
TRES HURRAS POR EL ROSEN
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Re: TRES HURRAS POR EL ROSEN
TRES SON POKOSSSSSSSsofoká escribió:http://www.laopiniondemurcia.es/cultura ... 05541.html

Re: TRES HURRAS POR EL ROSEN
jajajajaja... al final te has lanzado...jajajajaja pero di algo más no???
Que buena la crónica y que buena la sofoká



Que buena la crónica y que buena la sofoká

Re: TRES HURRAS POR EL ROSEN
Como siempre un placer Rosendear a tu laoOnosindor escribió:jajajajaja... al final te has lanzado...jajajajaja pero di algo más no???
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Que buena la crónica y que buena la sofoká



ÁNGEL H. SOPENA
Rosendo es una leyenda viva del rock ´n´roll.
El ex líder de Leño sigue dando guerra sobre los escenarios, loco por incordiar. Quizás no tiene la vitalidad de los 20 años, pero sigue encantado de su trabajo, y sus conciertos no han perdido ni frescura ni fuerza. «Estamos en un sitio muy diferente al habitual, pero tiene su gracia, ¿no?», dijo el Rosen. Demasiado poco vanidoso para quedarse en ángel de cuero, suficientemente digno para cultivar pose alguna, Rosendo ha terminado marcando el estilo genuino del músico español de raíz social y popular. Es el más obstinado y resistente ejemplo de esta actitud y, gracias en primer lugar a él, el rock urbano se ha convertido en una verdadera tradición que sirve de referente para los que empiezan y para quienes tratan de innovar a partir de ella. Si hasta los pijos se saben sus canciones.
Quizás a lo largo de su carrera no haya que buscar grandes diferencias, sino la forma de hacer de siempre de un rockero cuya estampa ha sido la misma: melena al viento, vaqueros, camiseta y zapatillas de deporte, todo ello con su eterna Fender Stratocaster colgando. Tiene la mano derecha acostumbrada a los apretones de manos, a los cuellos de birras, a los mandos grasientos de futbolines descabalados. Pero la mano izquierda siempre fue izquierda, sigue subiendo y bajando las largas escaleras de la guitarra. Rosendo tiene una voz escasa (en los últimos tiempos es más que evidente una mejora en este aspecto), y sus letras sobre lo cotidiano están en lenguaje coloquial, lo que significa letras directas. Aunque es posiblemente la mezcla de todo esto lo que hace que sea especial, que sea el músico de por aquí más admirado y reconocido desde hace mucho tiempo.
Y todo esto, en sus conciertos, se eleva a altas cotas. Cierto que ha ralentizado la velocidad en la interpretación, algo que deja más espacio a las letras, llenas de ironía y puntería, y ha acentuado un tono más bluesero y triste, más cercano a la música de su adorado Rory Gallagher. Pero Rosendo es, por edad y por derecho, uno de los primeros músicos para los que el rock ha sido una forma de vida que él sigue llevando con toda naturalidad en la cincuentena.
Ni qué decir tiene que el público está entregado con él, demostrándole un auténtico cariño que va más allá de lo musical, y en ese ambiente ofreció dos horas de rock rosendiano, característico, sin complicaciones y haciendo un repaso por temas que ya forman parte de la historia musical de este país. ¡Tres hurras por el Rosen!
Acompañado de sus habituales escuderos, Rafa J. Vegas y Mariano Montero, el Jefe abrió su concierto en el Auditorio Regional con Ni gozo ni calvario, de su nuevo disco A veces cuesta llegar al estribillo (título que transparenta a la perfección el momento presente). Y sí, aún seguimos locos por incordiar: «Se ha terminado la bonanza, se oculta el pasteleo, y dando coces a voleo las vamos a pagar». Siguió con Deja que les diga que no y Por meter entre mis cosas la nariz, de su álbum A las lombrices; continuó con su último disco (Mala tiña, tema rosendiano cien por cien, con esa mezcla personal del hard rock clásico y el blues; Tu qué... Yo qué, a base de riffs sincopados), y siguieron cayendo clásicos (¿De qué vas?, Del pulmón). Con Amaina tempestad llegó uno de los mejores temas de su último disco, cantando al estilo Leño con varios cambios muy bien resueltos, que transmiten un sentimiento nihilista. El bajista Rafa J. Vegas se cantó un medioreggae (El alma se colma), y hubo una sucesión de himnos de rock para aquellos que disfrutan de la vida y que aún se sienten jóvenes a pesar de las arrugas: Agradecido, Y dale, Pan de higo, Flojos de pantalón? Temas que entraron en tromba disparando la temperatura del local.
En medio de la fiesta, siempre habrá alguien que eche en falta tal o cual canción (olvidó Loco por incordiar y Mala vida), pero en los bises no faltó Maneras de vivir, el himno por excelencia de esta movida rocanrolera, que en su día compuso junto a sus compañeros de Leño, ni Navegando, rock and roll en su forma más pura. En la brecha, como siempre.
http://www.laopiniondemurcia.es/cultura ... 05541.html

Rosendo es una leyenda viva del rock ´n´roll.
El ex líder de Leño sigue dando guerra sobre los escenarios, loco por incordiar. Quizás no tiene la vitalidad de los 20 años, pero sigue encantado de su trabajo, y sus conciertos no han perdido ni frescura ni fuerza. «Estamos en un sitio muy diferente al habitual, pero tiene su gracia, ¿no?», dijo el Rosen. Demasiado poco vanidoso para quedarse en ángel de cuero, suficientemente digno para cultivar pose alguna, Rosendo ha terminado marcando el estilo genuino del músico español de raíz social y popular. Es el más obstinado y resistente ejemplo de esta actitud y, gracias en primer lugar a él, el rock urbano se ha convertido en una verdadera tradición que sirve de referente para los que empiezan y para quienes tratan de innovar a partir de ella. Si hasta los pijos se saben sus canciones.
Quizás a lo largo de su carrera no haya que buscar grandes diferencias, sino la forma de hacer de siempre de un rockero cuya estampa ha sido la misma: melena al viento, vaqueros, camiseta y zapatillas de deporte, todo ello con su eterna Fender Stratocaster colgando. Tiene la mano derecha acostumbrada a los apretones de manos, a los cuellos de birras, a los mandos grasientos de futbolines descabalados. Pero la mano izquierda siempre fue izquierda, sigue subiendo y bajando las largas escaleras de la guitarra. Rosendo tiene una voz escasa (en los últimos tiempos es más que evidente una mejora en este aspecto), y sus letras sobre lo cotidiano están en lenguaje coloquial, lo que significa letras directas. Aunque es posiblemente la mezcla de todo esto lo que hace que sea especial, que sea el músico de por aquí más admirado y reconocido desde hace mucho tiempo.
Y todo esto, en sus conciertos, se eleva a altas cotas. Cierto que ha ralentizado la velocidad en la interpretación, algo que deja más espacio a las letras, llenas de ironía y puntería, y ha acentuado un tono más bluesero y triste, más cercano a la música de su adorado Rory Gallagher. Pero Rosendo es, por edad y por derecho, uno de los primeros músicos para los que el rock ha sido una forma de vida que él sigue llevando con toda naturalidad en la cincuentena.
Ni qué decir tiene que el público está entregado con él, demostrándole un auténtico cariño que va más allá de lo musical, y en ese ambiente ofreció dos horas de rock rosendiano, característico, sin complicaciones y haciendo un repaso por temas que ya forman parte de la historia musical de este país. ¡Tres hurras por el Rosen!
Acompañado de sus habituales escuderos, Rafa J. Vegas y Mariano Montero, el Jefe abrió su concierto en el Auditorio Regional con Ni gozo ni calvario, de su nuevo disco A veces cuesta llegar al estribillo (título que transparenta a la perfección el momento presente). Y sí, aún seguimos locos por incordiar: «Se ha terminado la bonanza, se oculta el pasteleo, y dando coces a voleo las vamos a pagar». Siguió con Deja que les diga que no y Por meter entre mis cosas la nariz, de su álbum A las lombrices; continuó con su último disco (Mala tiña, tema rosendiano cien por cien, con esa mezcla personal del hard rock clásico y el blues; Tu qué... Yo qué, a base de riffs sincopados), y siguieron cayendo clásicos (¿De qué vas?, Del pulmón). Con Amaina tempestad llegó uno de los mejores temas de su último disco, cantando al estilo Leño con varios cambios muy bien resueltos, que transmiten un sentimiento nihilista. El bajista Rafa J. Vegas se cantó un medioreggae (El alma se colma), y hubo una sucesión de himnos de rock para aquellos que disfrutan de la vida y que aún se sienten jóvenes a pesar de las arrugas: Agradecido, Y dale, Pan de higo, Flojos de pantalón? Temas que entraron en tromba disparando la temperatura del local.
En medio de la fiesta, siempre habrá alguien que eche en falta tal o cual canción (olvidó Loco por incordiar y Mala vida), pero en los bises no faltó Maneras de vivir, el himno por excelencia de esta movida rocanrolera, que en su día compuso junto a sus compañeros de Leño, ni Navegando, rock and roll en su forma más pura. En la brecha, como siempre.
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Re: TRES HURRAS POR EL ROSEN
Muchas gracias por compartirla sofokaaásofoká escribió:http://www.laopiniondemurcia.es/cultura ... 05541.html

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