Una sonrisa dejó una mueca deforme en el rostro, para dar lugar a un riachuelo de lágrimas que se deslizaban por la piel que escondía un ser débil.
Los ojos empañados estaban fijos en el infinito, intentando desahogar la vida que habitaba en la cáscara de piel blanda y joven. Pero tal como la piel de una manzana roja, rebosante de vida, acaba por pudrirse y arrugarse, la cáscara recibe los mismos tratos, reflejando lo que el mismo corazón siente, encogiéndose ante los daños que le atacan con fuerza por no haberse sabido proteger bien de nuevo, por haber confiado en algo nuevo.
Pero las cosas nunca cambian, confiar en la gente es imposible, ¿qué pasa cuando se acaba odiando a todas las personas? Un sentimiento te consume por dentro, asco, odio, las peores cosas que pueden entrar en ti se hacen presa de la dirección de tu cuerpo.
El sentimiento de venganza crece cuando se ha aprendido a aceptar el odio, y a saborearlo, al igual que las ansias de venganza aumentan cuando tu mente va enfermando cada vez más, con mayor rapidez.
Antes de llegar a ese horrible estado es mejor desaparecer, evitar que puedas hacer daño a alguien sin que te des ni cuenta, porque ya no eres tú la que te controla, la sensación de rabia traza un invisible camino que debes seguir como una marioneta.
Antes de verte en ese estado se debe luchar, sacar fuezas del sitio más recóndito y que menos parece que guarda una gran fuente de poder, fuerza para poder desatarse de ello, para poder salir de un hoyo profundo que has cavado concienzudamente y que en vez de ser la tumba de otro, acabará siendo la tuya propia.
Y entonces es cuando debes elegir sobre dos versiones que aparecen en nuestro vocabulario, sobre la "vida" o la "muerte", para ver qué es lo que te toca en ese momento, si luchar para salir del agujero en el que la tierra se desliza por los lados y te va tapando ya por las rodillas, o dejar que la tierra se derrumbe sobre ti, ensuciándote el corazón y manchando tus acciones, hasta que desemboque en la asfixia del cerebro y el propio corazón, hasta que la tierra que hay sobre tu cadáver sea tan lisa que nadie sepa que allí había un agujero donde ahora descansa olvidada una persona.
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