Por suerte o por desgracia se desprendio la piedra; el cauce, aunque débil, la empujaba con fuerza. Agua fresca, una piedra sin pulir y viento inocente, pero a esta velocidad estaba claro que no iba a durar mucho.
Se acelera la corriente, la piedra que apenas ha perdido forma va cogiendo velocidad, se da cuenta que hay mas piedras, choca con algunas, se va puliendo, por suerte muchas otras piedras a la orilla (más rodadas que ella), le ayudan a no salirse del arrollo, que inconscientemente va tomando caliz de rÃo. Nunca sabré decir en que momento pasó eso, para cuando quise darme cuenta, corrÃa mas rapido en rÃo de aguas bravas...
En los rápidos, a pesar de todo no voy a negar que me excitara, incluso anhelaba ir más rapido, chocar más fuerte contra las piedras e incluso unirme a otras para hacer el camino más agradable.
Rápido tras rápido, la piedra es irreconocible para algunos, solo quien supo conocer, su color, su sabor, su tacto y su presencia no duda ahora en señalarla cuando la busca entre el agua. Ha perdido tamaño, está mas redondeada y empieza a elegir su recorrido para cuando se amansan las aguas.
Otra piedra la llama traidora, esa que apenas se ha desgastado, se ha apoyado en ella durante la parte mas dura del camino y la ha abandonado en bonanza del caudal, cuando vuelven las ansias vuelve ella para acusarla de traición, ¿acaso no sabe que nuestra piedra ha estado siempre ahi? ¿acaso nuestra piedra no se atragantó con la traición? ¿acaso no dejó que lo llevase la corriente ahogado sus quejidos y enterrandolo entre juncos enfangados? de eso nadie se acuerda, o quizás si, las piedras en las que se ha apoyado, ahora se siente fuerte para servir de apoyo gracias a ellas, no les debe explicaciones, quiza stan solo un agradecimiento, pero sabe a poco.
Por suerte aprendió, no ignora que seguirá haciendose, puliendose y bajando en tamaño y forma según el capicho fluvial. Ahora al menos aprovecha y nada con los peces (asà le llama a ella a quien a ojos humanos tiene forma de sirena de agua dulce, la sirena que endulzo el agua)
Y hasta aquà puedo leer, ignoro el resto de la historia, aunque algo me dice que al menos existe otro capitulo. El fin es facilmente suponible, el mar, la sal, la inmensidad cuando llegue y no sea mas que un grano de arena. ParecÃa que estaba cerca, pero de momento va a esperar. No puedo negar que esta historia continuará, por necesidad.
Dicen que cuando el rÃo suena agua lleva. Que siga sonando (lo necesito, quiero decir, la piedra lo necesita).
NOTA:El topónimo, o también, hidrónimo Deva, tan común en toda la cornisa cantábrica por designar lugares de la geografÃa vasca, asturiana o gallega normalmente asociados a rÃos y manantiales, tiene, según los expertos, origen celta.