Me entran ganas de llorar
cuando pienso en el recuerdo
en las horas, en el tiempo atrás.
En las hojas que dejé pasar
en aquél suelo de mármol.
En tu sonrisa;
sincera,
especial,
mágica,
embriagadora,
esencial,
ÚNICA,
MÍA?
En tus manos;
suaves,
frías,
pequeñas,
algo comida de los nervios,
encantadoras,
llenas de cariño para dar y regalar,
llenas de un amor rojizo.
Eran momentos fríos llenos de
tristeza y a la vez de alegría.
Sentados en aquél banco de hierro,
mirándonos nuestras caras sin parpadear
ni pestañear.
Preciosos ojos que me hacían sentir y
volar hacia un bosque verde porque verdes
eran tus ojos.
En esos últimos andenes estábamos derramando
lágrimas.
Mis lágrimas cayeron, deslizándose por las mejillas
hasta llegar a mi boca, las saboreé y eran saladas
como el mar.
Yo me pregunté ¿por qué? Si en mis lágrimas
había mucho amor y recuerdos eternos; su sabor
debería de ser dulce.
Me aportaste tantos y tantos ingredientes
que no se pueden explicar? solo sentir
y recordar.
Sentir que te echo tantísimo de menos
y recordar aquellos viejos tiempos.
Son sentimientos que nadie, jamás me
hizo sentir.
Gracias, mil gracias por todo y por haberme
hecho feliz.
Andén 11
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