Lo que hay escrito a continuacoón no pretende ser nisiquiera un texto, sólo es el regurgitar de una tarde. No tiene sentido, no hay que buscarlo, ahí va:
Me caí de la cama y renuncié al instante. No fui nunca más, nunca llegaré a lo que pude haber, soy sólo jirones de lo que siempre fui y seré, porque el ser de cada uno se alimenta de la esencia interpretada, del útero ideal de nuestra cama y nuestro saco de piel, de la quimera provisional que hace promesas. Relativas eternidades, certeras soledades de sanas apariencias.
Lloré? y salí a buscar a la ventana todo aquello que lograba hacerme de nuevo, los pelos de punta, sentidos desperezándose en mí, aún queda algo que se mueve; y ver con el propio aliento que esto es vivir, ahogarse en un cuarto y querer salir para desbocar a las estrellas que se pudren en la mirada, con el paso de la gente y de su tiempo por mi tiempo, de ser por mi gentío particular, de los besos a la almohada y de los que quisiera dar y de los que me dieron pero me supieron mal.
Soy árbol de hoja perenne, el niño que pisa baldosas sin pasarse de la raya, pensamiento eternamente irremediable, lo de todas las canciones, las palabras que se pronuncian cuando no hay nadie, rabieta adolescente y la casi anhelada soledad de los poetas. Soy todo aquello que escribieron los libros, la gran mentira del mundo, el despojo que dejó el capricho, el amor para siempre?
?Quédate conmigo y hazme caricias, tócame el pelo, besitos en la sien y las mejillas, pon tu pie sobre el mío al dormir, mírame a los ojos y no me culpes por estar triste, haz locuras conmigo, sígueme el rollo cuando te digo que subamos a la luna, tumbémonos en el tejado, toca la guitarra que yo canto, amago de palabra y yo te hago versos, no me digas te quiero si no eres capaz de cortarte un brazo por mí. Tirémonos enamoradas desde esta terraza, el amor verdadero morirá con nosotras??.
Amorfas rarezas
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