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El Noi del Sucre: Crónica de la gira por México y adelanto del vídeo resumen

El Noi del Sucre nos envía esta crónica de su reciente gira por México donde explica cómo están las cosas por aquel país en cuanto a los "portazos" y el trato de algunos promotores hacia los grupos, desde organizadores que creen que los técnicos trabajan, pero los grupos no, hasta otros que amenazan con ponerte una pistola en la cabeza para hacerte salir a tocar. Pero también de la nobleza del pueblo mexicano y de los buenos profesionales que allí trabajan por un rock digno y de calidad. Esta es la crónica de Lorenzo Morales:



En la madrugada del día 31 de diciembre de este ya pasado año 2014, exactamente a las 3:30h, llegamos a Sevilla después de haber estado un mes de gira por tierras aztecas. Por un lado estábamos contentos, pues añorábamos a nuestras familias. Pero por otro lado (hablo desde mis propios sentimientos), yo estaba triste. Ya que en aquellas tierras dejaba a muchos compañeros y amigos, además de muchas vivencias, experiencias, aprendizaje e ilusiones. Acompañado todo esto, de un duro año de trabajo para montar dicha gira. El cuerpo y la mente vuelven a España, al día a día, pero el corazón se me queda en tan maravillosa tierra.

El trato desde que llegamos a México el día 3 de diciembre fue increíble, como si estuviéramos en nuestra casa. El día 5 hicimos nuestra primera conferencia. Allí pudimos convivir con todos los asistentes, que fueron muchos, a los que dimos una sorpresa interpretando algunas de las canciones que formarían parte del repertorio que habíamos preparado para cada concierto.
En esa convivencia pude advertir que las cosas habían cambiado bastante desde la última vez que estuve actuando en México. Al hablar con los asistentes me iba dando cuenta que todos estaban cansados de una historia que se repetía cada vez que venían bandas para actuar a su país dentro de este circuito. Ya no podían seguir soportando esa manipulación, esa imposición y ese mirar hacia otro lado dejando el problema sin resolver y que los mismos de siempre, los interesados de que nada funcione, de que nada cambie (a no ser que a ellos les reporte una parte económica o de poder), tengan la voz cantante e inciten a los más jóvenes a crear los desmadres y llevando a cabo el ya tradicional y odiado “portazo”.

Para nosotros la presión y la responsabilidad eran muy grandes. No podíamos fallar ni un solo concierto de los que estaban programados. Fallar uno era nuestra caída en picado, tanto en la parte psicológica como en la económica. Es más, incluso cumpliéndolos todos, saldríamos raspados económicamente, ya que antes de partir el presupuesto iba en números rojos. Aún así, teníamos la esperanza de equilibrarlo con algunos conciertos que iban por taquilla, esperando que nada se torciera y todo saliera bien.

Como siempre, y después de 25 años, nuevamente nos la jugábamos. La verdad es que ha sido una verdadera odisea, demasiada presión. Pero eso no nos importó. Todo el equipo íbamos a una, cosa que desde aquí agradezco a mis compañeros por su madurez en este aspecto y su implicación a la hora de entender que lo más importante no era el dinero, sino que los conciertos salieran bien. Hacer disfrutar al público con cada una de nuestras canciones y demostrar entre todos: público, músicos, equipo técnico y de producción, que otra forma de hacer las cosas es posible, por el bien de la música autogestionaria y del público que colabora y se implica pagando su entrada.

Hay mil y una excusas para no pagar una entrada por parte de algunos y algunas, que son la minoría. Las más usadas y que llevo escuchándolas más de 25 años y a todo tipo de grupos, son las famosas e infantiles: “capitalistas” y “vendidos”. Pero también por parte de los grupos puede haber mil y una excusas para justificar el no tocar en las condiciones que se les ofrece y para evitar los ataques directos y constantes de esta minoría en cada concierto. Minoría que por ahorrarse unos pesos, de manera individualista y egoísta, para su gasto personal en cervezas y esnifar algo de activo, se dejan manipular por otros que si quieren parte del pastel, sea metiendo cuello para organizar los eventos y controlarlos (entrada y barra de bebidas) o incluso controlando a las propias bandas que actúan.

Como he dicho antes, podría utilizar todo esto como excusa y dejarme contratar por aquellos que encantados me llevarían a sitios más protegidos, con buen audio y la entrada más cara, bajo toda esta justificación, y no por ello perder la razón ni contradecirme con lo que escribo, pues yo canto para mejorar las condiciones de vida de los que producimos, de los que trabajamos, siendo nosotros mismos los que decidimos cómo debemos de funcionar sin que nadie ajeno a nuestro trabajo nos venga a decir las condiciones en que debemos de actuar.
Pero después de 25 años hay una cosa que tengo muy clara. Sé dónde está mi sitio y que los problemas no se arreglan evitándolos, que solo se arreglan haciéndoles frente.

Yo sé de dónde vengo y sé dónde está mi gente, sea del país que sea. Yo soy del pueblo, nací de sus entrañas, de los que sufren, de los que no tienen nada, y eso no se olvida. Jamás podría darles la espalda, y aunque cometan mil errores, ahí estaremos para subsanarlos y sé que entre todos y todas podemos lograrlo.

Dejar claro también que yo no actúo ni canto para un público específico. En esta gira cuando actuamos en el festival Villa Rock en Toluca, había gente que decía que nos habíamos vuelto rockcanroleros, que ya no somos punk. Es como decir que tienes un grupo de blancos y solo tocas para blancos. Nuestra música es universal, sin patria ni frontera, y no tiene etiqueta. No tenemos reglas ni dogmas y actuamos a nuestra manera y donde queremos y cuando queremos.

Hacer una gira donde el comportamiento del 99% del público ha sido ejemplar ya es un triunfo, y más cuando hasta hace muy poco por lo mínimo daban un portazo. En ningún concierto organizado por nosotros hubo portazo, pero esto no significa que no lo intentaran.

No lo lograron, no por mérito nuestro, sino por la conciencia del público, que esta vez no se dejó llevar por la intolerancia de unos cuantos a los que respondieron ignorándolos, pagando su entrada y disfrutando del concierto con su slam y cantando cada una de las canciones.

Llegó a tal punto la conciencia entre el público que, cansados de que el gobierno, la policía, la banca, los patronos y la situación del país los estén chingando todos los días; no iban a consentir que en sus espacios, en sus conciertos, unos cuantos desfasados también les jodieran la vida. Una de las anécdotas más llamativas de la gira fue en Atizapán de Zaragoza, el sábado 27, donde al que intentó organizar un portazo, lo dejaron solo, fuera, aislado, y al final, por la nobleza imperante y porque no somos como ellos, se le dejó entrar. Eso sí, por listo tuvo que pagar la entrada completa con el concierto ya comenzado. Todo esto bajo aviso de que si hacía desmadre, esta vez ya no habría gente noble que le valiera como escudo.

Todo un reto en esta gira, que gracias a la colaboración de todo el público se logró conseguir el objetivo principal: demostrar que otra forma de funcionar es posible. Que se empiece a respetar a las bandas, sean locales o internacionales. Y por supuesto, que las mismas bandas se hagan respetar. Ese es el primer paso. Nunca he entendido que se tenga que pagar por tocar en un concierto, ni que el organizador u organizadores se vayan de rositas, diciendo que no ha salido bien, pagando los platos rotos siempre los mismos: público y banda. Y si a un grupo se le ocurre exigir lo que le corresponde, porque está en su derecho, rápidamente el organizador lanza las palabras mágicas: “capitalistas”…. “vendidos”…. a las redes sociales de moda, donde las hienas están al acecho esperando carnaza fresca, demostrando mediante sus escritos su corto intelecto.

Que el público que paga su entrada tiene todo el derecho a exigir un buen audio y que lo paga porque quiere, nadie les obliga, porque con su dinero cada uno hace lo que le da la gana, que para eso es suyo, y nadie le tiene que venir a contarles milongas por un interés personalizado, ni a cortarles su libertad individual de ir donde quiera y pagar por lo que quiera.

Que aquí no tienen cabida ni policías del punk, ni policías con la A circulada, inspeccionando a ver quién no tiene en regla el carnet de punki o ver si tienes la marca registrada y propiedad privada de unos cuantos marcada a fuego en el pecho. Pues ya sabemos que como buenos policías también tienen un precio.

Solo le puedo decir a este tipo de gente, que si no les gusta, pues que no vengan, nos sobran los intolerantes. Que si te parece mal, lo organizas tú y nos demuestras que eres capaz de hacerlo mejor. Eso sí, con buen audio (ya que cobras entrada), porque si no estás estafando al que paga. Y por supuesto, pagándole a las bandas lo acordado. No diciéndoles luego que no salió y que no hay, apostando y perdiendo de esta manera siempre los grupos, y jugando con las ilusiones y el trabajo de mucha gente.

Quiero cerrar esta crónica con dos anécdotas que pueden describir perfectamente todo lo expuesto en este escrito.

La primera fue en el concierto de Huixquilucan. Ese día se estuvo a punto de suspender el concierto pues me encontraba muy mal. Veníamos de actuar en Guadalajara y tuvimos que parar de urgencia en un médico. A base de pinchazos y antibióticos pude aguantar para intentar salvar el concierto. Al llegar, el camerino era la casa de una familia. Allí nos trataron estupendamente, y a mí personalmente me cuidaron muy bien. Yo al estar enfermo y dentro de la casa, estaba ajeno a lo que ocurría, pero cuando ya estaba maquillado y preparado para salir a actuar, me comunican que todavía no habían pagado la parte que nos debían y que habíamos acordado bajo contrato, que era un poco más de la mitad. El organizador estaba discutiendo con un compañero fuera, que se encargaba de las cuentas de la gira y de los contratos. La historia la misma de siempre, que no tenían suficiente, etc… que no había salido, y como es evidente los que nos jodíamos éramos nosotros.
Viendo que la discusión no acababa y aquello se alargaba, le comenté al compañero que era nuestro portavoz, que le dijera al organizador que OK, que no nos pagara lo que nos debía. Pero que tampoco le pagara al equipo de sonido, ni al de las bebidas, ni a los dueños del local, ni a los de seguridad, y que devolviera todo el dinero de las entradas al público que había pagado, y así no sale para nadie y nosotros salimos a actuar ya. A mí la fiebre ya me subía y no sabía cuánto tiempo podría aguantar. Al rato me llegan y me dicen lo que le ha contestado el organizador: “Que eso no puede ser, que el del equipo de sonido tiene que cobrar, porque él está ejerciendo un trabajo”. Sin comentarios. Reflexionad y sacad vuestras propias conclusiones.

Como es evidente, el cabreo fue monumental y ahora o pagaba o no salimos a tocar. Y pagó, aunque al final dejó a deber una pequeña parte, pero ya no podía pagar el público la mala gestión de un organizador y salimos a tocar.

La segunda fue en el último concierto de la gira. En el festival Villa Rock celebrado en Toluca. Nuestra actuación estaba programada a las 16:30 h. Al llegar iba con retraso, así que actuaríamos entre las 17:00 y 17:30 h. El organizador dos días antes se reunió con nosotros y nos dijo que disponíamos de una carpa como camerino, para poder vestirnos y preparar nuestro show. También bajo firma de contrato, acordamos que antes de actuar nos abonaría la parte que faltaba.

Como iba diciendo, nuestra actuación se retrasó de las 16.30 a las 17:30h aprox. El camerino no existía y la seguridad en backstage tampoco. Nuestra gente rápidamente improvisó un camerino debajo del escenario con unas telas blancas que encontraron, y tomándonoslo con mucho humor, porque hay que echarle mucho humor, y como ahora está de moda El Hobbit, lo apodamos “El camerino élfico” por las telas que nos harían invisibles ante el público asistente. Luego al terminar el concierto comprobaríamos que lo de las telas élficas solo funciona en las novelas y en las películas.

Allí maquillado, encorvado y sin poder ni siquiera salir para orinar, estuve desde las 17:00 h hasta las 20:30 h aprox que salimos al escenario. La luz debajo del escenario se fue al llegar la noche e instalaron unos teléfonos móviles para poder ver y terminar de maquilarme. El retraso se debía a que el organizador no había pagado y allí estábamos a la espera. El frío era insoportable y sin poderme mover y salir. Ya el colmo fue cuando se le presionó y se le dijo que, o pagaba ya, o nos íbamos (aunque queríamos actuar, pues para eso estábamos allí desde la otra parte del mundo y con todo listo, pero no podíamos ceder. Otras bandas estaban igual y bronqueando con el organizador). El organizador contestó que si no salía ya iba a sacar la pistola y me la iba a poner en la cabeza y vería cómo salía, igual que según comentó le hizo al de Mägo de Oz. Yo cuando me lo dijeron le dije que le comunicaran que allí lo esperaba y que apuntara muy bien. Al final pagó casi todo, aunque una vez más, no se cumplió lo acordado, cosa que por nuestra parte siempre se ha cumplido. El concierto se dio con muchas ganas y sin ningún incidente, donde el público nuevamente nos recibió de maravilla. Eso sí, nosotros acabamos agotados y muertos de frío, pues como dije antes, las telas élficas no funcionaron.

A pesar de todo esto que os estoy contando, México y su gente me enamoraron desde hace ya muchos años. Porque esto no tiene nada que ver con el pueblo mexicano, ni con su público, su trato y su forma de ser. Eso también lo descubrimos en cada viaje, en cada ciudad y en cada convivencia. Y siempre que nos inviten ahí estaremos, junto a ellos, porque se lo merecen y porque nosotros ya nos consideramos parte de ellos.

Desde Odisea Records & El Noi del Sucre queremos enviar un fraternal abrazo a todo el equipo de producción de México que nos ha apoyado y trabajado junto a nosotros. Conductores, guías, ayudantes de escenario, encargados de la venta de merchandising, cocinero, relaciones públicas, etc... Son muchos y ellos saben muy bien quienes son. A todos y todas, muchas gracias por todo. Salud y hasta la próxima.

Atentamente, Lorenzo Morales (El Noi del Sucre)

Enviado por agradecido el 12.01.15

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