clavos ardiendo

[tayler durden]

era dificil saberlo, las sombras siempre han sido idiotas,
igual que aquellos semáforos que siempre se ponían rojos nada más vernos,
tú sacabas un pañuelo de la manga, y hacías como que nevaban lágrimas de tus bolsillos.

fijate que ni entonces supuse nada.

y eso que yo ya sabía que no era costumbre lo de llegar tarde, que eso era talento
y bien te lo dije te pusiste echa una fiera por culpa de las casualidades, nos habíamos encontrado
tal vez al azar de una sopa que ya estaba fría y un café que todavía no estaba caliente.

las cervezas te sientan muy bien, pero es que con esa sonrisa cualquiera.

las sombras, y su conformarse con esta poca luz en este cuarto que, no me digas que no, es demasiado triste para nosotros,
y de verdad que era muy dificil saberlo, y más cuando he pasado los ultimos tragos de mi vida mirando una barra, de reojo unas piernas,
algún sueño que se me metió entre las uñas.

estoy en este viaje y me hago llamar el viajero. aunque no me recuerdes sentado, ni fumando por favor,
quedate un rato y así no tendrás ni que recordarme, está claro que he intentado hacerlo lo mejor posible aun cuando no estaba.

aun cuando no estabas.

sobre todo
cuando no estabas.

no he tenido cuidado casi nunca, los instantes de caricias han sido y son un leve preludio de posibilidades,
nunca respondemos ese hasta cuándo que nos hace daño en los ojos.

es tan miserable todo, que me hace parecer menos patetico.

pero cómo querías que yo supiera si siempre que puedo cierro los ojos y te beso.
el mechero no enciende, sabes?, y está todo por el suelo tirado, así que cuidado con las sombras no te tropieces,
es tan dificil esquivarlas y la mía a veces resbala, se cae en una hoja, te busca en la pared,
hace de mí un interrogante.

imposible saber, pero hemos sido tan honestos con nosotros mismos
que ahora gustamos de lucir mentiras.
pero no es eso, no es que no sepamos qué hacer ahora que es la hora de cerrar los bares.

-cada vez antes- me dices, pero cada vez es más tarde.

y no pienso, puede ser, en esas grises realidades de mañana y metro, en tirar las monedas
y dejar de una vez el futuro en el aire, que vuele a ver lo que pasa, que se deje llevar como siempre
dijimos que haríamos nosotros.

y son estas sombras, y todas vienen a posarse en esta noche de araña, que teje y teje
sus redes sobre nosotros, inmóviles y lejos, buscando manos a las que aferrarnos,

buscandonos en clavos ardiendo.