Tuberculosis

[Aracne]

Tuberculosis
La luna, sobre la gran masa de árboles que componía aquél oscuro y entramado bosque, se alzaba en lo más alto del firmamento, mostrando a quien quisiera mirar, su rostro en el máximo apogeo de sus encantos.
Mientras, yo, con aire desarraigado, me hallaba en el claro del bosque, descansando de las bastas inquietudes humanas, que aún en mi mente infantil, hacían de mis pensamientos un amasijo de ira y deseos impuros. Mi alma ? O lo que quedaba de ella. ? Sólo necesitaba un impulso, una necesidad vital sin la cual los estados físicos no tenían cabida en mí.

Alicia? La palidez de su piel reflectaba la luz, y hacía parecer más frágil y bello al propio satélite lunar. Sus ojos, tan azules como el agua más pura del océano, me miraron, vestidos de una dulce sonrisa, y sus finas y sencillas manos acunaron mis temblorosos dedos con tal dedicación que pensé que habían sido creadas con ese fin.
Sin poder evitar la osadía de mis gestos, posé mis manos en sus mejillas, aún húmedas por un amargo llanto- cuyas lágrimas debían ser dulces de necesidad-, y acerqué su delicado y frágil cuerpo a mi pecho con el fin de mantener en calor sus extremidades.

Tosió. El rayo de la desesperanza surgió en mí como un huracán, y taladró el más tierno de mis sueños hasta hacerlo añicos.
Su voz, más quebrada que de costumbre, anunció en mi raciocinio lo que significaba el final de toda felicidad.
- Lo sé. ? Contesté a la pregunta que formuló con sus pupilas. ? El ser humano anhela la perfección durante toda su vida, algunos llegan a tocarla en el transcurso de los años. Pero tú, Alicia. Tú has sido tan perfecta durante toda tu existencia que no has tenido más remedio que aceptar tan cruel destino de manera tan temprana.

Noté las lágrimas, heladas sobre mis mejillas y acudí a sus ojos en busca de consuelo, pero sus marcados pómulos y sus finos labios, lejos de cualquier sensación pasional, parecían el retrato de la propia muerte.

Aún así era la mujer más bella del mundo.

Acaricié su mano con delicadeza y la conduje con incalculable suavidad hacia las ruinas del antiguo templo, lejos de la muerte? Lejos de la vida.
Una vez delante de lo que habría sido un altar y ahora necesitaba de la imaginación para averiguar su antigua forma, la miré por última vez, antes de sentir como mi joven y casto cuerpo caía en la densa bruma de la muerte.
Porque tú, amada mía, no te irás sola.
Porque tú, amada mía, no tendrás miedo.
Porque a nosotros, amada mía, no nos separará ni el tenue velo de la muerte.

[Vicky-tripi]

muy bonito.

[Serotonina]

Plas plas plas

Joder, bonito de verdad.