Tiritando en los recuerdos que me enfrían,
busco alivio y sólo hiela la distancia,
fue el amor, el calor, que ahora se apaga,
no contó con que el invierno se asomaba.
Aún mi cama no percata su vacío,
no conoce ni siquiera cuál tu sitio;
no por tiempo ni tampoco por olvido,
se cansó de la inocencia de su asilo.
No fue otoño la estación que te separara,
ni railes son la vida programada;
vacío inmenso que ahora duda si la meta,
no onderá, otros cuadros, por bandera.
Quiere el viento acariciar una que nazca,
del posar de un sólo dedo en nuestro mapa;
aprieta el puño y sabrás tenerme cerca,
estaré donde el mar nace, sin ribera.
Y por cada lado de los puntos cardinales de una isla... perdida, y encontrada.
Sólo tu dedo en el mapa.
Sólo tu dedo en el mapa
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Siempre fue Dios quien movió su mano para colocar los peones sobre un tablero llamado vida. Cuadrículas de futuro (pasado o presente) inmóviles y carcelarias que, no por ello, impedirán que vuelen nuestras miradas, se atraigan los cuerpos, explote el calor y se perpetúe el amor.
Olvidé el ajedrez, para empezar a escalar. Soy un viejo peón, casi ya alfil, con patas para correr y pies de gato.
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