Ni una lagrima más, ni una angustiosa, resbaladiza, atormentada y destructiva lágrima más va a brotar por tus ojos. No fingirás que esto no ha pasado, no olvidarás que otra vez han pateado tus entrañas arrancándote de un solo tirón todos los órganos que te mantienen con vida. No olvidarás que el peso de cada uno de los lastres sentimentales que has ido adquiriendo y acumulando con el paso de los años sigue ahí? pero tampoco dejarás que el dolor te sepulte en el más oscuro de los lugares, extendiéndose como un tumor, obligándote a engullir tus propios fallos y empujándote a vomitar los residuos de un corazón completamente destrozado. Así que ni una lágrima más que sirva de combustible para prender la mecha de tu propia e injustificada autodestrucción.
Solo podía repetir una y otra vez estas palabras dentro de mí. Los diálogos conmigo misma eran más frecuentes que otras veces, y las voces que al principio querían animarme con tono amigable se habían transformado en gritos severos. Pequeñas descargas que, como si de un castigo se tratase, me prohibían autocompadecerme y retozar en mi propio hundimiento moral.
Nunca me gusté y aún así ellas insistían en aclamar cada una de mis virtudes refugiándose en la idea de que era el miserable mundo en el que me habían arrojado el que no estaba preparado para mí. Nadie comprendería mi sufrimiento por que nadie podría vislumbrar ni lo bueno ni lo malo de mi misma. Nadie podría conocer los enseres de mi patética existencia pues el resto del universo solo vivía rodeado de odio e ignorancia.
Eran ellos los que anulaban mi luz, eran ellos los que machacaban mis intentos por salir de este agujero hecho a mi medida.
Solo podía confiar en mi y por lo tanto en las voces que desde hacia ya tiempo se habían instalado en mi cabeza. No merecía la pena luchar por una cordura que jamás me había conducido a ningún sitio. No merecía luchar por una cordura desamparada en un mundo lleno de locos. Así que de una vez comprendí que la locura que invadía mis sentidos era la única compañía que tendría por el resto de mis días. Comprendí que ella era la única que escuchaba como el amigo más fiel mis lamentos, y comprendí también? que solo podía devolverle todo lo que hacia por mi sucumbiendo y realizando cualquiera de sus deseos? fueran los que fueran? dolieran lo que dolieran? mataran a quien mataran.
Locura
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