Si no te tuviese
comerciaría las horas
a cambio de que la vida
se me mostrara
tras la fina seda
que cubre su rostro.
Pero te tengo,
y con ello poseo cuanto quiero,
no busco, encuentro,
soy latifundista de mi barraca de sueños,
soy el espejo que un día la felicidad
soñó tener...
Más arraigado
a mis propios pensamientos
a medida que convergemos
hacia los límites más insospechados
de lo etéreo,
tan lejos de las miradas
que avizor lanza el tiempo
y que a bocanadas avanza
hacia el adulterio de ilusiones...
Tan cerca de bajarse los pantalones
como lejos de peinarse al alba,
la tristeza se olvidó hoy de sus galones
y acabó siendo títere en tu estancia.
el comercio de las horas
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