Coges una pluma y después de escribir con ella sobre un papel tus últimas palabaras que casualmente son tus últimos versos dedicados a él... te clavas la pluma en el corazón y caes sobre el escritorio en el que tantos versos les has regalado vánamente... mientras tu sangre se derrama por la mesa, tus ojos derraman lágrimas aún cuando estás muerta, ya que tu corazón no sólo está atravesado por una pluma, si no también roto y arrugado, tal como lo dejó esa persona a la que cada dÃa escribÃas versos que no llegaban a ninguna parte.
Y es que últimamente te sentÃas como una muñeca de trapo que ni sentÃa ni vivÃa, tan sólo dejaba que lágrimas emanaran de sus ojos y dÃa tras dÃa se hundiera más en el olvido.
La mayor puñalada antes de la que te diste con la pluma en el corazón fue cuando te diste cuenta de que era imposible y aún asà tú te empeñabas en ver más allá de la realidad, como buscando el camino a Oz, buscando un mago inexistente para que te dé un corazón, un cerebro y valor... y de paso te devuelva a casa sin perder más tiempo, porque querÃas besarle y tratarle como nunca antes lo habÃan hecho.
Sigo mirando a Oz... ingénua de mÃ... dame una palabra de aliento, la necesito...
Un grito desesperado.
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