Solemne celebración eclesiástica por la eucaristía
las antorchas una vez más desesperan
por iluminar las almas turbias y perdidas
porque es noche de masacre indígena
llevada a cabo por el arraigado verdugo fermentado de neuronas.
Los duendes salvajes de los timones gobernados
sin miedo a descarrilar del andén que le imponen a los barcos
sacan el ácido jugo a su tempranía con el ríen y lloran
hasta el final de los días de fugaz libertad destruida
ofreciéndoles a cambio la manzana bella y reluciente pero descolorida.
Él está contento y alegre como inocente
sus responsables guías aristócratas, pasivos e indiferentes
le han invertido vestido de estreno
ofreciendo repletos pesebres
de exquisitos manjares que los de hambre ya quisieren.
A los espíritus en la sangre de mi sangre
no le transmitieron la eterna receta del remedio
trabándole las alas con miedo a los barrotes de un mal ejemplo
así confunden al extraño caminante del universo
con la desdicha de ser grande pero iluso por dinero.
Presidiario en el paraíso de las cárceles abiertas
toda la noche con el aroma de la derrota
el virus me condena a dos semanas menos un día
en una sobria y solitaria prisión
sin nadie que me ofrezca un anillito de mágica ilusión.
Las corbatas, pantalones y finas camisas
de los armarios que no se usan como de guerrilla
retornan vencidas a su nuevo hogar
sin ser agujereadas pero dolidas para toda una vida.
¿Dónde irán las risas que sepultan llantos cuando no germinan?
¿Siempre sanan las heridas tapándolas con arcilla?
Para mi retoño
solo quiero la sombra de un madroño
mirando hacia la psicodélica aurora
anhelando el gran día e intensa deshora.
Que aun es temprano huérfanos míos
aunque el viejo templo nos niegue hacer el un solo camino
para ver como fluye entre animales, plantas y gentes
la fuente del saber y entender que se esconde tras la frente.
http://es.youtube.com/watch?v=-_OifnNs-VU