Tan solo nace nuevo día,
todavía es palpable tu calor en mi cama,
y ya añoro el posar de esas mejillas
que alegran por la mañana.
Reciente ya no está, mi eterna compañera,
y ya extraño esa cara pícara
con los primeros acordes
de sus canciones favoritas,
esos ojillos persiana
que tan rápido se entornan con la noche,
ese moquear incipiente
con las sabrosas comidas.
No puedo amoldarme a esta vida
tan real, tan de cuadrícula,
tan de efímeras sonrisas,
sin sus ideas fantasiosas
que nos separan del suelo,
sin esas respuestas a destiempo
que siempre llegan al momento.
El tobogán de la vida
se empina a cada instante
en ausencia de su risa,
sin lo espontaneo de su arte,
sin esos pies de hielo
que me hacen ver el cielo
con tan solo rozarme,
sin esas manos secas
que humedecen con mi tacto,
sin la simetría perfecta
que formamos en descanso.
Adoro la sequedad de esos labios
y ese ingrávido trasero,
esos gestos mañaneros
que miran a las prisas con agravio.
Esas palabras a mitad
que hoy son ya diccionario,
esos ojos que al viajar
ilusionan, como patio en parvulario.
Adoro lo que eres,
mas que amargo vacío que dejas,
tanto abarcas en mis metas
que he perdido los papeles.
Dolor al vacío
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