Los reflejos en los cristales, se mostraban tenues e hacían imaginar figuras tras ellos. Era un juego divertido, sentarse en esa ladera mirando aquellas ventanas siempre cerradas, como esperando ser iluminadas cada día soleado por aquellos rayos. Nunca nos acercábamos más a la casa.
En el pueblo, se contaban historias sobre todos los que allí habían residido y sobre el incendio que ocurrió tiempo atrás. La gente lo utilizaba para asustar y prevenir a los niños, solo que nosotros ya no éramos tan pequeños como para asustarnos por una simple fachada.
Cierto, que el ambiente alrededor de aquella casa no era normal, ni el mejor lugar para el recreo de los niños, pero tampoco, como para asustar cuando has crecido y te interesa el descubrir que se oculta tras todo aquello que se cuenta.
Decidimos hacer una excursión, y la idea era solo explorar los alrededores, pasando la noche fuera en el monte, en nuestros sacos de dormir. Mi amigo Law, que ese año llego al pueblo un poco más raro que de costumbre, no solo por vestir siempre de negro, también cambio su saco por otro del mismo color, al igual que todos sus objetos. Aunque seguía teniendo la misma suerte con las chicas, que se quedaban mirándole por donde pasara. La idea era haber ido los dos solos, pero él, invito a dos de las chicas del pueblo a venir con nosotros a aquella excursión. Estas aceptaron la invitación ante mi sorpresa.
Subimos más lentos que de costumbre, ya que una de las chicas, no se la ocurre otra cosa que venir al monte con unas sandalias, con lo que sus pobres pies se clavaban todo aquello con lo que se rozara. La noche nos pillo antes de lo decidido, teniendo que quedarnos muy, muy cerca de la zona de la casa. Esto no me pareció nada bien, por lo que, para no discutir, me aleje del grupo, y me dirigí a la casa.
Cerca de ella, y por la noche, su aspecto daba algo de miedo, tengo que reconocer. Mientras la observo, no me doy cuenta de que el cielo se nubla muy rápido y de repente, empieza a llover cada vez con más fuerza. No me queda otra posibilidad que refugiarme en su interior hasta que cese la lluvia. Entro por una de las ventanas que no se encuentra cerrada, y miro su interior con curiosidad, iluminando cada rincón con el frontal.
Lo que hace la curiosidad, o el miedo, que no te dejan estar quieto, me pongo a recorrer todo aquello que me deja avanzar. Hay mucho polvo, y lo que parecen candelabros en buen estado, encima de una gran chimenea, a ambos lados. También en una de las paredes frente a ella, una gran estantería llena de libros. Una escalera que sube a un segundo piso, por lo que parece, y una puerta cerrada, justo debajo de la escalera. Avanzo hasta la cocina, que parece no tener nada en buen estado. Vuelvo al salón, y miro los libros que hay en la estantería, parecen estar pegados, ya que intento coger uno y no puedo extraerlo de su lugar.
Me dirijo a la escalera, y subo los escalones despacio, mirando bien mis pasos y lo que pueda haber allí arriba, el silencio es absoluto, ni siquiera se escucha el ruido de la lluvia que tan fuerte caía fuera.
De repente, no he puesto aún el pie en el último escalón cuando escucho la voz de una de las chicas que se vinieron con nosotros. Solo que la voz, me llama a mí. Avanzo hacia ella, me sorprende verla esperándome y, sonriendo me dice que me siguieron cuando me marche.
Ven con nosotros, te estábamos esperando abajo. ¿No te has fijado cuando has pasado por delante de nosotros? acompáñame.
Yo camino detrás de ella, aunque no puedo entender, si vinieron detrás de mí, como es que no los escuche, y mucho menos, si pasaron dentro de la casa, ¿Por dónde lo hicieron? En fin, ya tengo ganas de hablar seriamente con mi amigo de esto.
Cuando voy a bajar las escaleras, me doy cuenta de que ahora ha cambiado todo. Ya no necesito el frontal. Hay luz. El comedor se encuentra limpio, la mesa puesta con mi amigo y la otra chica sentada en ella. Todos tienen una expresión rara, una felicidad insultante en su cara. Yo no entiendo como todo ha podido cambiar tan rápidamente. Law tiene una marca en su mano, con la que me invita a que me siente frente a él. Es como un símbolo tatuado en su palma, que antes no había. Ellos quieren que coma, pero yo les digo que no me encuentro muy bien, no probando nada de lo que me ofrecen. Me levanto de la mesa, y me acerco a la estantería observando todos los títulos que se encuentran, y cuando voy a sacar uno de los libros, me gritan desde la mesa.
Sus voces han cambiado, al volverme a verlos, ya no son mis amigos a quienes veo. Sus cuerpos como putrefactos, medio en descomposición, se levantan muy despacio. La mesa, con todos esos platos mostrando movimiento y vida en su interior.
No se si el asco a que aquellos seres pudieran acercarse a tocarme, me hizo coger el libro para lanzarlo o leer su pasta, solo recuerdo que al sacarlo de su sitio, algo me golpea encima de mi cabeza desmayándome.
Desperté en mi saco de dormir. Junto a mi se encontraba Law. Aquellas chicas ya no estaban. Mi amigo me explico que se asustaron y se fueron cuando yo me perdí. Que me golpearía al caerme con algo por la noche, ya que me encontró cuando salio a buscarme y me llevo hasta donde dejamos los sacos.
Por la mañana, pregunte a mi amigo que porque tenia una venda en su mano, a lo que me respondió que se hizo daño al cargar conmigo. Yo no le pregunte nada más. Un poco por no ser muy curioso en ese momento, y porque ya no le volví a ver tras llegar al pueblo.
Muchas preguntas quedan en mi interior tras ese día. Solo cuento mi relato a aquellos en los que confió, ya que quien se iba a creer lo que podía tratarse de una pesadilla.
Lo curioso, es que aquellas dos chicas desaparecieron al día siguiente de mi llegada al pueblo. Yo me marche a trabajar a otro lugar, y cuando vuelvo alguna vez, ya no me acerco a aquella casa.
lo mismo digo