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Narco en Porta Caeli (Valladolid). 27 de febrero de 2015

Texto y fotos de Miriam Badiola

“Joder tío, qué ganas de ver a los Narco”, decía una criatura que apenas sobrepasaba la mayoría de edad. Eran las 21:30 y aunque la puerta acabara de abrirse, las barras de la sala ya estaban plagadas de botellines. Clásicos del rock de siempre ejercían de banda sonora mientras que los seguidores de los andaluces iban desfilando uno a uno a la espera de la hora señalada. La gira Dios te odia, a su paso por la sala Porta Caeli, iba a despertar más de una conciencia.

Quince minutos pasadas las diez, el “Cualquier día” de Boikot versionando a Piperrak agonizaba para dejar que Narco entrara en escena. La intro de “Satanízate”, primera canción de su nuevo disco, sería la elegida para que los protagonistas de la noche pasaran a la acción. Tras ella, otros dos temas del nuevo trabajo, “Asesinato, Alcohol y Ácido” y “Ahí fuera (Vive Satanás)”, demostraron lo bien que se está encajando el redondo, a pesar de no lograr desgarrar la sala como posteriormente lo harían algunos de sus clásicos.

El ambiente iba entonándose a medida que bajaba la botella de whisky de Vikingo, culpa en parte también de los pequeños chupitos repartidos entre las primeras filas. Los clásicos empezaban a salir y “Siempre enmarronao” y “Son ellos” empezaba a despertar las pocas gargantas que aún permanecieran mudas. Sin embargo, a pesar de que el disco que da nombre en la gira cayera por completo, eran las canciones de siempre las que más pasión desataban. Así, el “juerga, mambo y jaleo” de “Vizco” marcó un antes y un después en el concierto.

Está más que claro que la banda pasa uno de sus mejores momentos, pero para una servidora que jamás había presenciado un directo suyo, la locura que supone un directo de Narco crea un subidón de adrenalina poco comparable a otras sensaciones. “Demolición”, “La última cena” y “Virgen de las putas” dieron pie a la intro semanasantera de “La hermandad de los muertos” donde definitivamente tanto los de encima como los de debajo del escenario se rompieron al unísono. Los disparos iban cayendo uno detrás de otro, la duda era saber si alguien saldría vivo del asalto. El camino estaba preparándose a manos de “Ojos de huevo”, “Por el estrecho” y “La cucaracha” para la más esperada, la más sonada, la más conocida. “Tu Dios de madera” llegó y de qué forma. “Esta canción se la vamos a dedicar a todos esos miembros de la iglesia, a todos esos cabrones, a todos esos pederastas, hijos de puta”, decía Vikingo jaleado por un público que comulgaba al unísono con el orador.

Estábamos en lo más alto y los temas elegidos para este estado de cuasi levitación de conciencias eran también los más pogueros de todos. “Lo peor del barrio”, “Dame veneno” y “Carnicería en la romería” ponían las ganas en lo más alto, ganas a punto de explotar que, efectivamente, lo hicieron. “Kolikotron” se sumía en pleno epicentro del huracán y engullía a su paso a todo cuanto se aproximase. Tras él, como sucede con los vendavales, llegaba el silencio. Finalmente, tras una brevísima espera de fracciones de segundo, Narco reaparecía para vaciar el cargador. “Caballo loco”, “A tomar por culo”, “Chispazo” y, finalmente “Puta policía” daban el apoteósico cierre de fiesta.

Diecinueve temas y cuatro bises a lo largo de algo más de ochenta minutos de un concierto marcado por una completa explosión de energía. Agilidad, potencia y absoluta locura marcaron su paso por Valladolid. Narco es pura adrenalina y nosotros, desde abajo, se lo agradecemos.

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