con Fino. Se trata de Lalo Cortés que, como antes señalamos, es amigo de Fino desde su infancia en Almería. Les lleva al bolo y pronto comienza a ser llamado por Steep para otros encargos similares con el resto de los grupos de la agencia. Inadvertidamente, para Lalo esto será algo que cambie su vida, ya que, poco a poco, se irá metiendo más en su papel de roadmanager hasta llegar a tener más confianza con Los Enemigos o con Ronaldos que la agencia barcelonesa que se supone que les representa.

Las salidas continúan, y les ocurre casi de todo: Artemio se pierde por las calles de Valencia y el resto de sus compañeros acuden a la radio para tratar de localizarle, y, por fin, llega con retraso al concierto. De un pueblo cercano a Haro, cerca de Miranda de Ebro, que estaba en fiestas, son expulsados con palos y cadenas, llevándose la peor parte Lalo. También telonean por entonces a Dr. Feelgood y a Dave Edmuns, en un mismo concierto de las Fiestas de la Mercé, en Barcelona, donde arramplan con el catering de los ingleses y Artemio termina subido a la torre de luces de la sala, completamente ebrio y colgando de un brazo.

Coincidiendo con el despegue en ventas de un mini LP de Ronaldos, Lalo decide erigirse como agencia de management, teniendo como grupos a Ronaldos y Los Enemigos. Se asocia con Michel Mesina y con Ramón Martín, y denominan Talent a la nueva agencia...

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Sacado de:
http://www.zonadeobras.com/libros/texto ... s_cap1.asp

desde alli se puede comprar...Por cierto alguien le tiene?¿?k tal esta?¿?¿?


SALUD!!!
felixjarque
Mensajes: 2862
Registrado: Dom Sep 28, 2003 6:19 pm

Mensajepor felixjarque » Dom Sep 05, 2004 6:57 pm

Píllatelo, está de puta madre, además ahora que ya no están como que te da incluso más gustazo leerlo.

Te lo recomiendo.
kurilla
Mensajes: 745
Registrado: Lun Oct 06, 2003 7:30 pm

Mensajepor kurilla » Dom Sep 05, 2004 7:12 pm

cojonudo, sobre todo la parte de conversaciones, q es la mayoria, un libro muy muy sincero.

Si te gustan los enemigos, interesantisimo.
Loreley
Mensajes: 2352
Registrado: Lun May 17, 2004 2:05 pm

Mensajepor Loreley » Lun Sep 06, 2004 12:22 pm

Buen libro aunque poco (o nada) estructurado.
dani
Mensajes: 439
Registrado: Mié Oct 01, 2003 11:28 am

Mensajepor dani » Mar Sep 14, 2004 1:35 pm

yo hace tiempo que lo quiero comprar y no puedo no se por que. En la página no me dejan. Que hago? se vende en otro sitio?
Loreley sl

Mensajepor Loreley sl » Mar Sep 14, 2004 1:55 pm

Lo compré hace tiempo en la Fnac de Madrid.
M.Gorgorito (sin Login)

Mensajepor M.Gorgorito (sin Login) » Mié Sep 15, 2004 2:55 pm

Yo en la Fnac de Oviedo, así que parece que lo tienes fácil...
Loreley sl

Mensajepor Loreley sl » Mié Sep 15, 2004 3:32 pm

Ja! Y si Dani es de Calatayud?
M.Gorgorito (sin Login)

Mensajepor M.Gorgorito (sin Login) » Jue Sep 16, 2004 7:42 pm

Mmmm.... me refiero a que parece que se ha distribuido por todas las Fnac, así que supongo que habrá una Fnac Calatayud (por ejemplo).
dani
Mensajes: 439
Registrado: Mié Oct 01, 2003 11:28 am

Mensajepor dani » Vie Sep 17, 2004 4:21 pm

soy de un pueblo de Alicante, pero estudio en Valencia, así que lo tendré fácil. Iré a ver. Muchas gracias.

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