
Cuando uno ronda por Portugal le resulta inevitable descubrir música nueva a cada paso. Con un poco de suerte en cualquier esquina, cualquier plaza, cualquier parque, te encontrarás con más de un grupo de músicos callejeros, una cantante de fado o alguien invitándote a un concierto de un cantautor en un bar de apenas 20 personas. La tradición, el folk y la importación de músicas de otras confines parece algo que le va como anillo al dedo a la música portuguesa. Tras conocer a los ya mÃticos Terrakota uno se pasea por otros estereotipos como Kussondulola, Dead Combo o A Naifa.
Ahora, muchos meses después, me he decidido a quitarle el plástico a este Espanta EspÃritos y la sorpresa ha sido mayúscula. Un disco delicioso, muy apetecible y bastante ligero, no llega a los cincuenta minutos. Si esperas encontrar una revisión del fado este no es tu disco, si apuras un poco el minutaje del mismo apenas encontrarás referencia alguna más allá de la portentosa voz de Joana Negrão.

El disco se abre con Sansorgui fijando el primer encuentro flagrante entre la música portuguesa y la parte más bailable y alocada de la música zÃngara en constante progresión rÃtmica. Orubamba se mueve en sonoridades cercanas a los indÃgenas de la América Precolombina en un ejercicio instrumental abocado a un desenfrenado final en el que la flauta de pan deja paso a los violines y un gracioso juego percutivo. Por su parte, Rosa de Lava podrÃa pasar como una canción cualquiera de los miles de grupos celtas existentes en el mundo si no fuera por su desbordante percusión africana.
Zahrany es el corte más experimental del disco. Un ejercicio de progresión bajÃstica llevada asà la degeneración rÃtmica de los cantos y bailes tribales de Ã�frica antes de iniciar en Nangbor la pieza céltica más obvia de todo el conjunto, cumple con todos los cánones. En Miura nos acercamos indudablemente al terreno abonado por Terrakota. Un ritmo animoso del oeste africano con una contraposición vocálica entre sexos, divertida. Mientras se inicia Dazambra uno puede acordarse de Samba da Rúa o Los Monstruos del Cajón, conforme avanza el minutaje nos vemos conducidos a través de un viaje extremadamente bucólico hacia un Mediterráneo en el que disfrutar de este encuentro entre Eleftheria Arvanitak y Ojos de Brujo. Y casi para despedir el disco una de mis favoritas: Naty. Me parece un pepino de canción, algo inmenso. El comienzo me recuerda muchÃsimo a otras grandes bandas de folk italiano, incluso a algunos cánticos partisanos que aún perviven en nuestros dÃas. Y para rematar una versión algo más bailable de Rosa de Lava.

Precioso disco de folk que nos lleva más allá del fado o la música celta en un pequeño paseo por otras sonoridades (España, Grecia, RumanÃa, Suecia, Ã�frica,...) a través de instrumentaciones tradicionales (gaitas, zanfonas, arpas, bouzokis, mandolinas,...) y una delicada y cuidada percusión.
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