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Vengo a hacerle un poquito publi a una paisana :
El alcohol de sus besos-
Manos tintadas de magia y no se me ha derramado la tinta del bolígrafo con la que estoy escribiendo, sino de una tinta especial con la que hoy quiero escribir, la magia del deseo.
Palabras agitadas bajo el papel de unas partituras que callan sus notas para que mis labios canten al son de lo que se siente en el momento, deletrear cada sílaba con la ilusión de aprender a hablar por primera vez, sentir el calor del deseo entre tanta gente pero sólo buscando el refugio de un cuerpo donde perderme, recorrer ese camino donde se pierde hasta en los GPS, donde el único radar sea: ?está permitido ir a toda velocidad? mientras que el corazón sea capaz de aguantar, si vas despacio nadie te gritará, si corres? nos correremos juntos.
La noche está preparada para aguantar nuestras risas, nuestras miradas, la luna medio escondida por temor a que mis ojos brillen más que ella, pero si brillan es por la estrella que me acompaña. Empecemos a desear ya?
El tirante de mi vestido se deslizó por mi hombro izquierdo con la misma suavidad que desprendía el tacto de su lengua ahogada en jadeos de un éxtasis total, mis manos lo subieron poco a poco para ponerlo en su lugar, aún no era el momento de vestir cualquier suelo, ya en sus ojos me veía desnuda, ya en la distancia me sentía en sus brazos, despierta dormía con él, dormida haría el sexo jugando a recordar ser esa diablesa que un día fui. El primer roce con su piel, las primeras palabras salieron temblando, tímidas, sentidas? agarré mi pulso y lo sujeté para que no se masturbara antes que yo. Agarré su mano con la excusa de estar muy cerca de él, sus brazos rodearon mi cintura que sin querer subía poco a poco el vuelo del vestido que llevaba, digo sin querer porque si hubieses sido queriendo me lo habría quitado yo misma. La música era mi excusa perfecta para estar delante de él y jugar poquito a poco a levantarle el ánimo y lo que más tarde me animaría a mí, sentir su aliento en mi oído me dejaba sorda ante todo lo demás, una mirada cómplice enrollada a nuestras pupilas bastó para expulsar nuestro primer beso, mordí su labio inferior muy suavemente hasta humedecer nuestras lenguas, agarré su cuello y poco a poco fui lamiendo cada poro de su piel que ya sabía a mi aroma también. No existía mejor escenario que el canto a nuestra intimidad, ni mejor público que nuestros gemidos desgarrados, como palmas, el ruido al chocar nuestros cuerpos. Yo ya estaba ardiendo sólo con eso, mis pechos se iban desarrollando poco a poco, mis labios (ambos) hinchados, sentía que el vestido se iba a desabrochar sólo. Cambiamos de escenario, ahora estábamos más sólos aunque no por ello con mayor intimidad, colada en el hotel como luego él se coló en mi cuerpo, intentamos no hacer ruido al andar pero que ironía cuando mis gritos podían despertar a cualquier ser vivo. Me empujó contra la pared, yo me dejé empujar por sus ganas, sus manos conocieron mi escote ,poco a poco su saliva se deslizó hasta mi sexo donde él se arrodilló ante mí y yo caí ante sus pies, mi cara poco a poco se iba desencajando, tuve que chupar sus dedos para evitar alzar más la voz y desafinar contra la melodía de los movimientos, sus círculos en mi sexo me hacían marearme, sus brazos me alzaron, su pantalón por fin ya desabrochado, y mientras nos besábamos sin parar me penetró. Un portazo nos hizo reaccionar de la borrachera que estábamos empezando a tener, comenzamos a caminar para llegar a la habitación, en su bolsillo del pantalón sobresalían mis braguitas negras transparentes, llevar una prenda menos no me hacía sentir menos calor. Al llegar a la que esa noche iba a ser nuestra cama vestimos las sábanas del interior de nuestros cuerpos hasta hacerlas humedecer y hacerla cómplice de nuestro placer, lavamos cada bordado con el vaho de nuestras bocas que tiñeron de sexo los cristales de las ventanas, para evitar un bello paisaje que en realidad no existía. Sentir que el cansancio no era coherente? no podíamos parar de humedecer nuestros cuerpos, que me estaba quedando ya sin aliento porque todos los gritos se ahogaban con la humedad y sólo él podía rescatarlos y hacerlos libres. Mi cuerpo estaba encima de el suyo, mis pezones le presionaban con la dureza que él había conseguido que tuvieran, mi lengua habló con sus gemidos, chupé y relamí el billete hacia mi orgasmo, empecé a moverme muy suavemente, no dejaba de mirarle fijamente, juntamos el color de nuestros ojos para tapar la luz que entraba, me despegué de él, aún encima, recogí mi cabello, y empecé a acariciarme, mi lengua llegaba hasta mis pezones dónde él con sus manos presionaba sin parar. El moreno de mi piel sobresalía de la suya, las zonas que tenía menos bronceadas eran las que más le ponían? pasaron muchos, muchos minutos de deseos, de morbo, de sudores, de sexo, de pasión y porque el tiempo agotó las manillas del reloj y nos tuvimos que ir, sino ahora mismo no os lo estaría contándolo, sino cogiendo más información?
Sin duda, No hay mejor borrachera que la que lamí en su saliva ni mejor resaca que el alcohol de pecado en sus besos, beber el sudor de ese cuerpo alivió la sed de mi deseo por esos ojos encadenados a mi mirada, llamarme borracha por ello porque el único sitio para rehabilitarme es su cuerpo, seamos alcohólicos de este deseo donde no hay riesgo de control. A la próxima ronda invito yo.
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