piel salobre,
fluido que envuelve mis valles,
mis montes se empequeñecen ante tu mirada,
porque erosionas sus crines
con tus frías aguas,
y tus dedos me ahogan y me salvan,
al amanecer
parece que te bozas,
y en la tarde vives en calma.
Echarte de menos en este lugar
sin rincones para pasear,
mis heridas cubiertas de sal,
en esta cueva de invierno.
